RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 12 de enero de 2011

martes, 11 de enero de 2011

APENAS EMPEZAR.


Llevamos poco tiempo estrenado este año, apenas estamos aún en las felicitaciones y los buenos deseos, en las rebajas (que cada vez lo parecen menos y que no deberían existir y tener siempre las cosas el precio adecuado), en estos fríos que nos conservan cuando dicen que el calor destruye, en los acontecimientos de la liga, en las comidillas televisivas de cada día, estamos en ello, apenas empezar y ya vuelven a aparecer los locos de turno que se llevan el día pensando en la muerte, en la muerte de otros, nunca en la suya propia. Ya, en esta cortedad de año, varios locos han propinado severas muertes a compañeras de convivencia, quizá como pago ridículo al amor.
Nos preguntamos, por qué hay locos con estos instintos, por qué hay tantos, por qué asestan la crueldad a la mujer, por qué. Algo no funciona, muchas cosas no funcionan, las mentes no están bien hechas. Son, entonces, enfermedades de este siglo, ese impedimento por parte del poderoso macho a que la hembra, siempre más débil y sumisa, comience a asumir y desarrollar papeles importantes en el círculo donde ellos galleaban con bravura. El hombre no parece el hombre, parece el enemigo, con estas modas de matar que de un tiempo a esta parte se nos ha venido encima.
La sociedad investigadora tiene que buscar las causas y las soluciones. Creímos que los niveles de intolerancia de antaño quedaron enterrados en el olvido de todas las memorias. Y cómo se hacen estos individuos, de dónde salen, de qué colegios, de qué centros de trabajo, dónde los hombres agresivos, dónde están, qué hacen. Pues no pertenecen a otro espacio, somos nosotros mismos cuando alguna vez nos ponemos careta de guadaña.




Ramón llanes. 17.01.03.
ANSIEDAD.


Fíjate, hermano lobo, has cazado la pieza y has perdido la ansiedad; habías escrito en tus ojos solo el deseo de llegar y apresar y te quedaste en eso, luego perdiste el placer de disfrutarla. Como el lector que ignora el resultado de la historia, como el niño que no aprendió a manosear el juguete, solo a encontrarlo; como la luna que acaba el ciclo sin interesarse por las ráfagas de luz que se dejara en las oscuridades o como el hombre que llega, a veces, sin saber para qué. Pérdida de la ansiedad, moda nueva, de arraigo actual, de aceptación general.
No discuto, hermano lobo, tu hambre, discrepo de tus deseos, del ansia para después del deseo, del gozo que no te produce la victoria, de la emoción que no le pones a la batalla; discrepo de tu manera de no lamer tus zarpas al recibir el trofeo. Imagino que posees tantos que ya no te halagan o imagino que no te altera el entusiasmo una meta más, pero discrepo, te falta ansiedad. Para correr, para la estrategia del combate, para la mirada; tu alma, imagino, necesitará el alimento de todas las sustancias que espiritualizan tu rol en el contenido de esta selva donde te dieron luz y cuerpo para vivir.
Es tu mundo un cuadernillo de letras sin calidad, hambre y pocas cosas, que limitan el sentimiento a ello; y hasta tu loba te escasea en detalles, la seducción, la preñez, la parida, la nacencia; le quitas la ansiedad y se queda en animalada, en rutina. Y no me discutas, hermano lobo, casi te diré que no estoy ahora para sermones de santos, ni dogmas, ni monsergas; no olvides la ansiedad y punto.



Ramón Llanes. 26.08.05.
ANÓNIMO, A SU PESAR.


Es de esos chiquillos andariegos y voluminosos que andan la calle a todas horas, cuando apenas se le ve, más se le nota, ataca hecho al tesón de morderse la vida para no perderla y consta que por poco en cada momento aniquila algo de ella. Quien le conoce sabe odiarle, se seduce a si mismo odiando, presume de ser odiado, roba un cuento en la esquina y cuenta un robo en la sombra de la farola. Aún no es hombre y ya ha dejado de temblar al sonido de las sirenas que le persiguen; aún no tiene edad para enloquecer, aún no ha gastado tiempo en sostenerse a base de compañía amorosa; es de esos chiquillos vivos que ha creado la calle para si mísmo, para su equilibrio, para su vicio.
A todas las horas le han visto antes de un escaparate roto, de un asalto a la tienda de ropa, de un tirón; siempre aparece en el antes del chillido de la calle, luego se pierde en un silencio de golfería incapaz de devolverle pudor o arrepentimiento o dolor. Padecerá lo suyo sin que el margen de la acera lo sepa, sin que se acomode a ser víctima. Es su propio rey, el matón de las soledades, que llega de nosotros y nos destroza el prurito de bienestar que enseñamos. Él se aprovecha de nuestra educación y civismo; nos traza la línea con una mirada de macarra y solo nos pide dejar de ser anónimo para empezar a adorarle.


Ramón Llanes. 13-9-06
ANDANZAS



Subir y bajar, del valor a la memoria, del teatro al placer, andanzas que se le piden al tiempo, cuando aprieta la complicidad y las cosas se ponen en el momento adecuado. Para andar con zapatos de cartón, botos, alpargatas o pies desnudos. Fija la vista en este cuarto de luna allá los páramos ocres de la tierra que se arde por un cante, es múltiple la ocasión para la estética. Han comenzado los cohetes a llamar por los sembrados a las gentes que esperaban brincos de romería, han empezado las andanzas del sol que no para de iluminar caminos que conducen a las solanas, donde algunos intentan creer y otros se quitan el sombrero desde el caballo.
Se fija la mirada en el infinito de los ojos de quien ama, sea agnóstico o mendigo, todas las veces que el pulso aguante. Siempre está alguien esperando y alguien que busca; la andanza de la memoria escrita en la frente de estos límites de olores que la primavera ha puesto en la cintura del espacio para un suspiro, para un encuentro.


Ramón Llanes. 5-5-06. (para cadena SER)
ANDALUCÍA.



Para los ejercientes de andaluces fuera de la comunidad y fuera del aire. Para los antiguos andaluces que escribieron en el aire todos los adjetivos a su tierra. Para los graciosos andaluces que callan el dolor con una palabra de risa. Para los obreros andaluces que la hacen cada día. Para los poetas andaluces que la elevan en los versos. Para los bohemios andaluces que la viven y la pasean. Para los amantes andaluces que la convierten en romántica. Para los débiles andaluces que aún la padecen. Para los señoritos andaluces que se visten a partir de las diez y se la beben de un sorbo. Para los inquilinos andaluces que la aprecian. Para los políticos andaluces que saben traerle dones. Para los andaluces que la disfrutan haciendo el amor bajo sus estrellas.
Y para quienes se emocionan siempre con Andalucía y para quienes la aman aunque no sea 28 de febrero. Y para ti que la oyes y le sonríes.

Cadena SER.


Ramón Llanes. 25.02.05.
AMPARO


No es verdad que existan lugares celestes a donde Amparo haya podido llevarse su guitarra y su entusiasmo. Se ha ido sola al destino eterno de los sentimientos de los suyos y de quienes le seguiremos amando; sola se ha ido, haciendo un ruido ensordecedor de fandangos y muestras de dolor, de ese dolor de verdad que hace ruido y marca las fibras del alma. No existe mejor Amparo que ella, la que conocimos en intensidad y cercanía, la luchadora y enseñadora de matices, arpegios y quejíos. Ella sí existirá, será imposible ponerle límites a la memoria para generar su olvido. Y su voz, como dulzaina melosa que siempre expresaba un consuelo, existirá también. Y existirán sus gestos, sus ternuras, su ingenuidad, sus impulsos.
Nos queda la mejor Amparo con sus sueños de gloria sobre la concepción de su hijo a quien tuvo agallas de dar vida plena a pesar de su avanzada debilidad física. Ahora sabremos que ella fue un gran descubrimiento para esta Onuba sentimental e inquieta, lo sabremos mirando su agenda, recordando su actividad y su trabajo en pro de sus ideas. Un excelente ejemplo.
Amparo es una pequeña diosa onubense que nos falta en los ojos pero nos sobra en el afecto. Con los suyos, Manolo, Amparo, Concha, Laura, su marido y su hijo Pablo, seguiremos queriéndola, como si la muerte fuese de mentirijilla.



Ramón Llanes. 26-9-07.
ALGO MÁS SOBRE LA MINERÍA.



A estas alturas quizá no quepa decir muchas cosas sobre la minería, porque casi todas se han dicho. Quiero, no obstante, destacar algo que, de todo, me ha parecido lo menos indiferente, lo más pasional, lo más resaltable desde el punto de vista histórico.
He de referirme al concepto de reivindicación que han tenido que mostrar los mineros como único argumento de supervivencia y como único camino para optar a la consecución poco a poco de los fines, de sus fines, que no iban más allá de la mejora de su estabilidad laboral, de su salud, de sus logros sociales y de su logros salariales. El minero ha plantado cara, en toda su historia, a los convencionalismos, al sosiego, a los esquemas estructurados por los ingleses, a las disciplinas férreas, a la discriminación. Y luchó por el trabajo, a pie de galería, con el sudor sangrando metales y con la silicosis siendo alimento de cada día.
No puede caberme duda alguna en esta reflexión de la importancia histórica de esa posición reivindicadora de los mineros que contribuyó a formar una conciencia social inconformista y a mantener en continúa vigencia su lucha colectiva, que dio resultados pero costó vidas.
A ellos, que diseñaron sus derechos y consiguieron dejar una huella de rebeldía, les dedico mi testimonio de agradecimiento a través de esta radio de hoy, con toda mi admiración y respeto.




Ramón Llanes. 17.01.03.
ALGO ÁCIDO.


La tragedia tiene un sabor ácido, el dolor es ácido, la muerte muy ácida para todos, la miseria es ácida. Estereotipos de la acidez, lo fatal, lo extremo, lo agónico. A veces también el debate es ácido, cuando se olvida de la razón del mismo y pinta la cara que a cada cual conviene. Pero es ácido el debate si se utiliza, sin límites, la estrategia exenta de ética y moderación, si se maltrata la libertad del pensamiento, si se escribe o dice sin disciplina, sin norma. Después de la tragedia nunca la calma, viene el debate político, lo más ácido; llega el displacer de quienes aguantamos.
Hoy barrunto pesadez de debate, a pesar del dolor que inunda la esfera de nuestro medio, barrunto confrontación, reproches, insultos, perrerías, entre unos y otros, porque la dedicación a las víctimas solo va a ser la mínima, la protocolaria; ya se ocuparán de alertarnos quienes se oponen por oponerse, con un sentido escaso de la compostura; para distorsionar, para que algo ácido queme a cualquiera, no importa ni siquiera el nombre o el cargo, que queme, lo más posible.
Mientras, el soldado traerá a casa la medalla, la foto de la novia, el pin de una esperanza frustrada en una llanura rodeada de montañas sin identidad, a donde fuera con buenos propósitos, y llegará con la vida a rastras y el llanto para los suyos. Es lo más ácido, lo tétrico, lo irreal, que al debate alguien le pondrá cara de tonto pata disimular que ha sufrido, que ha dejado las vacaciones para hablar, que los esperaba; así, sin darse cuenta que ellos ya no están para sonreirles.



Ramón Llanes. 19.8.05.
ALBERTO, EL POETA.





Su despacho conserva el olor de lo antiguo, la mesa es caoba vieja, la lámpara parece hecha de cuentas de cristal violetas y blancas, a la espalda una gran librería ordenadamente repleta de libros, dos sillas de piel y madera tallada, un reloj de estuche imitando vejez, un diploma de 1962 premio escolar a sus méritos, aprovechamiento y ejemplaridad; en la pared algunos cuadros y detalles personales, unas altas cortinas color malva con visillos blancos, todo a juego con la lámpara o viceversa, una cajita con rotuladores indelebles, varias plumas, unas gafas sobre el tapete y un cuaderno de cuadrículas donde escribió este relato.
Se le echó la tarde encima, desocupó el sillón, cerró los ojos y le dio por pensar en el poema de amor que nunca escribiría y se metió de lleno en la boca de la noche.






R. llanes. 5.10.02.
ADVERSARIOS O ENEMIGOS.


No siempre los adversarios son enemigos, más bien casi nunca los adversarios son enemigos entre sí. Adversarios podemos ser todos en cualquier momento de nuestras vidas, ciertamente también podemos ser enemigos, pero es más fácil es adversarios, no lleva el componente de enemistad, odio o repulsa, como entre enemigos. He vivido lo justo para ver cómo los adversarios en el deporte se abrazan, se intercambian halagos, jamás llegan a los insultos o las descalificaciones, está muy mal visto. En el campo de los negocios también los adversarios se respetan e incluso en muchas ocasiones se alaban. De hecho sus corporaciones sirven para tutelarse mutuamente y para programar estímulos, consignas y horizontes organizadamente. Existe también esta armonía entre escritores, periodistas, arquitectos, médicos, albañiles, etc, pero carecen de ella los políticos y no sé por qué. Es obvio que ellos también forman parte de la misma sociedad, sin embargo son enemigos y bien que lo recalcan y bien que lo cacarean.
Es imposible oir un comentario positivo de un político respecto de otro de distinta formación, es muy habitual oirles en descalificaciones, reproches, insultos. Luego se aprietan la mano como si nada y a nosotros nos da para pensar que una de las dos actitudes es falsa. Sin son adversarios no cabe la enemistad, si son enemigos no caben los disimulos ni los abrazos.


Ramón Llanes.
ABUELOS.

Hace poco en un arcén de una carretera cualquiera aparecía un viejo con cara de alegría esperando a una familia que nunca llegó. En un asilo de cercanía, honroso y noble hasta más no poder dejaba su último suspiro el más anciano de la comunidad, cumplidos los ciento cuatro y leyendo sin gafas y utilizando la memoria como su mejor recurso, pero se tuvo que ir, por imperio de la ley natural. Ayer supe que Rita se estremecía en las soledades de su casa y quiso desaparecer de soslayo, como había sido su designio. Dicen que se le fue la cabeza, enfermedad muy en uso, a Lola la grande, señora de poco más de setenta que llevaba para adelante 8 hijos suyos, los nietos de rigor y los parásitos de siempre que buscaban el puchero y el cariño y que siempre tenían con Lola la grande. Y resulta que también está en las últimas.
Y luego dicen que solo se van los buenos y que los malos se meriendan aquí todos los calendarios. Y se oye que la justicia no otorga valor a la humildad y al amor y también se oye que la justicia no tiene qué ver con todo esto. Pero los abuelos se rinden antes de tiempo en el primer hospital, en un asilo luminoso, en el geriátrico de moda, en el banco de enfrente de casa, en el casino o en ningún sitio; se rinden sencillamente porque las cosas no están para batallas o porque intuyen carencias.
Y me llega que a los ochenta se le ocurrió a Lozano comprar unos libros en setiembre para matricularse en Historia y lo ha hecho con las agallas de un chaval y ahí está peleándose con los apuntes e intentando sacar pecho y memoria suficientes como para alcanzar su meta.
Y me temo que miles de historias de este tipo son comentarios de día en día por estas laderas de nuestra sociedad, en donde la culpa de lo peor la tiene Dios y de lo mejor, nosotros. Y otros piensan que Dios no se mete en estas cosas.


Ramón Llanes 24.11.00.
ABRIR Y CERRAR


Abrimos la página del Andévalo que viste de romería sus casas, sus gabachas, sus tradiciones; cerramos la página del mal tiempo por ahora. Abrimos la pulsera y el pendiente de la niña que se nos casa, cerramos la feria del libro que se nos acaba por desventura. Abrimos un fin de semana largo que el lunes nos dan fiesta del trabajo, cerramos la tarea a quienes podemos gozar del ocio. Abrimos otra vez un poquito de esperanza para que se nos otorgue la suerte que nos falta y cerramos el mal humor.
Abrimos la puerta de entrar y nos acomodamos como seres queridos y estamos un rato juntos, cerramos la puerta de salir y dejamos en la estancia las emociones que sentimos. Abrimos todos los horizontes de la tierra que saben agrandarnos las ilusiones, cerramos las tormentas que se llevan a los amigos. Abrimos el corazón, que esté pendiente de una muestra de amor, cerramos un sueño que nos trajo la noche en una pesadilla.
Abrimos los ojos y las manos.


R.Llanes. 28-4-06.
Odiel

ABELARDO.


Abelardo se quedó en casa con 57 años de vida en un traste de su Marismaire, consolando a quienes le lloraremos; sin extremaunción, a su gusto, perdido y ganado en Sevilla y Huelva, en Punta y en los añiles que a la tarde le pintaba en su forma lírica de expresar la estética más bella “quién pudiera como tú, recién llegado, ver por vez primera esta playa”, se quedó queriendo ser barbilampiño y siendo barbudo constante, contrario al ruído, y al desorden, amante del equinoccio, de las boreales, de los amigos y de las tertulias con altramuces y vinillo peleón, enfundado en negro por el luto de todos los que se fueron, un tributo a su forma de sentir.
Abelardo, me duele decirlo, se ha ido a la muerte con un dolor en su gastado corazón, firmando la premisa de volver, o mejor, de estar siempre, de fumarse su Onuba vieja a paseo, leyendo las caras y los espacios, buscando un transilium de libertad a su modo, con abrazo, para ofrecer su gota de humor enlazada con el silencio extraño que produce la carcajada. Se ha ido Abelardo sin llevarse prenda ajena y dejando paisajes, poesía, cuadros, colores, amigos, amigos, amigos. Hasta así me duele contarlo porque tampoco él creía en la reencarnación, aunque para nosotros resucite en cada atardecer del agua y su marismaire le delate cuando esboce la más tierna sonrisa de un ser inteligente que no pudo agarrarse al pasamanos y se cayó a la eternidad como poeta, como pintor y como hombre. Abelardo se nos ha ido desde septiembre al infinito del alma.



Ramón Llanes. 23.09.05.

domingo, 9 de enero de 2011

El jueves que perdió las zapatillas.

Llegaste, apenas sin yo pensar que vendrías. Estuvimos juntos andando el camino posible de un escondite detrás del árbol cuando ni de tapar medio cuerpo era capaz, nos buscamos porque siempre sabemos que los sitios para encontrarnos son los nuestros de casi toda la vida o los que conocemos para entretenernos a demostrarnos simpatía y cariño. Alba intentaba saber a qué jugábamos sin comprender del todo el alboroto de tus voces, tus correrías o tus carcajadas de niño que llevaban un componente de sorpresa más allá de lo usual. Fue ayer, golfete, ayer porque lo recuerdo con frescura. Y ayer era jueves hasta que casi en la altura del ocaso me despedías con tus ojos pinchados a mi nostalgia y me chocabas las manos en señal de cómplice de una jornada agradable.
Pero antes, también jueves por seguir las señas, me pedías buscar los cochinos que imaginabas en el campo de la Tiesa y las serpientes y los leones y las libélulas y no sé cuántos animalitos más que componen tu colección de aficiones de la que nunca quedas completamente harto o decididamente satisfecho. En aquel tránsito que nos llevó al otro pueblo, a veces intentabas dormir pero sin dedicación y hablamos de tus gustos mientras abuela conducía sonriendo cada una de tus inspiraciones.
Luego fue todo actividad, como si el letargo, tu letargo, hubiera durado un siglo y estuviesen entumecidos tus huesos, una desenfrenada inquietud que te hacía tirarte al suelo, subir a la chimenea, arrastrar las sillas, mezclar las patatas con las risas, pedir insistentemente un helado o creerte con sueño hasta acudir al regazo de mamá en demanda de la ternura necesaria. Ni siquiera así te ví cansado, no aparecían signos de agobio en tus gestos, eras un superman indomable que desafiaba las leyes de la libertad. Y lo conseguiste, ayer jueves, una vez más.
Volvimos a casa para cerrar por algún lado el camino inacabable de nuestra conspiración y tampoco fue posible completarlo. A la mañana que me alentó del nuevo día fui a creer que aún era jueves y seguías conmigo en nuestro festín. Y de tanto querer se me hizo un jueves emotivo que perdió las zapatillas y le resultó imposible llegar al viernes. Y ahora sigo en jueves escribiendo lo vivido.


Ramón Llanes. 2-11-07 (19 hs).
EL DESHONOR DEL RECUERDO



Para distinguir las palabras escritas
unas de otras, para sacarlas del pensamiento
dispuestas a ser aire o grito,
las estrujo, las palpo, las acaricio.
Se me hacen pronto recuerdo,
el recuerdo honra el patrimonio poético,
ello conforta, anima la felicidad.

Aquellas escritas desde la inconciencia
de la locura, las palabras momificadas,
los versos gráciles, el énfasis lírico,
aquello que germinara en tono de melancolía
blanda, aquello soñado para vivirlo,
lo cursi buscado, la voz pausada, el predicado
de la oración sin pena, las motas de cristal
en el agua como garfios señalando destino
que ensalcé por mi bizquera,
aquel honor desvivido, rancio y sonriente,
aquello que ahora leo de mi poemario,
no es mi pensamiento,
me deshonra haberlo escrito sin clave
para el borrón. Me hiela las manos este recuerdo.

No soy el vocero, el enclenque. La dinastía pobre
del mundo que me crearon para versar o pensarlo
tampoco la reconozco ahora que mejor lo pienso.

Dadme nuevas manos
para romper impulsos, gemidos, braceos.
Manos de lanzas para matar creencias,
manos de agua para apagar cráteres antiguos
de pasiones. Manos de limo para humedecer
los pasos y borrarlos con la próxima escarcha.
Dadme espadas, pértigas, jábegas, alambres
para cubrir el currículo con otras credenciales.
O dadme palabras
que me sanen este febril mordisco.

R.Ll. 24-11-07. (19,41.h.)
EL DESEADO TIEMPO DE LAS SOMBRAS



1.


Los ojos,
trizas de aire,
vaivén, ni un respiro
de luz, la tienta de la sombra,
preludio de un castigo,
vida sin desterrar
en un añil de biznaga blanca.

Se han caído los ojos
desde la esperanza.























El deseado tiempo de las sombras.
2.


Espasmo,
miedo, tal vez, a la existencia.
La luz, se calca en el espejo,
son dos los vicios, dos los tiempos,
dos los plazos
para la eternidad
sin pulso ni memoria.

Se ha caído la esperanza
desde los ojos.
























El deseado tiempo de las sombras.

3.


Mirad vosotros la pupila,
decid el nombre de la palabra
tiempo, en bemol,
en pan de oro,
en sánscrito,
hasta la nada de la sombra.

Se caerá la mirada
desde el perdón.
























El deseado tiempo de las sombras.


4.

La luz no justifica la vida,
delicadeza es la sombra,
tiene espacio,
rendijas que la cubren
y a la claridad halaga
y aprisiona,
el color es el afecto
y la frecuencia.

Se caen las sombras
prohibidas en la luz.






















El deseado tiempo de las sombras.


5.-

El pálpito roto de un hombre,
el sueño desliado de un hombre,
desde la suerte de no vivir
gozan la llamada. La vida ha creado
la muerte.
Acá es casi sombra
cuando es de luz el llanto.

Y se caen las palabras
en los caprichos.























El deseado tiempo de las sombras.

6.-

Para morir
ha de ganar la carne
una partida de tiempos
o que la regla
pierda corazón
entre los vivos.
El vaivén estremece
solo el fuego arde.

Se le caen al deseo
las sobras de esperar.























El deseado tiempo de las sombras.

7.


Para vivir
el grito es el signo,
los gregarios se espantan
a la vez,
dispersan presagios,
tumban la trena
al sitio perdido
y desaparecen de la batalla.

Se me cae la libertad
si he de ganarme la vida.






















El deseado tiempo de las sombras.

8.


Oíd, miserables, la memoria,
el gesto que llamáis olvido
no es la muerte,
oíd, que lo temido
no es la muerte,
que la muerte amada
no es menor que la existencia,
que la muerte cotidiana
es la estética del sueño.

Se caerá la lágrima
con el último pensamiento.





















El deseado tiempo de las sombras.


9.


Y no amaré
sin lágrimas. Oíd si las lágrimas
se desprenden
o se rompen
o se mastican
cuando el silencio narra
el trago que teme un adiós,
cuando es eterno
y los ojos tiritan de placer
hacia el deseado tiempo
de las sombras.

Y cae un desafío
desde la luz.


















El deseado tiempo de las sombras.


10.

La noche imita siempre
un eclipse,
una renuncia de la luz.
En la noche, se sabe,
nace la luz
para luego apagarla el día.
Cuando se juntan, cumplen,
se fascinan.

Y no se les caen los reflejos
a las luces tardías.






















El deseado tiempo de las sombras.



11.


Escribid la vida, que desde las luces
se abren las soledades
en pasos de arena,
con el sorbo de calma
se brinda,
en una eternidad,
el tiempo es todo cálido,
sin focos que lo enfríen,
sin fuegos que lo abrasen.

La nada se cae
con flama de cenizas.



















El deseado tiempo de las sombras.



12.


El tiempo ágata se atisba
de eternidad, el azul de locura,
de claro son medidos,
límites de espacio,
temporales,
los reflejos, aún pocos,
desnudan la sombra
y la hacen frágil, vulnerable,
nadie apuesta,
solo el silencio la envejece.

En el trasluz se caen
tiempo y agua, al olvido.


















El deseado tiempo de las sombras.



13.


Si fueres de vida
ni un agregado de tiempo
colmaría tu sueño,
sería empezar y acabar,
acabar y empezar
sin rubor,
desperezando páginas
por un minuto más
de sorpresa, de prórroga.
La felicidad es lo contrario
a la frontera.

A caer sin tener comenzado
el renglón de la primera palabra.

















El deseado tiempo de las sombras.

14.


Si de muerte fueres
todas las eternidades ocuparían
la luz contagiosa
a palmos. Crecida de tiempo
y amoral, campanas, dotes,
el insomnio en trípode
de estío, la única verdad
que se bebe y el corazón
tendido en las manos,
todo perfecto
y las vueltas sin un desgaste
sin un pánico.

Y no caerían las noches
agua húmeda hasta la hierba.


















El deseado tiempo de las sombras.

15.


Mentira del tiempo
que dobla una aguja, adelanta
un reloj, detiene un beso
y no alivia el cansancio.
La verdad no dicha,
el escrito de horas
que guarda la caja de música,
las desganas,
los fracasos,
la sin-pena y el destiempo.

Hasta caer de peso
un número del calendario.




















El deseado tiempo de las sombras.

16.


Probemos la deshora
de estar, afirmar la vida
con dos negaciones,
negar la muerte con dos afirmaciones,
probemos a ser
cuando no fuimos,
lo que no seremos,
lo que faltó al relojero
para darnos un farol distinto.

Probemos caer, de pronto,
en el juego de sospechar lo soñado.





















El deseado tiempo de las sombras.

17.


Si acaso fuere hacedor,
las luces cabrían
en una tarde,
las sombras no cabrían
en un siglo,
un marco sin ventanas
sería vigilante
de la ausencia
y al pasar los tiempos
callaría de miedo
el oro de eternidad
escrito en la vida.

Si viere caer mar de áldoras
en los silencios.


















El deseado tiempo de las sombras.
18.


El llanto del vencido
al nacer,
para morir esboza
una sonrisa,
lloran
quienes estrenan el parto,
ríen quienes esperan una luz.
La paz es de la muerte.

Se cae del pensamiento
el culto a lo posible.























El deseado tiempo de las sombras.
19.


Ayer, culpó el alba
el aliento de la noche,
de nanas adolescentes,
resumir la amanecida
en banquete de luz,
de la luz por inercia,
de luz y más,
de luz liviana
y luz doliente,
a los mismos párpados del día
llegaron en aviso
de victorias.

Allí cayeron cirios de luz
en un alba de llovizna.



















El deseado tiempo de las sombras.
20.


Ayer no es el tiempo acariciado,
será mañana,
será mañana que crezca
la boca de ansiedades,
que envuelva
de una sombra pulcra
el lecho,
memorias en ardores
y candelas
para el ayer sin caricias,
con el obstáculo de rendir
cuentas ante nada.

Para caer al lupanar
de las pasiones.



















El deseado tiempo de las sombras.
21.


Han puesto lámparas de sombra
al corredor del tiempo,
las paredes tramas de gris velado,
se aplastan impaciencias
de costumbre,
con clamores se silencia
cada protocolo,
tramita el ambiente
una miel de goce,
alguien habrá renunciado
a vivir.

Y acaso caiga de la palidez
una sonrisa.




















El deseado tiempo de las sombras.
22.


Hoy pronunciará
discurso de ambición
convencida de gloria
la luz de los canelones
sombríos del enjambre,
que de allá jamás salió un brillo,
siquiera rayo de brillo
ni estertor de claridad
pero no es poco
la conquista, si la alcanza.

De fuerzas, se le cayó
débil a la luz la gloria.





















El deseado tiempo de las sombras.
23.


Empieza el trago agónico
tras el fausto atardecer,
entonces nace la muerte
paso a paso,
el centenar de médulas,
los amantes,
y la tragedia solo alcanza
acierto de melancolía,
aquello más parece la vida.

Para no caer llegan
los elegidos.






















El deseado tiempo de las sombras.
24.


Poseen la sustancia sombra,
adquieren madurez de eternos,
se untan luz en las heridas
los elegidos
ya sin miedos de ausencias
de ocupación,
hechos a perder reflejos
sin apariencias de dolor,
los elegidos
al agua de las sombras
son la otra mitad
de los vencedores.

Es profundo el cuerpo
para caer tantas veces.



















El deseado tiempo de las sombras.
25.


La luz se somete a la nada
y desaparece en estrellas
repetidas, en mares inalcanzables
y en la rutina de los días.
La piel de la sombra
se fortalece a través
del espacio de la luz,
su debilidad no aparenta
tiempo,
la sombra es la muerte de la nada,
la nada de la luz,
la emoción del tiempo.

Jamás se le caen motivos
a la eternidad.



















El deseado tiempo de las sombras.
26.


Imposible convencer
desde un hilo
de naturaleza opaca
la sinrazón
del premio de la muerte,
ningún hemisferio
descubierto del cerebro
lo sabe aún. Imposible
compaginar deseo y pertenencia
en un mismo sueño,
o realidad y tiempo
en una única vida.

Es caer desde la inexistencia
lo trascendente.



















El deseado tiempo de las sombras.
27.


Delirar con los ojos abiertos
nunca mermados
nunca delebles
nunca flácidos,
temer la locura
que ciega
y destruye, a menos que el tiempo
se ocupe la memoria
en frescor de sombras
y olvide el tributo.

A menos que se caigan
tiempo y locura a la misma memoria.





















El deseado tiempo de las sombras.
28.


Por la vida
que es un punto
en un paréntesis del universo,
ola, otoño,
pasaje inquieto
donde la templanza duerme,
los seres reproducen
torpezas, se desmerecen
y solo se asustan de vivir.

A los seres que se les caen estrellas
y no cercan el suelo.






















El deseado tiempo de las sombras,
29.


Por la vida,
que sangra la locura, pudre
emoción, mancha el agua,
por la vida abstracta
que ordena búsqueda
de felicidades
sin resultado,
por esa vida agregada
al dolor.

Si tuviere lugar donde caer
manos y espejos.






















El deseado tiempo de las sombras.
30.


Por la vida innoble,
servil, ciega, con dardos
en las sienes,
con dientes en los ojos,
vida de aliento límite.
Por el dulce temor
de llegar,
cuando la nostalgia
pone el emblema,
nada admira el presente.

Quedan versos en alcohol
sin caer, de por vida.





















El deseado tiempo de las sombras.
31.


O por la suerte de la luz
pensativa, detrás del apagón,
nunca mima el futuro
la sombra robada
y de la luz
se desprende algarabía
con destellos
pero la música
aparenta
que se ha ido.

Para merecer que se caiga
es tarde el futuro.





















El deseado tiempo de las sombras.
32.


Hagamos hoz caliente
al lado del recuerdo, hagamos
que fuimos,
volvamos al presente,
atemos a la tierra el fruto
de la luz
que es el tiempo
y pensemos cómo
se renueva la verdad
sin nosotros.

Luego dejemos caer
el equinoccio.





















El deseado tiempo de las sombras.
33.


La luz anda con los dedos,
tropieza con el árbol, con el agua,
se transforma al color
que la absorbe.
La sombra anda con los ojos
esquiva los destellos
y se queda en pocos lugares,
donde haga la falta
de sombrear, espíritu, calma
o tiniebla.

Para después ir cayendo
a la tierra, en reposo.





















El deseado tiempo de las sombras.
34.


Del tiempo no se agranda la vida,
a más tiempo
no se espera más vida,
la vida solo es suerte
de estar,
la eternidad es la vida
que rompe la presencia
y detiene la agonía.

De por vivir se cae
a una ausencia de eternidad.























El deseado tiempo de las sombras.
35.


Fijemos la muerte en la luz,
la vida en la sombra, que
representen la comedia
del tiempo,
que se extirpen,
se profanen,
se dividan,
y no habrá emisión
en los próximos
mil siglos.

Atentos a la caída
de los dioses que no son eternos.





















El deseado tiempo de las sombras.
36.


Fijemos en una sombra
la inexistencia,
de qué color la nada,
qué mérito del tiempo.
Sombra y nada
dejan de ser apariencia,
se nacen sin contar con la vida,
y nunca
acuden al consuelo.

Al atardecer de la sombra
no cae un reproche.






















El deseado tiempo de las sombras.
37.


Fijemos en una luz la vida,
de qué color se sueña,
de qué se alimenta.
Luz y vida
se vuelven apariencia,
se acaban llamando a la muerte
y se apestan de dolor.

Y al amanecer se caen
de soberbia en el reproche.
























El deseado tiempo de las sombras.
38.


A concebir sueño y hortensias,
votos de ilusión,
hornacina,
profanación de la luz
al borde de un colapso
de orgullo,
sacar de la voz
un grito calmo que enderece
razón y armonía.

Rito al caer desde el sueño,
razón de las hortensias.






















El deseado tiempo de las sombras.
39.


Y concebir membranas en grises,
concierto de velos,
saturación de sombras
en el epicentro del día
y traer crepúsculos y cirros,
cornucopias satinadas,
musas a la señal del libro
que escribe de emociones.

A nada que aluda
caerá con fatuos de tristeza.























El deseado tiempo de las sombras.
40.


Concebir que el tiempo
agrega sombras,
décimas deseadas de sombras,
tumultos de sombras,
que el tiempo se hace así
creador
y evita arrogancias
y anula timidez.

Preferencia del tiempo
no es la caída.























El deseado tiempo de las sombras.

41.


Ayer es aún enigma,
perdió equilibrio la luz
en su declive de la tarde,
los fondos del aire
la echaron a la boca
de la sombra,
su turno fue de locura,
debió gratitud al sosiego
que olvidó en la rabia.

En la sombra el enigma
cayó de melancolía.





















El deseado tiempo de las sombras.

42.


Efímero y luctuoso
se graba el beso de la vida,
a un paso de la ausencia
se graba el olvido,
para la muerte
se enmienda la letra
todo requiere un imborrable
acento
que llegue a ser eternidad
creada en lo inmediato.

Para caer, solo para caer,
se arregla una vida.




















El deseado tiempo de las sombras.

43.


Anunciemos lunas,
oscuridades y sombras,
selvas y socavones,
cuevas desautorizadas
y mar profundo,
porque nos invade
la luz invencible
con pintada de vida
y la mortalidad finge
la grandeza.

Ahora simula no caer
temiendo que duerme.




















El deseado tiempo de las sombras.

44.


Anunciemos respiración y mirada,
tacto y caricia,
creencia y presente,
mas no anunciemos
los silencios del futuro
porque engañaremos
al universo,
se vengará con ponernos
voluntad de eternidades.

Nos mandará caer astros ciegos
que destronen la luz.





















El deseado tiempo de las sombras.

45.


Anunciemos bostezo,
réquiem, premonición
de soledades,
mas nunca anunciemos
tránsito, inquietud
u olvido
que la muerte descargará
la palabra
para trazar inacabable estío
dejándonos sin la recompensa
del infinito.

Anunciemos que no distinguimos
los deseos al caer de la vida.



















El deseado tiempo de las sombras.

46.


Partir dejó de ser proyecto,
intuición o tragedia,
llegar no es pronóstico
de felicidad o regalo.
Ir y venir
consecuencias,
inalterables medios
para probar la vida
en el resumen
de un ser que se crea
y se destruye a sí mismo.

De un ser caído inconsciente
de existir.



















El deseado tiempo de las sombras.

47.


Venguemos al verso.
Neguemos la verdad,
confiando la esperanza
a las sombras,
alumbrando sombra
con otra sombra,
tapando con tinte oscuro
un hueco de luz,
neguemos que hemos vivido
con un cerrar de ojos
en un invierno ardiente.

Se nos vendrá encima el verso,
caeremos de vergüenza, por amantes.



















El deseado tiempo de las sombras.


48.


Venguemos al espacio.
Ocupemos los sueños, los deseos,
los pálpitos,
desaparezcamos de la emoción,
volvamos a sentir
que nos dependemos
así en la muerte como en la vida,
neguemos partir
y sepamos volver
con la luz envuelta en un clamor.

Será imposible caer
al precipicio del término.



















El deseado tiempo de las sombras.

49.


Alcanzado el orden
neguemos la muerte, su disciplina,
su conformismo. Neguemos ser
culpables de morir,
parásitos del tiempo,
consuelo del llanto,
neguemos desde el olvido
que la eternidad
pertenece al espacio
más vulnerable de la memoria.

Neguemos que alguien nos dejó caer
la luz en un pozo de sombra.




















El deseado tiempo de las sombras.

50.


Para afirmar la vida
se define con pasión y aventura
la suerte de comparecer
a este margen de existencia
que abre la eternidad
para que amemos,
aunque volvamos
a rendirnos
y la felicidad nos quede
como una incógnita
del deseo.

Sufriremos el tiempo
para destilar el honor de la caída.


















El deseado tiempo de las sombras.




































El deseado tiempo de las sombras.
DICHO Y HECHO

Al principio fue un pensamiento, que se hizo idea, que se hizo proyecto, que se transformó en diseño, que se hizo público, que gustó…y se llevó a la realidad cumpliendo los plazos señalados y previstos. La primera idea, casi fugaz, solitaria y endémica, incompleta y poco salpicada de valores, es en este momento en que sostengo contigo este trámite de entendernos, un mercado de ideas; sí, un mercado de ideas que se encuentra en la posibilidad de cada cual, en su capacidad, en su órbita de desarrollo, un mercado de ideas extendido por todas las mentes y con sustrato bioquímico suficiente como para alcanzar la razón, la meta, el sueño o la utopía.
Son productos ya consumibles de ese mercado de ideas, donde se compran y se venden, los puentes que unen sentimientos (que ya son muchos), los libros que encajan en cualquier vida (que son incontables), la miel de brezo( que es riquísima), el jabón de miel (que es original); todas las ideas con un mínimo de franquicia han sido puestas al servicio de los hombres y de los tiempos. Recordemos que la electricidad fue una idea, que la camisa fue una idea, que la catedral fue una idea, que todo lo que nos ocupa, primero fue una idea.
Las ideas se inflan, cunden, no se acaban; son patrimonio del torpe y del sabio, del inteligente y del pasotas, del macarra y del vanidoso. En el mercado de ideas, sin embargo, no existe pócima que evite la soberbia ni medicamentos para inspirar la paz. Es de esperar que este mercado vaya en aumento de productos y que muy pronto encontremos en la primera tienda de la mano izquierda, según se entra, soluciones para seguir resolviendo nuestro mundo a través de nuestras propias ideas, que luego serán proyecto, que después se transformarán en diseño y más tarde serán sueño cumplido. No olvidaré llevar al mercado esta misma idea.
CADENA SER
Ramón Llanes. 12-3-2010.
DETALLES.

La apariencia del tiempo, su continuidad, la perspectiva. Me cuentan un secuestro que pertenece a una milonga de golfos, ellos eran secuestradores y secuestrados, el montaje ideal para las películas de acción que pueblan estos rincones, cada vez tienen menos partidarios, es un detalle. Están aquí los feriantes que dormitaban un invierno demasiado largo para seres que necesitan el pan de cada día, se mueven de plaza en plaza creando ilusiones y cerrando las madrugadas con música estridente, completando los ciclos, transeúntes o inquietos, siempre serviles a la constancia, siempre los mismos, acá y allá, arrastrando posiblemente penas y agobios que nunca llegaremos a saber, pero ellos te sonríen si te acercas a comprarles su producto de vaivén o copa, es un detalle. Cancelar el viaje previsto, surgieron de la nada los espasmos, el suelo se hizo espeso y duro hasta llegar a la sobriedad de la casa que nos acogió a todos y mereció vivir la experiencia, un detalle. Hasta acaso no saber si dedicar las vacaciones a leer lo vivido o lo que nos queda por vivir, o acertar en la manera de firmar una prórroga de sentimientos cuando te dan el último aviso, un detalle.
Se trastocan los deseos, qué me dices, nos trastocamos nosotros, es la ropa la que envejece, los ojos no se cansan. Hay un tufillo a calor inmenso que nos tiene atados a las sombras y perdemos la óptica casi de la luz, detalle al menos para continuar poniendo piezas en la pared, sí, la foto de los abuelos, los platos colgantes, una pintura de autor desconocido, sí, la maceta a pie de ventana, las cortinas, el exceso de sopor y el paso cambiado por esta otra melancolía de estío por alguien que se te va un tiempo a otra parte y le añoras, un detalle, todo es un detalle de vueltas con lo realizado, el buen uso de la realidad.



Ramón Llanes. 15.7.05.
DERIVACIONES DE UN SOLITARIO.

Me fijo en la tarde que lagrimea, un lastre más para esta soledad, me detengo en la calma, curiosa perdida calma, cuando se tributa tanto por la espera nada te parece premio, ni el final de la espera, ni el principio de una llegada. El pago no tiene retroceso, las lamentaciones son calima hasta en la memoria y el bulto es enorme, casi insoportable. Me fijo que hicimos imposible lo posible.
Atiendo el reloj porque me gustan los relojes y me gustan los relojes porque me han marcado siempre un tiempo de deseos, porque de los deseos hice suposiciones, de las suposiciones encantos, vida de los encantos, supervivencia hedónica para distraer a los murmullos. Pero ahora es todo silencio, he perdido un poco de voz, intento hablar más en la suerte de la compañía que solo es fruto matinal. Este silencio proviene de la soledad y tiene nombre de cementerio y no me gustan los cementerios con lenguajes de vivos, tampoco me gustan los vivos que mueren solitarios, ni los solitarios que viven con las voces, ni me gustan las voces que no llevan pensamientos. Me gustan los pensamientos, los pensamientos tuyos, los tuyos, tuyos, los que te distinguen en mi afecto y comparto y son rutas que corremos juntos. Y nos gustan las rutas, hablo también de ti, nos gustan las rutas evidentes, las claras, las ciénagas, hemos amado juntos todas las rutas pisadas. Con rutas hicimos tartas, lo recuerdo; tartas que masticábamos juntos, todo lo hacíamos juntos hasta que llegamos al precipicio y nos paramos y a ti te empujaron después y nos perdimos en el vacío y se nos hizo imposible lo que tanto habíamos soñado que era posible.
Ahora me fijo en la parte asegurada, esa intensidad compartida que fueron los enigmas de cada día, de los desafíos y los encantamientos que nutrieron nuestras capacidades para sobrevolar las cornisas altas, tomar tierra sin pisarla y mirar desde una cúpula vivida, con orden; nos gustaba mirar y mirarnos, nos gustaba gustar y gustarnos y eso no se perdió en la hondonada del precipicio. Y ni por qué ni cómo atrevemos a calcular que rompiéramos la jícara y olvidáramos que aún sobraban motivos y chocolate. Y por qué aprendimos a comunicarnos con risas, lo recuerdo; y por qué se acaba lo inacabable e hicimos posible lo imposible sin ayuda de dioses y ellos se distrajeron de nosotros y borraron lo posible (¡malditos!) con greñas que nunca fueron nuestras.
Con estupor me fijo en la tarde que lagrimea detrás de las paredes y mi alma emite lamentos en estas letras, porque sabes que me gustan las letras, sabes que te gustaban mucho mis letras, te gustaba más mi prosa poética, te gustaba que escribiera y aquí me tienes, escribiendo sin ton ni son, compungido, como la tarde, y mordiéndome la lengua para que no se me vaya el afinamiento de la soledad, que empieza a desafinar y a tener arritmia. Me estremezco, hace frío o será el silencio que enfría y lastima. Me fijo que siempre, todo, es silencio si no te oigo, campanilla de mi gusto, pajarilla cantarina y alegre como te bautizara acertadamente tu madre; perdido también el timbre me fijo ahora en lo tenido, como un jerarca que impone la ley de pensar en lo tenido, así, admito la norma o la someto a mi lente, me gusta tanto o más lo tenido que desposeo, más lo palpado y restregado, más aquello que me han robado los mil ladrones sin nombre que se estancan como virus en nosotros. Y nos aprendimos a cómo cada uno sabía caminar en la ensoñación y el enojo.
Y de sernos útiles a morirnos por despojarnos de lo amado fue la sombra de un cable sin tensión y sin chispas, fue un cable que también quería morirse quien nos obligó a firmar el calambre. Nunca firmamos contra nosotros, recuerdo; creímos que nadie nos fijaba la mirada y sí la mirada y luego la ira fijaron para nosotros como condenados a nunca entendernos y salieron a la búsqueda del brujo a que nos volviera tercos para desencontrarnos. Colaboraban llantos, miedos y acechos para conseguir que se nos estrecharan los labios y no pudieran besar amando, y están en la locura de separarnos hasta que se hizo real la impotencia y se nos pintó en todos los paisajes la cara del brujo. Ya ignoro si miento o me creo que nos persiguen y nos pueden y nos hunden; ellos siguen teniendo más miedo que nosotros.
Esta cara no se parece al abandono; ¿es de abandono?, ¿lo crees?; si fuere misión propuesta, como así acordamos, alcanzar el infinito, no desconfiemos de la verdad, aún no hemos acariciado el infinito.


Ramón Llanes. 25-3-07.
DEFINICIONES



Yo no soy de esta rueda, compadre, ni de esta envidia; yo no traigo la mano en el bolsillo para negarte mi secreto, he sido esclavo de la espontaneidad y las pasiones; y éstas no te enseñan a ocultar. Yo no soy de esta sangre ni de la prisa ni acaso del reparto de las sobras; soy, eso sí, quien se aprendió a desvivirse y a multiplicar favores en donde quiera que le alzaban la voz o le enseñaran la carencia.
En casa falta de todo y todo rebosa porque el todo solo significa el alcance de la capacidad de cada uno y se inventa lo que se echa de menos; del corazón hacia arriba no es preciso buscar, que a los ojos se encuentra siempre una miaja de esperanza, en la voz un grito, la palabra o un cante, en las manos (aunque parezca que quedan por debajo) el tacto insertado capaz de transmitir sueños y memoria. Y los besos se juntan ahí, corazón en medio para noquear los desencantos. El otro que conoces, compadre, de quien me hablas, no ha dejado huella, no soy yo.
Aquí me tienes, abierto y loco, puños de amistad y necesidad de hombre. Es que te necesito, apostaría largos trechos de vida por ti, aunque en realidad no seas mi compadre y estés con los ojos soñadores que pones a los momentos infinitos, esos que te hacen bajar las gafas hasta las manos y descifrar a la gente con exquisita cordialidad. Tú eres el santo, la seña del sentimiento; yo, amigo, ni una pizca de parecido tengo con lo que me enseñas. Vivimos al lado del puesto, con la balanza inclinada al corazón, con sangre que rebotan las espinas, me lo enseñaste. Y también a memorizar los acontecimientos de tu Osma, me enseñaste. Y a entablar afectos, buscando un hilo para encontrar una madeja, me enseñaste. Y la bondad y las cosas que se escapan de los ojos y la pureza de espíritu, me enseñaste.
A veces, cuando soy indolente, me traes una lágrima y cantamos juntos.



Ramón Llanes. 30.01.05.

sábado, 8 de enero de 2011

DE SOMBRAS Y SOMBREROS.


Nada; el tiempo de las sombras es nada, el espacio de las sombras es el hueco por donde llega el placer, la calma conseguida. Nada; el sombrero es nada más que una sombra en el pensamiento, también es nada el descanso, la tormenta de estío es nada y puede ser nada el deseo. La nada no es la inutilidad ni la carencia de algo, nada, es un concepto lleno, con personalidad empírica y consecuencias, como la sombra, que no es antónimo de luz .
La sombra que viene no se busca, acalla el sopor; el complejo de la sombra tampoco es su ineficacia, las sombras son la nada o el todo, la pureza para la envoltura o la torpeza para ser reciclada, globalizando términos. El espacio está para ser ocupado, la sombra para el contraste, el sombrero para el alivio, la nada para todo; para la falta, para la carencia, para la abundancia.Se escribe de la nada como de un hallazgo. A estas alturas aún es una sorpresa vaciar la nada.
Puestos en la sombra, quedo en misceláneas, misantropías y otras vulgaridades al desuso, que a la sombra se le hace dueña de cualquier cuerpo, al sombrero se le arranca de la percha echándole de menos en tardes de esta calentura de fuego que más parece la antesala de las calderas que nos llegan inmerecidamente y para ello mejor que nos solventen el placer sombra y sombrero que dejan de ser nada cuando se les muestra eficiencia.




Ramón Llanes. 18-7-06.
DE PAR EN PAR, ABRIL


Dejó el tiempo cántaras de agua para abril, el sonido viejo de una lluvia creciendo en los cristales, el rubio de la tarde en descenso, todo abril en hechizo, rompedor y efímero. Se irá, dejando el color bermejo en la nostalgia, dejando líquidos, alianzas, los árboles sembrando las sombras; se irá, lo han dicho los siglos, se irá con senos de hembra teniendo el nidal en más compromiso que promesa. Las voces que erizan el adelanto en los besos se eligen para vivificar el sentido de estar plenamente en abril con espuertas de margaritas, lirios silvestres y correntías en las comisuras de las tardes, que caen sin darse cuenta de que se van.
Por aquí, que siempre es animación de encuentros, se oyen todos los sonidos, se aprietan los panes, se emocionan las miradas; por aquí, que siempre parece primavera, necesitamos nacer de cada sueño para descender de los ojos hasta los cielos bajos de la madre adorada tierra, entrañable y amena. Y abril nos embruja, nos alienta para todo el año, hace de empuje con nosotros que vivimos sin moldes y pegados a la espontaneidad de los placeres.
Gentes de abril, de par en par nosotros, como el saber tenerlo, como pasearlo con propinas de calma, nosotros agachados o deambulando, en esa doble nacionalidad romántica de un libro y un beso, que para eso abril abriga corazón y razones.



Ramón Llanes.
23-4-07.
CON MATICES


En el sobrenombre dios es diablo,
el verso una prosa,
la palabra un silencio cantado,
yo soy el eslabón perdido
o la nada inquieta.
El canto del sordomudo
se expresa con intención,
se oye con matices.
Amar pertenece a la pérdida
de la conciencia,
todo, en el sobrenombre, es inexacto.
El tiempo un comodín,
el duelo un cansancio,
la pena un desacuerdo,
la flor una pausa,
la mirada una eternidad,
la paz un muñón del pensamiento.
No entra la duda
cuando es lo único exacto
en el sobrenombre de existir
y se dispersa el certero deber
de seguir buscando,
acaso en el dolor,
con matices.



Rll. 19-7-07. (20.44)
Hoy por hoy. SER.
COLORES.


A poco que lo intentemos podemos saber el color de una rosa. Con algo de imaginación adivinaremos el color de un atardecer que no veamos. En una tempestad aprenderemos el color del miedo. El color de la nieve lo tenemos aprendido de memoria. Comprendemos el color de la muerte y el color asfixiante del humo. Nos viene con frecuencia el color de una copa de vino o el color extraño que deja una huella de herida. Hasta entendemos el color de la pureza de tanto como nos enseñaron. Incluso el color de los ángeles o el color del paraíso. Los colores de las frutas marchitas y de los invernaderos, del corazón y del orín, del azufre y del oro. Los colores absorbentes de una gota de agua convertida en lágrima. El color del asfalto y de la miseria. Hemos visto el color de las luces distinguiendo entre aquellas que nos muestran alegría o dolor. El color de la noche asola nuestro pensamiento, el color de los ojos de la mujer que amas, el color del camino. Hemos sabido ponerle color a la distancia y al abrazo pero no me atrevo a colorear la expectación que me produce la esperanza para el año que mañana empieza.




Ramón Llanes 31.12.04.
La luz es una sombra que se enciende.
Las sombras son las luces que se apagan.
La voz es un silencio que se pierde.
Los silencios son palabras que se callan.


La vida es una muerte que se vence.
La muerte es una vida que se acaba.
El día es una noche que amanece.
Las noches son los días que se pasan.


El frío es un calor que se enfurece.
El calor es un frío que se engaña.
El aire es un agua que se mece.
El agua es un aire que se estanca.


El sol es una luna para verte.
La luna es aquel sol que tú me mandas.
Y tu amor es la causa de mi suerte.
El tiempo es el capricho que me falta.







Ramón Llanes. 25-3-06.
ATENTO


Está el paisaje veraneando de nosotros
con su puesto de helados
y su sombrilla. Estoy atento
al mechón que se le cae a la tarde,
a los prismáticos, a los ojos,
al cuento indígena que me ruge
la siesta, al manzano, a la lentitud
de las horas. Atento a distinguirme
entre la soledad y el espacio,
atento a masticar sin morderme.

Anoto fechas, me inclino en el riego,
pongo el agua en su sitio
y no me cabe, sobran cuadrículas.
Luego tú, sin conciencia del dolor,
con esa razón de salvarme
me hundes. Luego, la tarde
hundiéndome también
y la noche al acecho,
luego, el sueño que invita a no despertar,
la singularidad de un bostezo,
la dosis de lumbalgia,
luego, nosotros, desposeyéndonos
en la distancia, atentos a no conceder
ventajas al recuerdo.


Rll. 16-7-07.

viernes, 7 de enero de 2011

ALGO GRANDE
Al dormir todo era pequeño. Miré los árboles, miré la mina, me reflejé en el agua, pisé la tierra, todo era pequeño, todo cabía en una mano y sobraba tiempo para recorrer el paisaje. Una extraña transformación de mi mundo o una ilusa magnificación de mis cosas. La certeza estaba en lo difuso del pensamiento mientras conseguía erguirme a la cima del sueño y olvidaba aquel sentido abstracto que tenía mi tierra en tiempos de destemplanza.
Antes de cerrar la escotilla dulce de mi sorprendida dolencia dediqué la razón a los momentos grandes que aquí se han fraguado y que hacen imposible empequeñecer el espacio y sus elementos, que impiden que una corta sea un simple agujero, que las ricas piedras aparenten inutilidad, que de los hombres se hayan minimizado sus esfuerzos, que toda su historia se escriba en una hoja, que haya caducado todo el contenido de la gran memoria de este milenario lugar tan enaltecido, tan valorado, tan excelso. Puse, digo, mi razón, a recuperar mi Tharsis desde su hondura hasta su gloria, como lo habíamos concebido, como lo habíamos forjado en el tiempo, nosotros los que ahora lo vivimos y todos aquellos antepasados que pusieron aquí sus pies, sus ilusiones, sus pensamientos y sus palabras y que también como nosotros lo vivieron a pulmón abierto y con el ideario encaminado a mejorarlo.
Dudo ahora si culpar o agradecer al cansancio que me llevara a la espita alta del más alto sueño desde donde recibí la contemplación jamás imaginada. Crecido en mi razón, el sueño me hizo cambiar el estado de las cosas, todo aparecía iluminado, el paisaje tenía la luz del tiempo antiguo y la luz del tiempo nuevo, todo era lo mismo, las cortas estaban en su lugar de siempre, Filón Norte, Filón Centro, La Esperanza, Sierra Bullones, los diques quietos y llenos de valentía; sonaba a barrenos, olía a mineral y pólvora, existíamos todos los habitantes de toda la historia de Tharsis, todos estábamos buscándonos, todos nos conocíamos, solo había cambiado el momento, nosotros éramos como una fuga de la eternidad o una licencia de la vida pero existíamos, con ropa, coraje, ambición y destreza.
Quiero saber si desperté en mayo con la obligación de vestir mis esperanzas con el traje corto, ponerme el sombrero y caminar con voz y guitarra detrás de la vida, junto a quienes amo y me aman, desde esa eternidad medio soñada y medio vivida. No olvidé decir para quién escribo.
Ramón Llanes. 12-1-08
AL ANDALUS
En honor a José Manuel Morgado
y en recuerdo a la visita de sus amigos de Huelva.
Temples de manos y almas,
de corazón y conciencia,
de razones y crianzas,
de “alentejanas” vivencias
que mezclan sureña raza
en voz, canción y apetencia
con el son de fado y casta,
con el fandango y su ciencia,
Reguengos en su bonanza
y Huelva con su creencia,
ambos con mil esperanzas.

Huelva y Reguengos 20-9-08
BAJAR A LA MEMORIA


Lo sé, sé de todo lo sentido, de lo vivido, de lo nuestro, de lo ajeno cercano, he bajado mucho a la memoria; y aquí donde son huellas los silencios, en la cripta misma de la memoria, están los abuelos mirando qué hacemos al pisar la tierra, si profanamos su creación o la adoramos, si entendemos de estirpes y mantenemos la dignidad. Lo sé, sé que están las abuelas con la cara muy blanca y rosa los apellidos rezando el amor a la manera del tiempo, deseando que les limpiemos todos los días las calles, hagamos la lumbre y cenemos en el enjambre de la santería. Y los primorosos recuerdos que se soslayan en la paz de la memoria, comentan las abuelas desde el murmullo inaudible.
Ayer también está como reforzado en la memoria, ese ayer de pronto, de cuando solo hace falta levantar la primera sábana y te lo encuentras, ese ayer de póstulas y letanías, adonde los parientes dormidos quejaban su sueño y dejaban que viniéramos a estrenar la copla o el pregón, encender los ojos o apretar el abrazo. También, por entonces, aconsejaban los mayores que gozáramos sin torpeza. Vino, en este ayer que aún se toca, el padre, a beberse el camino o a caminar el agua, vino con nosotros, con las cacerolas de la madre y la espera gloriosa de los nuestros de aquí, que hacían más fiesta porque estábamos, que magnificaban la consigna de los antepasados y se volvían dioses, porque estábamos. Lo he vivido, lo sé.
Cuando, con tal descaro, se baja a la memoria no queda otro remedio que postular el ideario de la familia, de cada uno de la familia que ha grabado corazón, gesto, manía, olor, inteligencia, voluntad o cejas grandes. Y a ellos, que son el prestigio del recuerdo indeleble, y a quienes aún trenzan espacios y los abren, reunirles todos los besos calmos, todas las efemérides, todos los sitios escogidos y esperarles siempre en la memoria, con los nuestros.


Ramón Llanes. 23-2-07
EL MERCADO DE LAS IDEAS

Al principio fue un pensamiento, que se hizo idea, que se hizo proyecto, que se transformó en diseño, que se hizo público, que gustó…y se llevó a la realidad cumpliendo los plazos señalados y previstos. La primera idea, casi fugaz, solitaria y endémica, incompleta y poco salpicada de valores, es en este momento en que sostengo contigo este trámite de entendernos, un mercado de ideas; sí, un mercado de ideas que se encuentra en la posibilidad de cada cual, en su capacidad, en su órbita de desarrollo, un mercado de ideas extendido por todas las mentes y con sustrato bioquímico suficiente como para alcanzar la razón, la meta, el sueño o la utopía.
Son productos ya consumibles de ese mercado de ideas, donde se compran y se venden, los puentes que unen sentimientos (que ya son muchos), los libros que encajan en cualquier vida (que son incontables), la miel de brezo( que es riquísima), el jabón de miel (que es original); todas las ideas con un mínimo de franquicia han sido puestas al servicio de los hombres y de los tiempos. Recordemos que la electricidad fue una idea, que la camisa fue una idea, que la catedral fue una idea, que todo lo que nos ocupa, primero fue una idea.
Las ideas se inflan, cunden, no se acaban; son patrimonio del torpe y del sabio, del inteligente y del pasotas, del macarra y del vanidoso. En el mercado de ideas, sin embargo, no existe pócima que evite la soberbia ni medicamentos para inspirar la paz. Es de esperar que este mercado vaya en aumento de productos y que muy pronto encontremos en la primera tienda de la mano izquierda, según se entra, soluciones para seguir resolviendo nuestro mundo a través de nuestras propias ideas, que luego serán proyecto, que después se transformarán en diseño y más tarde serán sueño cumplido. No olvidaré llevar al mercado esta misma idea.
CADENA SER
Ramón Llanes. 12-3-2010.

LUGARES PARA EL OLVIDO


PAISAJE DE THARSIS. POR D. BEJARANO


PAISAJE DE THARSIS.

PAISAJE DE THARSIS. POR D. BEJARANO



PAISAJE DE THARSIS.

SONETO DOLIENTE

Dedicado a Miguel Hernández
en el centenario de su nacimiento.



Aquí tu vida, en demasía dada,
nunca rendida al miedo ni a la muerte,
fuera de Rosal como última suerte,
fuera traición como primera espada.

De aquí tu vida, dolida y ajada,
huída del mal, se nos hizo fuerte;
castigo no fuera para tenerte,
condena no fuera por esperada.

De aquellos verdugos el odio queda,
de ti, la Vida, como una gloria,
de una elegía mil polvaredas.

Y son tus versos noble memoria
para este tiempo que el alma hereda
y el alma guarda como victoria.




Ramón Llanes
Rosal de la Frontera
27 marzo 2010.

A QUIEN

A QUIÉN.





A QUIÉN ABRAZARÉ MAÑANA CON LA SONRISA PUESTA, EL SENTIDO ALEGRE Y LA PAZ DE POR MEDIO.
AQUIÉN ME ACERCARÉ A ENSEÑARLE NOTICIAS QUE NO HABLEN DE LADRONES.
AQUIÉN LE CUENTO ESTA TARDE QUE YO TAMBIÉN ESTOY EN CONTRA DE LOS CONTRATIEMPOS DE LA VIDA DE LOS MÁS DESFAVORECIDOS, EN CONTRA DE QUE SIGAN SOBREPASANDO LOS LÍMITES TOLERABLES DE LA SUPERVIVENCIA.
A QUIÉN PODRÉ DECIRLE AHORA, AHORA MISMO Y MAÑANA Y EL SÁBADO QUE VIENE, QUE ME DUELEN LOS CORRUPTOS PORQUE DAÑAN LA CONVIVENCIA, LA PAZ Y EL ESTADO DE DERECHO QUE HEMOS CONSEGUIDO.
A QUIÉN PODRÉ CASTIGAR CON MI REPROCHE PARA QUE SE ENTEREN LOS VIOLENTOS QUE YA NO TIENEN CABIDA EN ESTE BARCO.
A QUIÉN, A QUÉ MUJER, A QUÉ SER HUMANO PUEDO AYUDAR CON LA PALABRA PARA QUE SEA CAPAZ DE AMAR SIN RIESGO A ENCONTRARSE CON UNA PALIZA.
AL AMIGO QUE ME TRAIGO A CASA PARA DISFRUTARLO.
A QUIÉN LE INVITO A LEER LOS SONETOS QUE ESCRIBO.
A QUIÉN LE PONGO UNA ESTATUA EN MI CALLE PORQUE HA LUCHADO TODA LA VIDA PARA DEJARNOS UN MUNDO MEJOR.
A QUIÉN EXPLICO QUE HOY ME HAN SOBRADO DIEZ POLÍTICOS EN EL TELEDIARIO Y ECHÉ DE MENOS UN POCO DE TERNURA.
A QUIÉN SERÉ CAPAZ DE CONVENCER PARA QUE NO ME OLVIDE.
A TI LO DEDICO, A TI QUE ME OYES, POR SI ACASO COMPARTES CONMIGO ESTAS DELICADEZAS Y NOS COMPRENDEMOS.


CADENA SER.
RAMÓN LLANES. 27-11-09

TU NOMBRE


TU NOMBRE



Con el sigilo de las letras, tu nombre es Carlos, te llaman siempre por estos días desde la tierra que se bordea de monte bajo y nidales; pero también tu nombre es Juana y con respeto te solicita el tiempo para que andes la simulación de tu gloria por esos témpanos de agua que ha dejado el invierno al socaire de tu Andévalo; quizá sea también tu nombre Antonio y ahora se te acerquen las ganas nuevas de posar la fe en los rincones de la plaza porque en todos los lugares saben que eres de La Puebla y te embarga la emoción por los costados; no he dejado de pensar que tu nombre es María, que te cuentas los pasos hasta la ermita, que te sabes de memoria los riscos y las solanas; porque tu nombre es, como el de tu abuela, Concha y las raíces no se te olvidan y vas y vienes, tocas con el recuerdo el flautín de la danza y el son de las rosas de miel, porque te dicen las piernas que es primavera para lo que tú sabes.
Todos los nombres, la estirpe larga tiene todos los nombres, porque el pan ha llenado las bocas de todos los nombres. Las calles son de todos los nombres, los corrales saben a todo y también a la dinastía de la familia que rezuma el olor a los nombres que adornan la historia. El pueblo tiene en su haber una letanía de nombres que, al fin y al cabo, son hombres, son mujeres, son habitantes, pasajeros, indultados por el bien nacer y hechos a las paces solidarias que en torno a una devoción, se viven.
Porque ahora me entretengo en esto de escribir, lo hago pendiente de cualquier nombre que se me viene a las entrañas y los admiro todos y los designo a todos como parte de una parte de mi parte más noble. Quisiera que fuera así cuando tú me tuvieras en la mente, porque es seguro que las estirpes se unen por un lazo espiritual tan invisible como cierto. Y tú eres de aquí y yo soy de allí y los dos somos de los lugares adonde se nos requiere y desde donde se nos llama.
Quede, hermano, tu nombre apegado al mío como si te llamaras Pedro, como si te pusieran Ana, para ennoblecernos en esto tan sencillo que es entendernos a través de nuestras propias pasiones que son las mismas.

Ramón Llanes. 22-3-2010.