RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 25 de diciembre de 2012

DIARIO DE NAVIDAD


DE QUÉ VALE UN SUEÑO


Cuántas veces habré contado los días que me faltaban para llegar a la estación término de la Navidad; ni lo recuerdo, pero sí recuerdo que la soñaba; esperándola, la soñaba, la deseaba con un ansia de bandido, como un lobo la quería morder. La Navidad era, en mi esquema, un refugio donde yo guardaba todos mis dioses posibles y meritorios, donde yo poseía las verdades y las enriquecía en el fuego del abrazo.
En esta edad decrecida repaso a la gente que finge la Navidad; palpo a quienes se tropiezan con la Navidad, me río de aquellos que se beben la Navidad y me pierdo en las garras de los devoradores comerciales de la Navidad. Ahora me extraña la Navidad, como me extraña tu cara de extraño en la Navidad y tus labios sin besos y tus manos sin manos y tus renegados quiebros para esquivar la Navidad. No eres quien eras, has perdido el tiempo en tu ombligo, has desmerecido caer en este ciclo mágico que alumbra lo que tú oscureces. Maldita vergüenza que nos reinas en despropósitos, vanidades, desencantos y miedos.
Alguien mirará una estrella y verá un recorte de prensa con una foto de tí, tuya, de todos, nadando en la indigencia de la soledad, buscando carne para la boca y miseria para el alma; alguien estará esperando que llegues para tenerte y vendrá solo tu recuerdo, a destronar los colores y fundir en agrio la poca alegría.
De qué vale un sueño si te has ido con los guantes de cristal y las sonrisas hasta las quiebras, a la oquedad que nunca habías imaginado. Hasta la penumbra te has ido, Navidad de los hombres, con esa cara perdida en el “paripé” de un belén oscuro, hambriento y caduco. De qué vale nuestro sueño de supervivencia si se nos acaba, miserablemente, esta utopía de la Navidad.


Ramón Llanes. 20.12.12. Publicado en Digitalextremadura el 24.12.12.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

DIARIO ÍNTIMO


SONETO CÁLIDO PARA UNA OCASIÓN

Con el recuerdo al hombro me andaría
los esteros sobrados de pureza,
las raíces profundas, la maleza,
la sombra del pinar, la serranía,

la lontananza de la luz vacía
que ilumina de brisa la tristeza,
las pasiones y la delicadeza
donde caben mejor las fantasías.

Con el recuerdo al hombro buscaría
lugares ya sabidos de mi andén
para dorarme el alba en mediodía

y apenas con un libro y una mujer,
una guitarra y viejas melodías,
cruzar la vida y desaparecer.


Ramón Llanes.

lunes, 17 de diciembre de 2012

DIARIO DE FAMILIA


DIARIO DE ESCRITOR


EL SILENCIO DE LÓPEZ


Nos encontramos, López y yo, en una estación de trenes, de esas que recogen veinte viajeros por jornada, cuando apenas habían asomado los primeros reflejos del ...itanto de diciembre, allá cada cual con la premura de partir; íbamos pocos y en silencio. Ninguno imaginó el deseo de conversación del otro y, sin apenas un saludo, López guiñó su luz para los demás y se echó apasionadamente, creo, al libro. Leía a Espronceda. Me extrañó, López era de ciencias y no habituaba a mear sesera en clásicos; López era rígido, exacto, lógico, pragmático, justo todo lo contrario que Espronceda. Los demás pasajeros de este vagón (dos más), nos entreteníamos en el paisaje recién iluminado de la mañana.
El tren rugía levemente a los raíles en su ritual sin prisas, los frenos sonaban a un compás de alardes y López permanecía quieto como si la velocidad no fuera con él, como si hubiera vacíado su agonía antes de partir. López estaba inmóvil, tosco, sereno, parco en gestos y en movimientos. Su actitud había impuesto al vagón un halo de serenidad, nadie se atrevió a pronunciar palabra y ni acaso, sonrisa. La estancia contenía la severidad de lo trascendente mientras la parsimonia del tren ponía el único resquicio de sonido.
El final del trayecto hizo que volviéramos a la realidad. López cerró a Espronceda, el tren amansó su fiereza, los dos compañeros del vagón trajinaron con bultos y maletas, el día había comenzado a hervir, la estación también hervía de gentío y todo se convirtió de repente en un bullicio deseado. Me acerqué a López para despedirme y poco más que “sobran las palabras”, me dijo.
A López no he vuelto a verlo, el tren no he vuelto a pisarlo pero aún me traigo a la memoria, en días parecidos, esa sensación vivida de caminar en busca de destino, en silencio.


Ramón Llanes. Diciembre 2012. 

viernes, 14 de diciembre de 2012

EN OTRA VOZ


Sobre el libro AGUAVIEJA. (por Agustín Gómez)
Fue en 1998 cuando terminó de ver la luz AGUAVIEJA, libro de agradable lectura e indudable atractivo para cualquier persona, pero fundamental para todo aquel que se sienta tharsileño. Se podrían destacar muchos aspectos de ese “cuaderno de nostalgias” con que nos obsequió Ramón Llanes. En mi humilde opinión, una gran parte de su belleza se debe al sacrificio de la obsesión estética que impregna su obra, en favor de una prosa esmerada pero sencilla, que resultase asequible para las personas que deberían ser los naturales lectores de éste trabajo. Y esto, que seguramente no fue fácil, le reporta al poeta un plus de gratitud de quienes no estamos especialmente introducidos en el lenguaje cultivado. Un mérito que debe resaltarse, ya que no es fácil escribir para todos. Aquí Ramón lo consigue anteponiendo el fondo, dando primacía al mensaje que, si no me equivoco, es el de la nobleza y la ética de una sociedad y un ambiente ya perdido. Y llega al objetivo no sólo haciéndolo cercano y asequible para todos, si no además, sabiendo mantener el equilibrio con una estética poetica que, si no brilla en exceso, creo que es para no distraernos a los lectores de los objetivos perseguidos por el poeta.

Para mí, AGUAVIEJA es el mirador donde a veces me asomo para encontrarme con lo que fui, con lo que fuimos como sociedad y como pueblo. Un libro que me sirve de máquina del tiempo para transportarme hacia sensaciones durmientes u olvidadas algunas veces, y que en otras ocasiones me lleva hacia aquellos escenarios por donde, aún siendo muy joven o apenas un niño, transitaba de la mano de esa inocencia casi perdida, en donde comenzaba a intuir esas singularidades que nos hacían especiales como pueblo y únicos como personas. No cabe duda de que eran tiempos muy alejados de las globalizaciones y de los patrones de conducta estándar que hoy se nos imponen, y que terminan relativizando todas esas pequeñas cosas que nos son propias y dan sentido a la existencia en el medio rural.

Ahora corresponde a cada lector encontrar a través de las páginas y de los diferentes paisajes de éste libro imprescindible sus propias nostalgias, sus íntimos recuerdos, o su espejo. Para quienes por su edad o por sus circunstancias no conocieron a las personas, o no conocen algunos de los entornos que Ramón nos retrata, es sin duda una manera amable de iniciarse en el conocimiento de lo que también fue la “Tierra Madre” en algún momento de nuestra joven pero rica historia. También para entrar en el conocimiento de nuestras tradiciones, en nuestro patrimonio natural, o en la cultura que nos diferencia y nos acerca a otros pueblos del entorno.

Aunque es la percepción subjetiva de una realidad positivamente deformada al pasar por el filtro de los ojos y del sentimiento de un Poeta, no hay nada inventado. Son personajes ciertos, paisajes no idealizados si no reales aunque, eso sí, recompuestos por Ramón para goce y deleite de todos los tharsileños que no tenemos el talento de poner en palabras las emociones y el sentimiento que encierra AGUAVIEJA.

Con una lectura sosegada, dejándonos llevar por las palabras y el sentimiento, creo que sin grandes esfuerzos, nos reconocemos como parte integrante de esos paisajes, de aquel momento, o cercanos a aquellas personas que nuestro paisano nos presenta.

Tenemos la suerte de disponer de un Poeta de la talla de Ramón Llanes. Por eso creo que es sólo cuestión de tiempo, o de que cambien algunas cosas y personas, el que algún día tenga en su pueblo, que también es el nuestro, el reconocimiento que su humanidad y su obra merece. Así lo espero y, porque supondría que marchamos por la senda correcta, también lo deseo.

Ramón Llanes no me ha puesto objeciones. Por lo tanto, tengo la intención de poner en éste sencillo blog gran parte de AGUAVIEJA como homenaje a su labor y como homenaje a nuestra memoria. Hoy, por la proximidad con el día en que los tharsileños celebramos el Sandalio, te invito a que leas y recrees, en la memoria al menos, EL SANDALIO que Ramón nos contó. Espero que disfrutes.



EL SANDALIO

Entre vueltas y vueltas, trenzadas suavemente las manos por alguna razón, aprendimos las coplas y el baile de tan insólito festejo. Se celebraba la gloria o tal vez fuera un canto más a la alegría o la convivencia. Y es allí todos los años, en las espirituales encinas de El Barrito a donde comparecen los canastos con el bollo en busca de un cobijo que se da por hecho.

En el corro supimos del lenguaje de los ojos y de la impaciencia de las manos. Una eterna observación; vuelta, copla y baile para quedarte en el lugar que te brindan los primeros signos del romance. “Hasta los limones saben que nos queremos los dos”, hasta conseguir enlazar tu mano con la mía y gozar por tal placer bajo el suspiro centenario de la risueña encina.

El Sandalio trae los latidos de la primavera insinuándose en el campo y el primer olor fuerte a chorizo de la última matanza. Perdura en la intimidad de las mujeres su pretensión amorosa y en las niñas la sublimación de sus encantos. Es tiempo de amor, algo quedará en la tierra como ofrenda a ese nuevo retoño del desasosiego, algo entre las manos del corro, el vino y el calor de las retinas que nos recordará una primavera distinta.
La cafetera sirve otro manjar antes de la partida. Las voces y los cantos se mezclan en la tarde novicia con sones de clarinete propiciando el revuelo que la ocasión había preparado.
El Barrito es mesón acogedor de caminantes y posada imperturbable a la intemperie que yace en los aledaños de un paraíso pueblerino, localista y único. Es El Barrito la alfombra que acaricia los pies cansados y enaltece las luces del amor primero.
El Sandalio recupera la unión esparcida tanto por las calles, hace de consejero, confesor y padre; recompone las sonrisas adormecidas y se limita a devolver al hombre otra cadencia y un íntimo suspiro de mujer.



Ramón Llanes



martes, 11 de diciembre de 2012

OFICIO DE VIVIR


MIS CULPAS


Ante tanto desastre, tanto agobio, tanta pérdida del estado de bienestar, tanta afición a lo bélico, de la sociedad en la que habito y me habita, me suspendo en una reflexión no religiosa ni trascendental para ahondar en las posibles culpas que me salpican por haber contribuido a fabricar este mal simulacro de mundo. Quiero saber si se me asignan responsabilidades por la herencia que dejaré a quienes ahora empiezan a nacer o son ya jóvenes valientes pregonando cambiar todo lo que se mueve. Me asalta la desvergüenza al comprobar que soy un “mindungui” de tres al cuarto, insignificante en la tarea del progreso y la evolución pero “estadísticamente pringao” en todos los males que ha creado y alimentado este suburbio de penalidades que es el escenario donde intento dignificarme.
            Soy el culpable número cuatro mil millones y pico de este fiasco de desorden y abaratamiento de valores; soy aquel que fuera destinado a “figura” y se quedó en “fi”; soy, desagradablemente, quien ha permanecido inmóvil ante hambres, guerras, separatismos, corrupciones, terrorismos, y quien ha admitido en los almuerzos del cotidiano menester, noticias tenebrosas, sin la menor protesta, sin un grito, sin una rebeldía; soy el prohombre insulso que este sistema necesitaba para su consolidación.
            Ahora que lo medito y tomo plena conciencia de mi ineficacia y de mi tolerancia con lo incorrecto, debería sufrir un ictus de culpa, caer de mi desdén, cerrar la espita de mis utopías y volverme loco de vergüenza pero ¿ves? admito mis debilidades, cargo con mis culpas, le añado promiscuidad sin denuedo, me trago mis principios y me voy alegremente, volante en mano, a buscar un aire que me limpie esta suciedad que se me ha quedado en el pensamiento por cometer la torpeza de reflexionar sobre cuestiones tan delicadas.


Ramón Llanes 10.12.2012.
publicado en digitalextremadura.com 

viernes, 7 de diciembre de 2012

DIARIO DE NAVEGANTE

ÁRBOLES






Leía hace poco en una revista que se calcula pueden existir en España unos cinco mil millones de árboles. Es una cifra alta pero insuficiente para las necesidades del equilibrio en el ecosistema; es sin embargo halagüeño el dato, no somos de los países más escasos en arboleda, ello indica que la fiebre devastadora no ha podido devaluar de manera alarmante ese equilibrio que nos permite sobrevivir con garantías al menos algún tiempo. Al hilo de este comentario también leí que el paso del tiempo erosiona tal número de árboles que sería imprescindible que cada español sembrara trescientos sesenta y cinco árboles al año para continuar con la perpetuación de la especie. Y leí más, leí que al ritmo actual de eliminación de árboles a consecuencia de talas incontroladas, fuegos, urbanizaciones etc, a menos de una década nos quedaríamos casi con la mitad de ellos.

Leí también, por seguir pulsando el ánimo de mi curiosidad, que la función de un árbol en el ecosistema es más importante que una alcantarilla, más que una planta de reciclaje de residuos, más que un camino, más que una estrella. Leí que de los árboles depende nuestra existencia y muy mucho nuestro bienestar en salud. De tanto leer sobre los árboles reflexioné que, visto el panorama, era preferible cerrar la revista y olvidar lo leído.

Ramón Llanes

Huelva.

DIARIO DE NAVEGANTE

ÁRBOLES


Leía hace poco en una revista que se calcula pueden existir en España unos cinco mil millones de árboles. Es una cifra alta pero insuficiente para las necesidades  del equilibrio en el ecosistema; es sin embargo halagüeño el dato, no somos de los países más escasos en arboleda, ello indica que la fiebre devastadora no ha podido devaluar de manera alarmante ese equilibrio que nos permite sobrevivir con garantías al menos algún tiempo. Al hilo de este comentario también leí que el paso del tiempo erosiona tal número de árboles que sería imprescindible que cada español sembrara trescientos sesenta y cinco árboles al año para continuar con la perpetuación de la especie. Y leí más, leí que al ritmo actual de eliminación de árboles a consecuencia de talas incontroladas, fuegos, urbanizaciones etc, a menos de una década nos quedaríamos casi con la mitad de ellos.
Leí también, por seguir pulsando el ánimo de mi curiosidad, que la función de un árbol en el ecosistema es más importante que una alcantarilla, más que una planta de reciclaje de residuos, más que un camino, más que una estrella. Leí que de los árboles depende nuestra existencia y muy mucho nuestro bienestar en salud. De tanto leer sobre los árboles reflexioné que, visto el panorama, era preferible cerrar la revista y olvidar lo leído.


 Ramón Llanes.
Huelva. .  

domingo, 2 de diciembre de 2012

DIARIO DE NAVEGANTE


Suerte

Decido cumplir con mi costumbre de buscar la suerte -esa incómoda tentación del hombre que se mueve por subterfugios desconocidos y que muy pocos, muy pocos la conocen-, me engancho con el primer cuponero que se me cruza, le miro la cara en intento de adivinarle la voluntad, (si le noto despeinado paso de largo), le requiero me enseñe los números que lleva, le revuelvo las tiras como si supiera con seguridad el premiado, le hablo del tiempo -para distraerlo y evitar que preste atención a la venta (eso, dicen, produce una conexión extraña con los astros y provoca una imantación especial que atrae un halo de fusión que suspende el movimiento circular del espacio para engranarse en mi petición), le pido un cupón cuya penúltima cifra sea un cero y preferiblemente acabe en ocho, le pago el servicio y me esfumo, como un imbécil.
Los martes y los viernes sortean millones en un juego que han inventado para toda Europa y al que llaman euromillón ( será porque los millones que tocan son de euros), y la ventanilla es un hervidero de sueños, incluso de proyectos. Allí en realidad se empiezan a gastar los premios que nunca tocan, porque si toca el proyecto es otro, o imagino que será otro, a saber por los comentarios de los libros. Yo no tengo suerte ni para conocer a quienes la han tenido, en mi universo priman los reciclados, los persuasivos, los pasionales, los místicos pero mi agenda de los agraciados está blanca. En la ventanilla ya la cola es un deleite, el personal se distrae con palabrería y reparto. El juego es más que un vicio, crea emociones, hace volar, hace caer, de todo. Se acaba el martes y los pensamientos vuelven al sol, desnudos de suerte; se acaba el viernes y se extinguen las ideas; antes del fracaso la vida fue una utopía.
Miserablemente he confeccionado lemas para olvidar la crecida de mi concupiscencia, cada día, cada hora, y emplear la ilusión en otra gama mejor distinguida de mis predilecciones pero me dejo llevar por la inercia del número, donde pongo el mayor compromiso, porque mientras viven en mi bolsillo me aseguran mofa o felicidad y no me atrevo a traicionarme.


Ramón Llanes 28.11.12. 
Publicado en digitalextremadura. com

martes, 27 de noviembre de 2012

DIARIO DE NAVEGANTE


Nuevo día

Al pisar la calle, aún con su regusto a noche, me agobia muchas veces la sensación de saber con seguridad si soy merecedor del nuevo día, de esa inmensa prominencia de luz que me está enriqueciendo la melodía de vivir; al sentir el primer hilo de frío en los mentones tengo la costumbre de aliarme con tal placer, olvidando de cuantos inconvenientes me van a deparar la crecida de los intereses, el discurso absurdo del político absurdo de turno, el malestar que veré en las miradas sin miradas de los seres desocupados, la falta de voluntad incluso en los voluntariosos, la felicidad que no germina en las personas de mi entorno y las miles de locuras que se suceden a cada paso, como si estas fueran la más natural manera de comportamiento; pero me olvido del tiempo que me falta para empezar a olvidar mi memoria y me pongo el traje de nuevo día como si me colocara el uniforme del paraíso y todo me empezara a girar a mis solas órdenes.
Son las primeras horas, aún con la escotilla del pensamiento semicerrada, y se anuncian desencantos a modo humano; un desalivio por aquí, un malentendido al uso, un reproche inservible que daña, un sinadiós inesperado, nubes de desconsuelo que han bajado -sin permiso- hasta interioridades reservadas. Despropósitos que el nuevo día va sumando a la agenda mecánica del alma y ordena en los pardos colores del deber.
Y así, hasta que la tarde se involucra en frescura y aparecen signos positivos- a costa de no ver el telediario del mediodía- y se convierte, por sí misma, en un tono menos ácido y más soportable. Los desniveles no acabaron de desequilibrar el contenido empírico que llevo tan adentro y a estas horas aún respiro sin cansancio, medito lo que falta por hacer y pongo los pasos prestos a continuar la jornada.
Acaso me dé por dedicarme a fortalecerme en la intemperie de la selva que habito, donde curiosamente no existen enemigos concretos. Hay un significado científico o causal que me imprime una reflexión sobre la pérdida del adversario y no le encuentro razón ni fundamento. Me ocurre que todos me parecen mis enemigos y, en la distancia corta, todos son mis amigos. Y tampoco llego a la conclusión de saber si es mi obligación buscarme enemigos.
De vuelta a casa, anocheciendo las fuerzas, intento descongelar el primer pensamiento del día y me quedo atónito al no tener conciencia exacta sobre si merecí el nuevo día que la inercia del universo me había ofrecido. Y me sofoco, solo a medias.


Ramón Llanes.
24.11.12.
Publicado en digitalextremadura el 26.11.12.


domingo, 25 de noviembre de 2012

DIARIO DE OTOÑO


El cansancio y sus limitaciones
A propósito de la excursión
de siempre con el niño Daniel.


A mitad de la cuesta asoma siempre el primer síntoma de cansancio y la meta parece infinita; arrecia el aire, las piernas son de trigo, la mar no se otea, el niño ha perdido su esperanza y se sienta sin mirar las retamas que punzan a todas partes su amarillo. Pero el niño dijo, ¡vámonos! antes que todos los demás, o mejor, cuando aún los demás seguíamos cansados como viejos.
Quedan diez pasos, apenas unos riscos que sortear, los brezos que se saltan sin esfuerzo y un jaral tintineando su humildad en la solana. El niño juega a subir y corre más que el viento, los hombres -nosotros, por más señas-, solo nos preocupamos de respirar creyendo que la supervivencia es menos que eso. Nadie habla de abrir la mochila, nadie sabe definir ese regio horizonte que estábamos buscando y que por fin se nos disuelve delante de los ojos, nadie habla, todos descansamos excepto el valiente niño que apenas llega a alcanzar los cuatro años.
Ya en la cima deseada, con el cansancio dormido y la piel abyecta y estirada, la mirada es nuestra gloria. Allí están los campos rojos, las montañas grises; allá se esconden las migajas de tiempo, los sobresaltos y la libertad. En eso pensábamos hasta que el niño gritó que tenía hambre y recurrimos a la mochila, disfrutando de un lugar un poco más cerca del infinito de cuantos nosotros ocupamos a diario.
El cansancio limitó nuestras fuerzas, nos agujereó los músculos, nos irritó la sangre y nos apresó el estímulo pero nos parió un paisaje que siempre habíamos soñado.


RAMÓN LLANES. 25.11.12.

domingo, 18 de noviembre de 2012

DIARIO DE EMOCIONES.


Recuerdos de ida y vuelta


Al llegar los días de asueto que la semana nos regala, la mirilla y el sentimiento ponen rumbo al norte, cincuenta kilómetros al norte por más señas, allá a los campos solícitos del Andévalo, que siempre espera. Ha sido así estos días; el viernes el camino de ida, el domingo, hoy, la misión de la vuelta. El trecho no es largo y el paisaje ayuda al pensamiento y somete a una conversación muy sabida y más deseada; hablamos del ferrocarril que vamos dejando a la izquierda, del río Odiel que cruzamos en Gibraleón, hablamos de San Bartolomé a medida que se nos acerca, el niño, (nuestro nieto Daniel de solo tres años) nos pregunta si vamos llegando; luego Alosno con su historia de fandangos y al poco la Sierra Ensillada, donde se empina La Divisa y, detrás de las curvas, Tharsis, enigmático porque siempre tiene algo para darnos y fiel porque nunca nos abandona. La puerta grande está, de par en par, abierta y el viernes es fiesta emocional en el alma de nuestra tierra tan sagrada.
Despertar allí, oyendo llover o viendo las solanas con los primeros resplandores, es casi orgásmico, casi divino. La sutileza del paisaje fuerte, rojizo hasta doler, los páramos en un orden de colores, las contraminas, el silencio perdido, la ensoñación de pertenecer a este mundo sin etiqueta de caducidad, el aire, que parece tan esquivo y es tan parco; despertar allí no es oír el tiempo es oír hasta la luz, hasta las entrañas que las galerías conservan; se pone tan cerca, allí, la vida, que el recuerdo tira hacia delante y no hacia atrás.
No queda ni un segundo libre, sin placer; el mismo compás toca su tambor de espiritualidades como si fuera el primero en la historia, las nubes pasan envidiando la profundidad y nosotros rastreamos piedras que tienen fibras de existencia.
El domingo se hace más rápido, como si la prisa tuviera prisa; las aceitunas nuevas, ya majadas y endulzadas, se prueban con la impaciencia del agrado y la creencia por la mina se acrecienta con el deseo. Pronto será, otra vez, sueño cumplido. Así pensamos desde que el retrovisor nos va ocultando las últimas jaras hasta que el olor de esteros se nos mete en la encima del primer deleite porque oteamos la Onuba nuestra que también nos amamanta.




Ramón Llanes.
18.11.2012

DIARIO DE EMOCIONES.


Recuerdos de ida y vuelta


Al llegar los días de asueto que la semana nos regala, la mirilla y el sentimiento ponen rumbo al norte, cincuenta kilómetros al norte por más señas, allá a los campos solícitos del Andévalo, que siempre espera. Ha sido así estos días; el viernes el camino de ida, el domingo, hoy, la misión de la vuelta. El trecho no es largo y el paisaje ayuda al pensamiento y somete a una conversación muy sabida y más deseada; hablamos del ferrocarril que vamos dejando a la izquierda, del río Odiel que cruzamos en Gibraleón, hablamos de San Bartolomé a medida que se nos acerca, el niño, (nuestro nieto Daniel de solo tres años) nos pregunta si vamos llegando; luego Alosno con su historia de fandangos y al poco la Sierra Ensillada, donde se empina La Divisa y, detrás de las curvas, Tharsis, enigmático porque siempre tiene algo para darnos y fiel porque nunca nos abandona. La puerta grande está, de par en par, abierta y el viernes es fiesta emocional en el alma de nuestra tierra tan sagrada.
Despertar allí, oyendo llover o viendo las solanas con los primeros resplandores, es casi orgásmico, casi divino. La sutileza del paisaje fuerte, rojizo hasta doler, los páramos en un orden de colores, las contraminas, el silencio perdido, la ensoñación de pertenecer a este mundo sin etiqueta de caducidad, el aire, que parece tan esquivo y es tan parco; despertar allí no es oír el tiempo es oír hasta la luz, hasta las entrañas que las galerías conservan; se pone tan cerca, allí, la vida, que el recuerdo tira hacia delante y no hacia atrás.
No queda ni un segundo libre, sin placer; el mismo compás toca su tambor de espiritualidades como si fuera el primero en la historia, las nubes pasan envidiando la profundidad y nosotros rastreamos piedras que tienen fibras de existencia.
El domingo se hace más rápido, como si la prisa tuviera prisa; las aceitunas nuevas, ya majadas y endulzadas, se prueban con la impaciencia del agrado y la creencia por la mina se acrecienta con el deseo. Pronto será, otra vez, sueño cumplido. Así pensamos desde que el retrovisor nos va ocultando las últimas jaras hasta que el olor de esteros se nos mete en la encima del primer deleite porque oteamos la Onuba nuestra que también nos amamanta.




Ramón Llanes.
18.11.2012

domingo, 11 de noviembre de 2012

DIARIO DE TERNURAS



CANDELARIA DOMÍNGUEZ FERIA, MI MADRE,
A SUS 85 AÑOS, AMOROSAMENTE CUMPLIDOS.

viernes, 9 de noviembre de 2012

DIARIO DE MINA


DIARIO DE MINA


DIARIO DE NAVEGANTE


Con Feria Jaldón de fondo


Escuché, presentidamente, hace pocos días, al pensador Feria Jaldón y me dió por mecerme en su genial filosofia; con otros presentes mantuvimos larga conversación a modo de debate, con la manga apoyada en el mostrador y el codo empinándose a compás del deseo, llevando vino medicamentoso al paladar, cuatro ejemplos de la utopía, compañeros en este viaje de la vida y soñadores también de muchos mundos. Ese ilustre pensador había puesto, apenas momentos antes, alfileres en las manos y nos alentó a pronunciarnos sobre memoria, ocurrencia, muerte,ética...y algunos otros conceptos perdidos más en el calendario que en el tiempo. Feria lo tenía absolutamente claro, nosotros divagábamos trozo a trozo; Feria lo escribió en todos los plumazos, nosotros ni fuimos capaces de llegar a una conclusión.
Era tarde de invierno, el viento norte estaba apaciguado por los altos muros de la Universidad, el lado sur simulaba señales de luces empezando a alumbrar, nosotros, arropados por la enseñanza anterior, vivíamos en ese concierto de sonidos que emergen del interior de un bar y ocultábamos los versos en el ala del sombrero que, a buen gusto nos acompañó la tertulia.
Aquello no huía de la enjundia, era tema de largo recorrido, como para tener a Feria Jaldón con nosotros y preguntarle las miles de dudas que se apretaban en cada pensamiento, así incluso aludimos a cómo hubiera sido su manera de explicar la situación.
El resultado no tardó en llegarnos al enjambre del improvisado ateneo. Antes de meternos de lleno en la noche, hacia casa, después de devorar apaciblemente ración y media de chocos fritos y media de huevos de choco, el dueño del bar nos comunicó que cerraría las puertas a poco de que, en marzo, cumpliera los sesenta y cinco; nadie, ni siquiera familiares ni siquiera amigos, salvarían del olvido tan querido lugar. Y se nos vino abajo la filosofía.

Ramón Llanes



martes, 6 de noviembre de 2012

DIARIO NUEVO


Aquel sábado del tren


Tengo que escribir de tí, de aquel sábado del tren dirección emocional a todos los sitios con un punto de referencia en Molero; tengo de escribirte que no me fui con vosotros, mi camino tenía otro trecho, mi ansiedad era la misma, pero no trencé las vías para llegar contigo al Morante, al Paseo Nuevo, a la calleja, a la miel y al agua que esperaban casi en la tahona sin vestir.
Para vender aquel sábado de lluvias es esencial ponerle un precio alto, porque el rincón de los pimientos “encurtíos” olía a nosotros al momento de llegar y no me extrañó, nunca me extraña, que al cabo de minutos conocieras el enjambre de miradas y ternuras que se mecían en las telarañas de hilo que simulaban miedo y eran esperanza.
Escribo de tí, solo esto, Luis amigo, porque me apetece en otoño regar la poética de la inspiración y hacerle estos grandes huecos a nuestra buena amistad. Hasta la próxima gira.


Ramón Llanes 6.11.2012

DIARIO DE THARSIS. Corta Filón Sur. Tharsis


domingo, 4 de noviembre de 2012

DIARIO DE EMOCIONES


Sesenta años por primera vez


Con motivo del sesenta cumpleaños
de mi primo Cristóbal, a quien tanto quiero.


Es otoño, ¿ves?, y sin darte cuenta
te llega un veinticinco con amor,
te deja unas velas con ardor,
te recuerda que cumples los sesenta.

Y tú, viendo a la esposa tan contenta,
te piensas que algo se te acabó,
que cumplir es desandar. Y es mejor:
cumplir es memoriar a las tormentas,

a los besos, al tiempo, a las verdades;
cumplir es rehacerte el sentimiento
de hijos, de todas las amistades,

de quienes se quedaron en “tu adentro”.
Pero tú sabes distinguir, lo sabes,
por eso cumples años tan contento.


Ramón Llanes
de Tharsis para Calañas en 25 de octubre de 2012 

jueves, 25 de octubre de 2012

DIARIO DE THARSIS


OTRA PÁGINA ABIERTA


He buscado, de la amistad, los ritos enjaulados en los pocos años, la pasión por todas las cosas, la adoración a los buches de guitarra, la mezcla de cansancio y fútbol en las tardes de los descansos, el colegio-escuela en un mirador inmenso y constante; he buscado las caras juveniles de los mis amigos que se columpiaban conmigo, reían por mí y soñaban al mismo compás que latían nuestros barrenos, corta vieja abajo.
A todos los amigos del club he localizado en los años de la madurez, quizá me quede alguno lejano que no atino a conseguirle el actual destino. El martes, de noche, mi primote y también amigo Rosendo, llamó al alma para dedicarme con su entusiasmo el teléfono de nuestro común amigo Manuel Fernández Delgado, a quien el tiempo se había llevado al silencio de Madrid (si es que existe silencio en esos lares) y se nos aparecía íntegro, solo a un golpe de botones de móvil para más acercarlo.
Nos hicimos bien, aquella nublosa noche del martes, en encontrarnos para devolvernos mutuamente el abrazo, la sonrisa, la canción y la guitarra; para recomenzarnos las esperanzas de la amistad, como dos niños que quizá desearan continuar siéndolo para salvar aquella memoria de nuestro Tharsis mitológico de tantas ensoñaciones y recuerdos. Henos aquí, amigo Manolo, como si el tiempo hubiera sido un pasamanos y la distancia un soplo; henos, sin mutaciones, sin predicamentos, sin estrategias, sin complicaciones, solo con el calor afable que nos insufló aquella vida febril de nuestra tierra.
Desde ese instante quedó otra página abierta, para que desde ahora sepamos llenarla de borrones, gritos, cantes, risas, paseos; abierta a nuestro entendido desorden de jinetes sin bridas, abierta osadamente a la amistad, como antes. Así desde la mirada cómplice al infinito, luego la palabra, luego el abrazo; como siempre, amigo.




RAMÓN LLANES. 25.10.2012.

domingo, 14 de octubre de 2012

DIARIO LÍRICO


CUANDO TÚ ESCRIBES

Dedicado, fíjate, con una admiración útil,
a Manuel Garrido Palacios, cuando escribe.



Cuando tú escribes, divulgas un halo de complicidad a quienes volvemos la vista a tu ejercicio. Te imagino, mirando horizonte de ría, Mozart de fondo o tal vez (también) Beethoven gafas a medio caer, letras ensimismadas unas con otras, tú domándolas; te imagino sobresaltado por cada emoción que te va propinando este parto tuyo; te imagino feliz, lo sé. Luego, te imagino esculpiendo para dentro el gozo que te dió lo escrito. Y después de todo evitas tu propio halago y le dedicas tu honor a las palabras que se te acercaron.
Cuando tú escribes, sentado, serio y solitario, en las tardes asomadas de rojo, acá en la Onuba febril de los artistas, el tiempo deja de pasar y te respeta, y aparece a propósito en un letargo postizo que nadie advierte. Escribes, pues, sin soledad, con un universo de músicas y palabras que jalean la vocación; escribes a compás de tiempo y con su aquiescencia. Al poco, vienen a mí, tus pensamientos, a leerse. Es imposible pensar para otro lado, cuando tú escribes.



Ramón Llanes
14.10.12. 

miércoles, 10 de octubre de 2012

DIARIO DE THARSIS


DIARIO DE ESTÍO






COSAS DE ESTÍO.


Dígase partir, perderse, descansar. Tal si el estío estuviera en un contorno ajeno a la ceremonia de la ocupación, tal si no hubiera partida, pérdida o descanso fuera del estío. Sudor que impregna cuerpos y frigorías que lo destierran, largas jornadas para la placidez de las tardes y todo lo que cabe en el verano que siempre es más sabroso. A muchos no les gusta este tiempo a otros les enloquece. Es estío, con la rareza de las noches en vela pidiendo un frescor. Dígase que el sofoco, a veces, nos supera la capacidad, no surgen inspiraciones nuevas, se acercan los romances que cunden poco; dígase cualquier festejo, festín o boda, amparo en la majestad y benevolencia de esas horas tan prolongadas de sol, un paseo y otro, pisadas en la arena o escondite bajo las acacias, la luz pegando y enrojeciendo y las madrugadas a donde casi nunca llega el completo de los silencios.
Dígase repaso a la asignatura no aprobada del ciclo escolar o de la vida, háblese de ella y de todo entre mesas y salidas, los senderos no descubiertos que se encuentran al golpe de seducción de las mañanas cómplices. Es estío, lo habían dicho antes en los telediarios de la atmósfera, en el cosmos. Dijeron sequía cuando empezaba la cuenta atrás del calendario y está en su efervescencia con poco detalle. También dijeron que el estío prolongaría más el sopor que el agua. A todo se hace el hombre, cuando aquí y allá la marcha no tropieza y arrasa sin tocar el futuro.
Es estío, con poco miedo, con glotonería, con viajes, con amigos. Nos dedicamos la parte de gloria que nos merecemos y nos pertenece, dígase festival de sensualidades.




R. Llanes. 

DIARIO FEBRIL




CLASES DE PENSAR


Si de nuevo fuere costumbre, la soledad, el pensamiento, la palabra; como armas, como útiles de vivir, lienzo donde se plasmen además colores de emocionantes sentimientos y al caer en los ojos se expresen y se compartan; ideas para dejar quizá la vida, acciones para alcanzar quizá los sueños. De nuevo la intimidad, con acento de luz, la creación, el ser visto en estado puro, lo imaginado.
Impartirán en la academia clases de pensar para los listos que se apunten, para quienes escriban su sobrenombre con esperanza, para quienes aludan al conocimiento en su interés. Otra vez, el golpe que arrasa la mediocridad y corta viento áspero convirtiendo zumo de ademanes, de formas, de identidad. Ni existencia de trastos, poca rabia, salud a las templanzas, al concierto y a las revelaciones. Irán a la academia desecho de políticos, tardíos eclesiastas y toreros sin taleguilla; asumirán el programa, pertenecerán al elenco de los escogidos en el lugar donde no se echan los leones a la arena ni el artista es un mito.
Las clases de pensar serán para mirarnos la sombra, apretar los dientes, ensimismarse, rectificar, adormecer o engullir errores. Para cuando, de nuevo, sea costumbre iniciar el contacto con la vida, evitado de prácticas endógenas y la palabra herede al pensamiento. Y la conclusión admita apuntes.




Ramón Llanes. 

DIARIO DE ONUBA


CITA CON EL SOL


Se me viene la imagen golosa del sol cuando hace su entrada en la escena de nuestro pequeño universo, impregna tierra y sombras de un contorno distinto y a su hora desaparece por la llanura del mar sin más conocimiento que el de origen. Barre y peina la insólita cúpula, se entretiene en los bajos, acude a los ojos y a las dolencias, restablece el don de gozarlo como un privilegio que otorga la sabia naturaleza. A solas llega, a solas se va, sin el ruído, la locura o la inquietud. Y vuelve en el mañana con más seguridad, así es aquí, nos cita, le citamos, comparece nos alivia, se va por su puerta grande.
Conté los días sin sol hasta hoy, en este año, solo fue uno, en nuestra tierra, en esta más cercana que andamos y permitimos que nos soporte. Solo un día sin sol, parece poco pero también conté que aquel día le echamos de menos, tan de menos como que el aire parecía otro, más insulso, más húmedo, menos afable. Presumo de mi cita con el sol, presumo de este espacio lugar que la suerte me dio para vivir donde me deleitan sus rayos y otras veleidades.
Más cita ahora que se hace la boca agua salada y sol potente, porque nunca daña si se le mima, nunca discute por conseguir un tiempo para su sombra. Y presumo de saber que seguiré bajo su luz sin fecha de caducidad, sin preocuparme por encender o apagar, sin remedio. Es así aquí, siempre.



Ramón Llanes. 

sábado, 29 de septiembre de 2012

DIARIO DE OTOÑO


CABOS SUELTOS

En la segura sospecha de un acabado estío, vuelvo, como la mar de María, al reciclaje de los ojos, a seguir mirando sin perder de vista el recuerdo, ahora ya las cosas de siempre, que me acercan el horizonte de membrillos, la acequia, el papel que me llega, la atención al cliente, los libros engullidos por la devoción a las letras, tantos como días, como días de jardín y ocasos, vuelvo; vuelvo a entristecerme como antes cuando ordeno el protocolo de cultura de la ciudad que me habita y percibo desaprensión y tozudez en el “que te dejo si me dejas”, del quien manda al quien debe obedecer. Vuelvo, como esa mar de septiembre, y ya pasó La Cinta, con farolillos, luces de colores y políticos en puro estado de vigencia, los resultados del paro que dicen que sube cuando nunca nos creemos que exista y baje
Vuelvo al predio que me es amado, a quien detrás de todos los predios me espera amándome y sabiéndose, por mí, amada y nos enfurecemos un rato con las protestas de la mar porque nos comió el destino el lar que ocupábamos. Vuelvo para hablar de tres puentes o de nuestros cabos sueltos o de las asignaturas pendientes de Huelva o del pronóstico de la verdad que buscamos o del placer de encontrarnos o de tí; vuelvo con intención de cambiar algunas cosas que me ciegan la cordura.


Ramón Llanes setiembre 2012

DIARIO DE OTOÑO





DE CORBATA


Ahora nace la televisión sin corbata, -lo he leído, bajo sospecha, con incredulidad, premeditando el prejuicio-, como fórmula comercial para volcarse en busca del espectador rebelde, atender una audiencia perdida. Es imprevisible el resultado, irá dirigido a desaliñados, a pasotas, a bohemios, a desenfadados o a frescos, sin obedecer quizá a un estereotipo concebido, poner un lugar nuevo para una clase nueva, una tele distinta para gente distinta; si acaso luego se convierte en muermo al uso mereceremos crítica los espectadores, que ellos son mensajeros y no tienen el impuro don de equivocarse.
Por alegar algo a favor de la gente de corbata, diré, que los hay desenfadados, frescos, serios, infelices, cómodos, hiperactivos o gorrones; que se juegan la libertad y los garbanzos a base de patearse la vida, al igual que los despechados o los sin corbata. Que éstos tienen credibilidad, ofrecen confianza y suelen ser tímidos, perfil resolutivo que también corresponde a los anteriores. Se marcan ambos horizontes con más o menos grandeza, pertenecen al club del vicio de “desear”, se pierden y se encuentran en los lugares conocidos y van de un festín a un desencanto con asiduidad.
Casi nada les distingue. Esa tele nueva será más vista por los adictos a ella, tengan corbata o batín y tendrá las alabanzas de mirones o estudiosos dependiendo del nivel que alcance el programa, sin fijar el interés en el hábito.


Ramón Llanes. 

DIARIO DE OTOÑO


CALLEJEROS


El único credo del nómada es la supervivencia, a costa del dolor, la incertidumbre o la vida, un credo especial que aplasta a estos callejeros que ponen color o música a nuestra ciudad, entretenida en otro menjunje, en su película cotidiana, en su identidad, pero ellos se dejan ver en los espejos del tiempo, entre hambre, desconsuelo o indigencia. Son también azúcar de nuestra sociedad, incluso si le observamos desde un tono más humano caemos en la cuenta que somos nosotros mismos conviviendo con otra vestimenta.
Los callejeros entienden más de ansias que de política, más de miradas que de consumo, más de sueños que de miedos, más de adivinar cómo es un hombre que se les acerca. Los callejeros que inundan plazas y semáforos están tan prendidos al sentimiento que se juegan la tacha por cualquier palabra de afecto. Nosotros mismos otra vez, con cara de voluntad y con arañazos de tristeza, ellos se nos parecen o son nuestra prolongación. Siempre enseñan, en idiomas ininteligibles, cómo es el agradecimiento.
Pongamos por caso que algo de simbiosis existe en este galimatías donde se enfrentan confort y desvelo, quizá sea distinta nuestra reacción de mañana al recibir en la ventanilla del coche el gesto amargo de ese otro yo que nos solicita un compromiso y sonríe aunque no le hubiéramos atendido. Minúscula vida.


Ramón Llanes

domingo, 9 de septiembre de 2012

DIARIO DE LA ESTIRPE


THARSIS EN SU HISTORIA



1.- ANTECEDENTES.-

El origen de la producción del cobre en el pais que se extiende desde las orillas del Guadalquivir hasta la costa de Portugal, en Setúbal, parace confundirse con el mismo origen de la población de esta fracción de España. En esta parte de la antigua Turdetania queda comprendida la Tartesis Boética o tierra de Tarsis. Túbal y Tarsis si no se reconocen por primeros pobladores de España y primeros padres de los iberos a lo menos se le admiten como descendientes de los primeros que arribaron a España. Al igual que sucede en la actualidad, la piedad de los pueblos imponía a sus nuevas y lejanas colonias los venerados nombres de sus abuelos o de la perdida patria.

Los fenicios, gentes comerciantes y marítimas, se internaron poco y fijando en la costa sus establecimientos hicieron comercio con las poblaciones del interior. Cuando el navegante arriba al puerto de Huelva reconoce como señal de la dirección del río una sierra alta y aislada a la que por su forma dieron en llamar Sierra Ensillada de Tarse.

Los estudios posteriores concluyen en determinar que estos vestigios son el Tharsis antiguo. Aquí están los inmensos escoriales y los restos claros de la antigua explotación. La industria antigua ha dejado escrita su historia en inalterables caracteres. Los fenicios hicieron comercio de metales y fomentaron así la explotación que se hacía libremente por los iberos.

Llegó una época de gran fomento en la producción y fue cuando el Rey Salomón unió sus flotas a las de Hiram, rey de Tyro, para comerciar en Tharsis. De esta época (1013 a 1000 antes de Cristo) data probablemente el desarrollo de la explotación de Río Tinto.

No parece pues muy descabellada la tesis mantenida por algunos historiadores afirmando que fue Tharsis el núcleo central de las minas del Rey Salomón. La investigación posterior de Ernesto Deligny también coincide con esta aseveración histórica.

Con Julio César vuelven a explotarse las minas como lo prueban las monedas encontradas en Tharsis de este emperador en los mismos escoriales. Dicha explotación duró cinco siglos, calculándose que en este período los romanos obtuvieron una extracción de 24 millones de toneladas.

Con la invasión de España por los bárbaros del Norte se paraliza la industria minera y los habitantes vuelven al cultivo de sus tierras olvidándose poco a poco de las artes mineras y desde entonces solo la tradición de los pastores conservó con nitidez los nombres de Salomón y Tharsis.

Aunque parece que en época de dominación árabe se volvieron a abrir las minas en toda Andalucía, no se han encontrado en las minas de la Sierra de Tharsis indicios de estas explotaciones.

Las primeras tentativas de explotación moderna, sobre las cuales sí existen datos cietos, se hicieron en tiempos de Felipe II y constan en los archivos de Salamanca. Los registros se refieren a minas de oro, plata, cobre y otros metales. A partir de aquí nuevamente desaparece la fiebre minera y otra vez serán los pastores los únicos moradores de la Sierra Tarse.

En un documento de 26 de julio de 1882, Luciano Escobar acredita haber estado en Tharsis en 1849 en viaje de exploración guiado por cierto espíritu aventurero. En marzo de 1853 el ingeniero francés Ernesto Deligny llevó a cabo un estudio de conocimientos de aquellos lugares que fueron de gran beneficio para la zona. De ahí nace la moderna explotación de las minas. Y es precisamente Ernesto Deligny, acompañado por Luciano Escobar, el impulsor de la creación de la nueva sociedad minera que recomenzó la historia hasta nuestros días. Ya en 1855 el Duque de Gluckbierg firmó con Eugenio Duclerc un contrato provisional por el cual éste tomaba a su cargo formar una compañía para explotar las minas con un capital de 8 millones de francos y cuatro meses después se sacaba mineral en Tharsis y dos años más tarde trabajaban unos 2500 operarios y un sin número de arrieros y carreteros, empleando más de dos mil caballerías utilizadas para el transporte de mineral. Por entonces el puerto de Huelva contaba con más de cincuenta buques esperando y embarcando mineral.

En aquella dura carestía de granos de 1857 los trabajos de Tharsis amparaban a todos los hombres de la provincia reemplazando la miseria, la ociosidad y el contrabando por el trabajo legal y el bienestar.

Según datos que constan en los archivos municipales y nacionales en 1862 la extracción anual de minerales alcanzaba la cifra de 200.000 toneladas, unas 6000 toneladas de metal refinado. Constando también el inmenso aluvión de hombres de toda la región que llegó a conformar una población solo en Tharsis, cercana a los 7000 habitantes. En 1898 se concedió, mediante una petición obrera, un día de descanso, que fue celebrado con inusitada alegría y desde donde nació el origen de la Velada actual.

No cabe duda alguna que el Tharsis de la Biblia que daba riquezas y oro a Salomón, el Tharsis de los fenicios, el Tharsis de los romanos, el Tharsis de Felipe II, coincide totalmente( y así lo avalan los historiadores) con nuestro Tharsis minero aurífero y cobrizo. La historia lo deja patente a través del estudio de sus inmensos escoriales y Deligny lo ampara con garantias. Este es el Tharsis de Hiram, el núcleo de las minas del Rey Salomón, la única ciudad de Occidente que aparece nombrada en la Biblia en 25 ocasiones. Este es nuestro mayor y mejor orgullo.



2.- DATOS DE LA ACTUALIDAD.-

En la actualidad Tharsis cuenta con poco más de 2500 habitantes con una mayoría de personal pasivo debido a la crisis minera que le afecta.No obstante trabajan casi doscientos obreros en las dos explotaciones mineras actuales entre puestos directos e indirectos. El resto de la mano de obra activa se reparte entre el hospital geriátrico, la empresa de fabricación de protectores para árboles y otras dedicadas a servicios, asumiendo el empleo subvencionado público un número también importante de desempleados.

Administrativamente se desarrolla como Entidad Local Autónoma, estando en un avanzado proceso de segregación del municipio.



3.- OTROS DATOS DE INTERÉS.

El patrimonio artístico cultural se resume principalmente en el valor histórico que posee su amplio Archivo que se encuentra en proceso de organización. El edificio actual del casino minero de clara arquitectura colonial, la iglesia, la ermita y los edificios netamente ingleses conforman la otra parte del patrimonio así como toda la referencia a las cortas e indicios de la explotación minera antigua y vigente.

La próxima inauguración de la sede del Ayuntamiento y el Centro Socio-Cultural, supondrán un avance importante en este apartado y responderá de una manera digna a la demanda actual de centros para los órganos administrativos necesarios en la población y para la realización de actos de tipo eminentemente cultural y lúdico.

El Tharsis bíblico y eternamente minero se asoma con brío nuevamente a su historia con la necesidad de vencer tiempos opacos y sostenerse con su vocación de siempre. Y ahora se configura en una celebración centenaria para testimoniar el orgullo a su fiesta, con apoyo y devoción a todo lo que huele a cobre y oro y no menos a la valoración de su identidad ancestral y digna de cualquier elogio. El Tharsis nuevo también se apunta a seguir escribiendo su historia con la luz gloriosa de su pasado.


Tharsis julio 1998.



DIARIO DE LA ESTIRPE


BAJAR A LA MEMORIA


Lo sé, sé de todo lo sentido, de lo vivido, de lo nuestro, de lo ajeno cercano, he bajado mucho a la memoria; y aquí donde son huellas los silencios, en la cripta misma de la memoria, están los abuelos mirando qué hacemos al pisar la tierra, si profanamos su creación o la adoramos, si entendemos de estirpes y mantenemos la dignidad. Lo sé, sé que están las abuelas con la cara muy blanca y rosa los apellidos rezando el amor a la manera del tiempo, deseando que les limpiemos todos los días las calles, hagamos la lumbre y cenemos en el enjambre de la santería. Y los primorosos recuerdos que se soslayan en la paz de la memoria, comentan las abuelas desde el murmullo inaudible.
Ayer también está como reforzado en la memoria, ese ayer de pronto, de cuando solo hace falta levantar la primera sábana y te lo encuentras, ese ayer de póstulas y letanías, adonde los parientes dormidos quejaban su sueño y dejaban que viniéramos a estrenar la copla o el pregón, encender los ojos o apretar el abrazo. También, por entonces, aconsejaban los mayores que gozáramos sin torpeza. Vino, en este ayer que aún se toca, el padre, a beberse el camino o a caminar el agua, vino con nosotros, con las cacerolas de la madre y la espera gloriosa de los nuestros de aquí, que hacían más fiesta porque estábamos, que magnificaban la consigna de los antepasados y se volvían dioses, porque estábamos. Lo he vivido, lo sé.
Cuando, con tal descaro, se baja a la memoria no queda otro remedio que postular el ideario de la familia, de cada uno de la familia que ha grabado corazón, gesto, manía, olor, inteligencia, voluntad o cejas grandes. Y a ellos, que son el prestigio del recuerdo indeleble, y a quienes aún trenzan espacios y los abren, reunirles todos los besos calmos, todas las efemérides, todos los sitios escogidos y esperarles siempre en la memoria, con los nuestros.


RAMÓN LLANES