RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 27 de noviembre de 2012

DIARIO DE NAVEGANTE


Nuevo día

Al pisar la calle, aún con su regusto a noche, me agobia muchas veces la sensación de saber con seguridad si soy merecedor del nuevo día, de esa inmensa prominencia de luz que me está enriqueciendo la melodía de vivir; al sentir el primer hilo de frío en los mentones tengo la costumbre de aliarme con tal placer, olvidando de cuantos inconvenientes me van a deparar la crecida de los intereses, el discurso absurdo del político absurdo de turno, el malestar que veré en las miradas sin miradas de los seres desocupados, la falta de voluntad incluso en los voluntariosos, la felicidad que no germina en las personas de mi entorno y las miles de locuras que se suceden a cada paso, como si estas fueran la más natural manera de comportamiento; pero me olvido del tiempo que me falta para empezar a olvidar mi memoria y me pongo el traje de nuevo día como si me colocara el uniforme del paraíso y todo me empezara a girar a mis solas órdenes.
Son las primeras horas, aún con la escotilla del pensamiento semicerrada, y se anuncian desencantos a modo humano; un desalivio por aquí, un malentendido al uso, un reproche inservible que daña, un sinadiós inesperado, nubes de desconsuelo que han bajado -sin permiso- hasta interioridades reservadas. Despropósitos que el nuevo día va sumando a la agenda mecánica del alma y ordena en los pardos colores del deber.
Y así, hasta que la tarde se involucra en frescura y aparecen signos positivos- a costa de no ver el telediario del mediodía- y se convierte, por sí misma, en un tono menos ácido y más soportable. Los desniveles no acabaron de desequilibrar el contenido empírico que llevo tan adentro y a estas horas aún respiro sin cansancio, medito lo que falta por hacer y pongo los pasos prestos a continuar la jornada.
Acaso me dé por dedicarme a fortalecerme en la intemperie de la selva que habito, donde curiosamente no existen enemigos concretos. Hay un significado científico o causal que me imprime una reflexión sobre la pérdida del adversario y no le encuentro razón ni fundamento. Me ocurre que todos me parecen mis enemigos y, en la distancia corta, todos son mis amigos. Y tampoco llego a la conclusión de saber si es mi obligación buscarme enemigos.
De vuelta a casa, anocheciendo las fuerzas, intento descongelar el primer pensamiento del día y me quedo atónito al no tener conciencia exacta sobre si merecí el nuevo día que la inercia del universo me había ofrecido. Y me sofoco, solo a medias.


Ramón Llanes.
24.11.12.
Publicado en digitalextremadura el 26.11.12.


domingo, 25 de noviembre de 2012

DIARIO DE OTOÑO


El cansancio y sus limitaciones
A propósito de la excursión
de siempre con el niño Daniel.


A mitad de la cuesta asoma siempre el primer síntoma de cansancio y la meta parece infinita; arrecia el aire, las piernas son de trigo, la mar no se otea, el niño ha perdido su esperanza y se sienta sin mirar las retamas que punzan a todas partes su amarillo. Pero el niño dijo, ¡vámonos! antes que todos los demás, o mejor, cuando aún los demás seguíamos cansados como viejos.
Quedan diez pasos, apenas unos riscos que sortear, los brezos que se saltan sin esfuerzo y un jaral tintineando su humildad en la solana. El niño juega a subir y corre más que el viento, los hombres -nosotros, por más señas-, solo nos preocupamos de respirar creyendo que la supervivencia es menos que eso. Nadie habla de abrir la mochila, nadie sabe definir ese regio horizonte que estábamos buscando y que por fin se nos disuelve delante de los ojos, nadie habla, todos descansamos excepto el valiente niño que apenas llega a alcanzar los cuatro años.
Ya en la cima deseada, con el cansancio dormido y la piel abyecta y estirada, la mirada es nuestra gloria. Allí están los campos rojos, las montañas grises; allá se esconden las migajas de tiempo, los sobresaltos y la libertad. En eso pensábamos hasta que el niño gritó que tenía hambre y recurrimos a la mochila, disfrutando de un lugar un poco más cerca del infinito de cuantos nosotros ocupamos a diario.
El cansancio limitó nuestras fuerzas, nos agujereó los músculos, nos irritó la sangre y nos apresó el estímulo pero nos parió un paisaje que siempre habíamos soñado.


RAMÓN LLANES. 25.11.12.

domingo, 18 de noviembre de 2012

DIARIO DE EMOCIONES.


Recuerdos de ida y vuelta


Al llegar los días de asueto que la semana nos regala, la mirilla y el sentimiento ponen rumbo al norte, cincuenta kilómetros al norte por más señas, allá a los campos solícitos del Andévalo, que siempre espera. Ha sido así estos días; el viernes el camino de ida, el domingo, hoy, la misión de la vuelta. El trecho no es largo y el paisaje ayuda al pensamiento y somete a una conversación muy sabida y más deseada; hablamos del ferrocarril que vamos dejando a la izquierda, del río Odiel que cruzamos en Gibraleón, hablamos de San Bartolomé a medida que se nos acerca, el niño, (nuestro nieto Daniel de solo tres años) nos pregunta si vamos llegando; luego Alosno con su historia de fandangos y al poco la Sierra Ensillada, donde se empina La Divisa y, detrás de las curvas, Tharsis, enigmático porque siempre tiene algo para darnos y fiel porque nunca nos abandona. La puerta grande está, de par en par, abierta y el viernes es fiesta emocional en el alma de nuestra tierra tan sagrada.
Despertar allí, oyendo llover o viendo las solanas con los primeros resplandores, es casi orgásmico, casi divino. La sutileza del paisaje fuerte, rojizo hasta doler, los páramos en un orden de colores, las contraminas, el silencio perdido, la ensoñación de pertenecer a este mundo sin etiqueta de caducidad, el aire, que parece tan esquivo y es tan parco; despertar allí no es oír el tiempo es oír hasta la luz, hasta las entrañas que las galerías conservan; se pone tan cerca, allí, la vida, que el recuerdo tira hacia delante y no hacia atrás.
No queda ni un segundo libre, sin placer; el mismo compás toca su tambor de espiritualidades como si fuera el primero en la historia, las nubes pasan envidiando la profundidad y nosotros rastreamos piedras que tienen fibras de existencia.
El domingo se hace más rápido, como si la prisa tuviera prisa; las aceitunas nuevas, ya majadas y endulzadas, se prueban con la impaciencia del agrado y la creencia por la mina se acrecienta con el deseo. Pronto será, otra vez, sueño cumplido. Así pensamos desde que el retrovisor nos va ocultando las últimas jaras hasta que el olor de esteros se nos mete en la encima del primer deleite porque oteamos la Onuba nuestra que también nos amamanta.




Ramón Llanes.
18.11.2012

DIARIO DE EMOCIONES.


Recuerdos de ida y vuelta


Al llegar los días de asueto que la semana nos regala, la mirilla y el sentimiento ponen rumbo al norte, cincuenta kilómetros al norte por más señas, allá a los campos solícitos del Andévalo, que siempre espera. Ha sido así estos días; el viernes el camino de ida, el domingo, hoy, la misión de la vuelta. El trecho no es largo y el paisaje ayuda al pensamiento y somete a una conversación muy sabida y más deseada; hablamos del ferrocarril que vamos dejando a la izquierda, del río Odiel que cruzamos en Gibraleón, hablamos de San Bartolomé a medida que se nos acerca, el niño, (nuestro nieto Daniel de solo tres años) nos pregunta si vamos llegando; luego Alosno con su historia de fandangos y al poco la Sierra Ensillada, donde se empina La Divisa y, detrás de las curvas, Tharsis, enigmático porque siempre tiene algo para darnos y fiel porque nunca nos abandona. La puerta grande está, de par en par, abierta y el viernes es fiesta emocional en el alma de nuestra tierra tan sagrada.
Despertar allí, oyendo llover o viendo las solanas con los primeros resplandores, es casi orgásmico, casi divino. La sutileza del paisaje fuerte, rojizo hasta doler, los páramos en un orden de colores, las contraminas, el silencio perdido, la ensoñación de pertenecer a este mundo sin etiqueta de caducidad, el aire, que parece tan esquivo y es tan parco; despertar allí no es oír el tiempo es oír hasta la luz, hasta las entrañas que las galerías conservan; se pone tan cerca, allí, la vida, que el recuerdo tira hacia delante y no hacia atrás.
No queda ni un segundo libre, sin placer; el mismo compás toca su tambor de espiritualidades como si fuera el primero en la historia, las nubes pasan envidiando la profundidad y nosotros rastreamos piedras que tienen fibras de existencia.
El domingo se hace más rápido, como si la prisa tuviera prisa; las aceitunas nuevas, ya majadas y endulzadas, se prueban con la impaciencia del agrado y la creencia por la mina se acrecienta con el deseo. Pronto será, otra vez, sueño cumplido. Así pensamos desde que el retrovisor nos va ocultando las últimas jaras hasta que el olor de esteros se nos mete en la encima del primer deleite porque oteamos la Onuba nuestra que también nos amamanta.




Ramón Llanes.
18.11.2012

domingo, 11 de noviembre de 2012

DIARIO DE TERNURAS



CANDELARIA DOMÍNGUEZ FERIA, MI MADRE,
A SUS 85 AÑOS, AMOROSAMENTE CUMPLIDOS.

viernes, 9 de noviembre de 2012

DIARIO DE MINA


DIARIO DE MINA


DIARIO DE NAVEGANTE


Con Feria Jaldón de fondo


Escuché, presentidamente, hace pocos días, al pensador Feria Jaldón y me dió por mecerme en su genial filosofia; con otros presentes mantuvimos larga conversación a modo de debate, con la manga apoyada en el mostrador y el codo empinándose a compás del deseo, llevando vino medicamentoso al paladar, cuatro ejemplos de la utopía, compañeros en este viaje de la vida y soñadores también de muchos mundos. Ese ilustre pensador había puesto, apenas momentos antes, alfileres en las manos y nos alentó a pronunciarnos sobre memoria, ocurrencia, muerte,ética...y algunos otros conceptos perdidos más en el calendario que en el tiempo. Feria lo tenía absolutamente claro, nosotros divagábamos trozo a trozo; Feria lo escribió en todos los plumazos, nosotros ni fuimos capaces de llegar a una conclusión.
Era tarde de invierno, el viento norte estaba apaciguado por los altos muros de la Universidad, el lado sur simulaba señales de luces empezando a alumbrar, nosotros, arropados por la enseñanza anterior, vivíamos en ese concierto de sonidos que emergen del interior de un bar y ocultábamos los versos en el ala del sombrero que, a buen gusto nos acompañó la tertulia.
Aquello no huía de la enjundia, era tema de largo recorrido, como para tener a Feria Jaldón con nosotros y preguntarle las miles de dudas que se apretaban en cada pensamiento, así incluso aludimos a cómo hubiera sido su manera de explicar la situación.
El resultado no tardó en llegarnos al enjambre del improvisado ateneo. Antes de meternos de lleno en la noche, hacia casa, después de devorar apaciblemente ración y media de chocos fritos y media de huevos de choco, el dueño del bar nos comunicó que cerraría las puertas a poco de que, en marzo, cumpliera los sesenta y cinco; nadie, ni siquiera familiares ni siquiera amigos, salvarían del olvido tan querido lugar. Y se nos vino abajo la filosofía.

Ramón Llanes



martes, 6 de noviembre de 2012

DIARIO NUEVO


Aquel sábado del tren


Tengo que escribir de tí, de aquel sábado del tren dirección emocional a todos los sitios con un punto de referencia en Molero; tengo de escribirte que no me fui con vosotros, mi camino tenía otro trecho, mi ansiedad era la misma, pero no trencé las vías para llegar contigo al Morante, al Paseo Nuevo, a la calleja, a la miel y al agua que esperaban casi en la tahona sin vestir.
Para vender aquel sábado de lluvias es esencial ponerle un precio alto, porque el rincón de los pimientos “encurtíos” olía a nosotros al momento de llegar y no me extrañó, nunca me extraña, que al cabo de minutos conocieras el enjambre de miradas y ternuras que se mecían en las telarañas de hilo que simulaban miedo y eran esperanza.
Escribo de tí, solo esto, Luis amigo, porque me apetece en otoño regar la poética de la inspiración y hacerle estos grandes huecos a nuestra buena amistad. Hasta la próxima gira.


Ramón Llanes 6.11.2012

DIARIO DE THARSIS. Corta Filón Sur. Tharsis


domingo, 4 de noviembre de 2012

DIARIO DE EMOCIONES


Sesenta años por primera vez


Con motivo del sesenta cumpleaños
de mi primo Cristóbal, a quien tanto quiero.


Es otoño, ¿ves?, y sin darte cuenta
te llega un veinticinco con amor,
te deja unas velas con ardor,
te recuerda que cumples los sesenta.

Y tú, viendo a la esposa tan contenta,
te piensas que algo se te acabó,
que cumplir es desandar. Y es mejor:
cumplir es memoriar a las tormentas,

a los besos, al tiempo, a las verdades;
cumplir es rehacerte el sentimiento
de hijos, de todas las amistades,

de quienes se quedaron en “tu adentro”.
Pero tú sabes distinguir, lo sabes,
por eso cumples años tan contento.


Ramón Llanes
de Tharsis para Calañas en 25 de octubre de 2012