Luz
De dónde nos vendrá esta luz cegadora e impaciente todos los días?. Habrá un proyector infinito en esas latitudes del universo que invente claridades para el resto de las estrellas y astros que lo componen. La luz hace que las cosas sean de otra manera, que tengan otras formas y otros conceptos, que los objetos cambien de dimensión y que exista algo tan exuberante como la vida. La luz se mira desde perspectivas diferentes y siempre de ella se obtienen valores que la califican como esa necesidad ineludible que es precisa para combinar la vida con el cosmos.
En aquellos lugares donde la luz es abundante no se le presta la admirada atención lógica y sin embargo suelen extrañar su existencia los lugares donde se distribuye en menor cuantía y cualidad, se evidencia una ansiedad de todos los seres vivos por la luz, por el imperio de la luz en todas las partes de sus vidas, desde el mismísimo interior, hasta la piel, los ojos, los zapatos, el aire, la casa, los ropajes, las piedras, todo necesita de la luz para cumplir su misión en el universo con la exigida dignidad; todos los elementos que lo forman tienen un cometido al igual que todos los órganos del cuerpo tienen el suyo.
Ahora es la luz, la causa quizá de muchos delirios y de muchas felicidades, la mejor parte de la sombra, la quietud de nosotros, el compromiso de la realidad con el hombre, ese factor tan imprescindible del cual nadie reniega. Hemos buscado luz por los recovecos, las oscuridades, las galerías y los sueños; hemos crecido empujados y adornados por la luz y sus consecuencias se resolvieron en alegrías, salud, sonrisas y tiempos alargados de paces y encuentros. Es la luz, hacedora, aliada y perenne tesoro que este sostenible universo nos raparte cada día sin apenas preguntarnos si la merecemos, sin extendernos la factura ni embargarnos las miradas. Por la luz este canto a la vida con los pormenores agradecidos de un habitante consumidor y admirador sostenido de ella.
Ramón Llanes. en HUELVAHOY.COM