RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

viernes, 31 de marzo de 2017

DE LO HUMANO

 
DE LO HUMANO

Arriesgarse a escribir del temple en la calle treinta y dos de la manzana este del barrio nostálgico de una ciudad vieja, con ojos en el puente que indica el paso del río, los nubarrones en el sitio de siempre cortándose intencionadamente la luz a la hora más fría del día más frío, costando una inmensidad poder calentarse la única cacerola de la subsistencia, quedando helados los niños en el salón sin cortinas y lleno de miedos, es posible. No hay luz en casa, vinieron a desarmarla, se llevaron el calor y dejaron más miedo, se quemaron de indiferencias, cerraron las puertas para que no entrara el frío que ya vivía allí y tropezaron también con el hambre de enero en aquel almacén de cuerpos inanimados por la dureza de la insolidaridad.
Falta sangre de cero negativo en un hospital del barrio nuevo, aquel que se divisa cuando se cruza la rotonda de la escultura de un militar condecorado, un sitio donde se padece la multiplicidad del dolor que se quema y contagia de dentro afuera como una cascada de fuego, allí mismo, en ese hospital donde tantos sueños se quedaron, donde no han cortado la luz porque falta sangre de cero negativo y esperan que llegue un compromiso con urgencia.
Avisan, mientras, en los plasmas, que la vida se pone cada día más fácil, que es una realidad encontrar un hueco en cualquier hueco, que se acabó el deshonor en el salario y se acabó la tristeza en los hogares. Y avisan que, pronto, por esta condición de progreso, por este estado de gracia venido a más, por tanta dulcificación en el entorno, por las penas pasadas, por la voluntad de los gerifaltes, anunciarán convocatoria de elecciones para sorprender al enemigo -que es el ciudadano-, para concederse un nuevo baño de multitudes a los victoriosos, para deleznar con más poder las ejecuciones, para que se pueda cortar la luz sin riesgo jurídico, para que siga faltando sangre y medicamento de hepatitis, para que la sociedad apruebe las conductas y para que todas las cosas tengan un soporte de justificación suficiente como para evitar una manifestación, una protesta, una demanda o una cárcel.

Ramón Llanes.

miércoles, 29 de marzo de 2017

LA DULCE TRAMPA DE LA IDEOLOGÍA

 
LA TRAMPA DE LA IDEOLOGÍA.


Falta por conocer la demostración científica de la ineficacia de las ideologías para el salvamento social y económico de los pueblos. Teorías de alto valor confirman que la salvación -en su amplia consideración terminológica de bienestar- ha de provenir exclusivamente del hombre, sin logos, sin siglas, sin mandamientos; el hombre limpio de analgésicos nocivos y de espasmos y miedos, el hombre gremial y colectivo no adscrito a movimientos de entramado político. Es patente la desviación de aquellos maestros de las ideologías hacia pronunciamientos tasados en sus idearios, de la encarnizada defensa de a cuanto sus normas imponen incluso con llagas evidentes de sinrazón, importando menos el bienestar a conseguir que la implantación de su sistema; lo tiene escrito esta historia reciente en sus ojos, en todo el mundo, en todos los foros, el debate no es beligerante por el resultado sino por la fórmula que ha de emplearse para alcanzarlo. Aquí, en nuestra España, alcanza límites indignos de pujanza.
No nos va bien. Es ilógico el método. Anteponer la ideología -el cómo hacerlo, dónde hacerlo, a quién dedicarlo, con qué presupuesto, etc-, a la realidad del hambre, del desgaste del bienestar, de la falta de inversión, de la nula imaginación para crear recursos nuevos, de la crecida de la pobreza, priorizar todo aquello antes que esto significa entrar en la más absurda de las brutalidades. La clase política pende de sus parámetros marcados, son reglas cuya única finalidad es la posesión del poder, los ciudadanos de sus estado o comunidad no forman parte de sus preocupaciones, el poder y la estabilidad personal tienen más notoriedad en sus formaciones que la lucha por las lacras sociales o por las mejorías.
Hemos llegado a una estación término -o nos llevaron- donde es imprescindible pertenecer a un determinado grupo o partido para poder ser atendido de una u otra manera, siendo que si aquel que ostenta el poder nos coincide el trato será mejor que si discrepa. Sucede para encontrar un trabajo, formar el cuerpo de los miembros de un Tribunal, ser recibidos por un cargo público o participar en una manifestación. Todo politizado, todo podrido, ilógico, hasta falaz y burdo. Imaginar que la atención en un hospital, en una escuela, en un viaje, en una residencia de ancianos, en cualquier supermercado o en un teatro, depende de la ideología que cada cual acredite, se mira como un retraso e involución y se califica a la sociedad así como retrógrada, inoperante y corrupta. Y esta sociedad nuestra ahora es así, exactamente así. Un trampa dulce donde la pertenencia al partido crea derechos personales o familiares, a veces hasta hereditarios.
Cuando nos hayamos metido en el último cajón de la vida, minutos antes pensaremos que no hicimos un mundo mejor, que nos engañaron las ideologías y quienes las practicaron. Acaso hoy mismo seamos capaces de admitir que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, que hace 30 años estábamos menos preocupados por asuntos feos y casi nuestra prioridad no era la rebeldía; esto ha ido a peor y lo firmaríamos con la más absoluta de las vergüenzas, casi sin llegar a culparnos. El hombre limpio, nacido del útero natural de la vida, creado y criado a la luz de las sombras, este hombre podrá ser quien nos libere del crónico fatalismo de la adoración a las madres ideologías; la calidad de las tareas huye de estas inocuas filosofías baratas que todas, además de parecer buenas, son iguales, parece que todas pretenden el bien común y la custodia al ciudadano y no es verdad.
No estamos en una pista de despegue mejor acondicionada, no tenemos mejores medios para desenvolvernos, no han invertido en nosotros, en nuestra cultura, en nuestros salarios, en nuestras pensiones; no tenemos mejor sistema de educación ni mejores carreteras, ni mejor sanidad; hemos decrecido, somos más pobres, mucho más pobres; no hemos superado la crisis que nos inventaron para hundirnos, no tenemos mejor cara ni mejor peinado, somos sencillamente más viejos y notoriamente más infelices.

Ramón Llanes. 23 marzo 2017.

MELANCOLÍA


domingo, 26 de marzo de 2017

A PARTIR DE AHORA

A PARTIR DE AHORA


A partir de ahora leeré bien la letra pequeña de los concursos para ser elegido presidente de mi vida; le pondré una nota roja a los sueños no incluídos en la relación de la cesta de la compra; haré las sumas al revés porque al derecho no me dieron el resultado querido; a partir de ahora nombraré a las cosas por su cualidad y me olvidaré de los conceptos; pintaré un mural infinito para que quepan todas las personas que me han inspirado confianza; me examinaré de nuevo para aprendiz de la vida; a partir de ahora escribiré una canción dedicada a tus ojos.
A partir de ahora todos sabrán la importancia de entendernos.


Rllanes

OFENSAS


 OFENSAS

Ofende el verbo en el lenguaje,
el ladrón en el robo,
dios en la riqueza,
el sol al mediodía
y tú si no me miras.



Ramón Llanes.

viernes, 24 de marzo de 2017

ACUARELA AZUL

ACUARELA AZUL

Agua sin dormir,
mar que me tientas,
champán salado
para brindarlo
al trípode del ocaso,
esa acuarela azul
puesta en tus ojos;
he sabido que me aprendes
besándome.

Ramón Llanes. (MEMORIA DEL PRÓDIGO)

IV.- AGUAS DE LITURGIA

 
IV.-

Si algún pretor
redimiera culpa
los ángeles prestarían
lágrimas nuevas a las plañideras
que olvidaron el llanto
y el oficiante
extremaría la unción
de la libertad del perdón
quizás a mitad de liturgia.


Ramón Llanes
(AGUAS DE LITURGIA).

DE TI

DE TI
 
Sé de ti los verbos que hablas,
las voces que te duelen,
los besos que esperas.

Sé de ti las señales de tu cuerpo,
el lunar que ocultas.
Conozco los versos de tu sonrisa,
la sensualidad de tus labios,
las caricias de tus ojos.

Conozco de ti
tu alma nacida de tartessos,
a quien no acierto
poner adjetivos ni versificar.

RAMÓN LLANES. (MEMORIA DEL PRÓDIGO)

III. AGUAS DE LITURGIA

 
III


Aguas de liturgia
anegan las púrpuras de los breviarios,
humedecen el calor de la palabra,
ahogan sin prisa
el silencio de las velas
en la capilla de San Judas.
Si nacieran las beatas otra vez
al rito, besarían las estolas grana
que iza el monaguillo
a compás de salmo.
Ellas están aún
en el cuarto misterio del sueño,
sin desdén, sin labios
y apretujan un crucifijo
de nácar gastada,
desvelado por la luz del incienso,
musitando a coro un rosario infinito,
nunca despavorido
por las preces de los fieles
en la antífona de entrada.


Ramón Llanes.
(Del poemario AGUAS DE LITURGIA).

miércoles, 22 de marzo de 2017

APENAS

 
APENAS


Apenas tres destellos de luz
y pronto sombra.
Apenas un compás de silencio
y siempre gritos.
Apenas un momento de siempre
y pronto nunca.
Apenas unas horas de hoy
y pronto ayer.
Apenas un minuto de furia
y pronto miedo.
Apenas una gota de vida
y pronto muerte.
Apenas tus palabras de amor
y pronto olvido.
Apenas una risa de gozo
y pronto llanto.
Apenas una fuente de agua
y pronto sed.
Apenas un hilo de libertad,
apenas un hilo.


Ramón Llanes. (de ÁMBITO SUR).

CADA DÍA

 
CADA DÍA


Cada mañana
me desato las manos de mi sueño
me olvido de la noche que se fue
me pongo mi uniforme de poeta
y echo a andar.
Cada tarde
me asomo al atardecer
me pinto en lo ojos sus colores
me bebo toda la nostalgia
y canto un poco.
Cada noche
me siento a la lumbre de mi hogar
me convierto en besos
pienso lo que falta por hacer
y abrazo al sueño.


Ramón Llanes
(Del poemario UN SOPLO DE MI VIDA)

martes, 21 de marzo de 2017

SONETO AGRADECIDO

 

SONETO AGRADECIDO






Para buscar la Paz más que llevarla,
desterrar el dogma de la utopía,
salvar con un poco de fantasía
esta vida voraz. Para llenarla,
para enfrascarnos y para buscarla,
por un compromiso que no tenía
este ciclo vital de la poesía,
para ocupar la Paz y generarla,

seremos cómplices de su verdad,
obreros de palabra y de creencias,
voceros de concordia y de bondad.

Al conflicto y a toda violencia
le ponemos su limite y final
y rendimos cuentas a la conciencia.








Ramón Llanes.
Universidad de Huelva
Con motivo de la recepción del XV Premio “Manuel Masera”
de la Asociación de Antiguos Alumnos “3 de Marzo”.

DESPUÉS DE LA ALEGRÍA

DESPUÉS DE LA ALEGRÍA


Impresionante lugar para besos,
besos impresionantes para dar.
Después de la alegría, ¿qué habrá?,
¿a dónde se habrán ido tantos rezos?.

La mística razón solo por eso
se ha quedado en caminos por andar
y no ha perdido el sitio donde están
los recuerdos y donde está el regreso.

No es esperar en este tiempo calmo
ni para volver es el tiempo ahora,
solo para buscarte palmo a palmo,

mi ciudad amada y acogedora
a modo de soneto, como salmo,
para tí, mi tierra conmovedora.





HONOR A TODA POESÍA.
RAMÓN LLANES

lunes, 20 de marzo de 2017

AMOR SIN MEDIDA

 



AMOR SIN MEDIDA
(Soneto con estrambote)

Tú vuelas más arriba que las nubes,
yo apenas si remonto un poco el vuelo.
Tus alas son de diosa, y subes, subes,
las mías sólo van a ras de suelo.

Yo siempre te adoré, siempre te tuve
en el altar mayor de mis anhelos.
Cumplid tu voluntad; no te retuve,
y te fuiste a buscar no sé qué cielo.

Ya estás tan por encima, estás tan alta,
tan cubierta de seda y terciopelo,
de pompa y vanidad, tanto resaltas

y tan lejos estás de mi frecuencia
que a mí me sobra amor y a ti te falta
corazón y te falla la conciencia.

Te has quedado sin tren de aterrizaje,
y sin motor, con sólo la apariencia
exterior, que no es más que fuselaje.

Pedro Duque Pavón
Poeta de Huelva

PENSADO JUAN RAMÓN

 
PENSADO JUAN RAMÓN


A confirmar el espacio indultado
por el tránsito, a permitir volar la memoria
nueva por la luz deseante, a oler
los campos que gimieron tus pasos,
a mirar la tarde durmiéndose
en los horizontes rosas del río,
a oír los pájaros que no se fueron.
Luego, acaso, a estar, solo a estar
en Nazaret, contigo, con Platero,
con dios, con nosotros
que apenas movemos la sombra a un poema.
A estar con el dios deseado en la boca
de Moguer, delirar por la ausencia mística
nunca perdida y brindar en ritmo de verso
por consagrar la olvidanza del olvido.
Por ti, padre poeta, dios hermano,
las nubes traídas desde todos los vientos,
nuestras ahora, con aroma de campiña,
mar, mina, tiempo y aire;
por tí, amor de eternidad, con la húmeda
voluntad de no querer olvidarte.


Ramón Llanes

UN ABRAZO, UN VERSO, UNA LIMOSNA

 UN ABRAZO, UN VERSO, UNA LIMOSNA



Vuelve a ser un recuerdo el tririntintrán de las elecciones, como lo fuera tantas veces desde que nos conocemos, y se nos ha vuelto a poner cara normal, aquella de la insatisfacción y el inconformismo, idéntica a la de siempre, sin atisbos evidentes de sorpresas agradables, sin suerte con el horizonte, sin fuerzas para la osadía y sin coincidencia con los versos que escriben los diestros de la fila; ellos y nosotros no rimamos, han inutilizado el alfabeto y las reglas, nos han discutido el papel y se han olvidado de las metáforas; así es imposible rimar, ni en consonante ni en asonante; ni en remedios ni en soluciones ni en proyectos, no rimamos. Han escrito –dicen– muchos poemas, que no lo son, que son prosa barata escasa de contenido y torpe en formas, pero ni una de ellas ha puesto gracia o beneficio, han sido prosas de estupor. Ni siquiera un endecasílabo, un pan caliente, un beso; ni siquiera un acento de ritmo, una lágrima de felicidad o una mirada; el mundo de los diestros de la fila y el mundo nuestro –ellos desde su prominencia de insensibilidades y nosotros desde el socavón sin salida– hemos dejado de rimar en la armonía deseada y lógica, hasta ser líneas paralelas que nunca se encontrarán.
El escenario de la calle vive a una par de dolencias en la debilidad de quienes se van desnutriendo de cálculos y solo desde la imaginación consiguen amparar media vida que la otra desfila hacia el medrenazgo inventado por los primeros de la fila de los diestros. Es imposible aquí ser merecedor de derechos, acaso aspirar solo a la limosna envenenada o abrazo electoral en tiempo de discursos y baños de gloria, época de reproducción de banalidades y soberbias y también de arrepentimientos, propicia para la generosidad de ellos mismos. Los “dioses” de la fila de los diestros no se mezclan con los de la otra fila, ni siquiera en la prosaica verdad de un verso.
No hemos sido conscientes de haber llegado hasta aquí en plenitud de facultades, algo nos han puesto en el agua.

Ramón Llanes.

UNA LLAMADA, UN RECUERDO

UNA LLAMADA, UN RECUERDO

La espera tiene esa virtud de constancia que anima la soledad hasta nutrirla de sensaciones; ayer esperaba, mañana esperará, con la docilidad del pensamiento en cada mimbre de estancia, luego el devaneo con la sorpresa, la suntuosidad del regalo. Todo se convierte en prenda de apego, la delicadeza mima las razones y la querencia a lo nuestro deja viva la estampa del deseo.
Una llamada esperada apuntalando un hermoso recuerdo, la rapidez en la capacidad real de lo tan esperado hasta convertirlo en fragancia para la supervivencia. El recuerdo en la estima de esa verdad que consolida el cómodo compromiso con la realidad, hay pendientes que dejan de serlo y futuros que se enrolan en una pausa de lógica. Ya están en el fragor del tiempo las cosas puestas para las faltas, las coberturas y las listas. Nada sobrará en la faldriquera o acaso un hueco mínimo para un sentimiento de última hora.
Así se estibará el sondeo de felicidades pretendidas por la contundencia de una llamada a las cuitas de lo agradable y con la creencia en la fortaleza de los recuerdos, un todo impersonal que se funde en gracia y a veces en gloria de humanos de a pie que circundan hiperverdades con las mismas ganas que sube una estrella a otro firmamento. Sobran motivos para esperar desenlaces colgados en los recuerdos como sobran estímulos para libar con los ojos de la inconsciencia cualquier júbilo que se adelante. Llamada y recuerdo, un algo efímero que se repite en el largo cauce de nuestro tiempo.


Ramón Llanes.

domingo, 19 de marzo de 2017

ANÓNIMO A SU PESAR

 

ANÓNIMO, A SU PESAR.


Es de esos chiquillos andariegos y voluminosos que andan la calle a todas horas, cuando apenas se le ve, más se le nota, ataca hecho al tesón de morderse la vida para no perderla y consta que por poco en cada momento aniquila algo de ella. Quien le conoce sabe odiarle, se seduce a si mismo odiando, presume de ser odiado, roba un cuento en la esquina y cuenta un robo en la sombra de la farola. Aún no es hombre y ya ha dejado de temblar al sonido de las sirenas que le persiguen; aún no tiene edad para enloquecer, aún no ha gastado tiempo en sostenerse a base de compañía amorosa; es de esos chiquillos vivos que ha creado la calle para si mismo, para su equilibrio, para su vicio.
A todas las horas le han visto antes de un escaparate roto, de un asalto a la tienda de ropa, de un tirón; siempre aparece en el antes del chillido de la calle, luego se pierde en un silencio de golfería incapaz de devolverle pudor o arrepentimiento o dolor. Padecerá lo suyo sin que el margen de la acera lo sepa, sin que se acomode a ser víctima. Es su propio rey, el matón de las soledades, que llega de nosotros y nos destroza el prurito de bienestar que enseñamos. Él se aprovecha de nuestra educación y civismo; nos traza la línea con una mirada de macarra y solo nos pide dejar de ser anónimo para empezar a adorarle.


Ramón Llanes.

YO ESCRIBO

 

Yo escribo




Yo escribo, tú lees, él escucha, nosotros pronunciamos un discurso, vosotros no acabáis de comprenderlo , ellos hacen una fugaz crítica destructiva y al final todos quedamos, -entre comillas-, satisfechos por haber contribuido al realce de este estilo literario, a veces tan en desuso. Diremos que hubo lucidez, (exigencias del proceso) y diremos, para no pecar de amarillistas, que la cuestión de fondo superó con creces las formas en la expresión completa del texto. Y a otra cosa.


Ramón Llanes

sábado, 18 de marzo de 2017

UN MINUTO

 
UN MINUTO.


Déjame por ahí encima , mismo en la mesa,
o en la almohada donde anoche me soñaste que yo era de sueño
o en la camisa que me regalaras en un cumpleaños que nadie cumplió y fue nuestro,
o en el tintero que ya no usas para escribirme,
o en la percha color canela del armario de la alcoba,
o en el libro de poemas que lees con pasión,
o en el picaporte de la cancela
o en el viejo sobre que conservas en el estuche de costura
o en el baúl de la entrada
o en el espejo donde dices que siempre me ves
o en la tarrina de mantequilla
o en el palco del teatro
o en la espuma del jabón cuando te arriscas
o en el décimo de lotería que compramos en ningún sitio
o en la cesta de la compra
o en el pincel
o en el mensaje de anoche desde donde me echabas de menos
o en el paisaje que refleja la luz que me inventas
o en tu cara mismo,
déjame por ahí encima un minuto de ti.



Ramón Llanes

jueves, 16 de marzo de 2017

HUECOS

 
HUECOS



Déjese llevar por el tiempo. Hágale un hueco a los sabores del invierno, al frescor, al abrigo, a la candela, a los resfriados que nunca faltan a su cita. Hágase sus pronósticos de estar con los suyos y con las riendas de la tarde, ocupe un poco de su lugar a que un libro aparezca en las manos mientras la fina lluvia transita los espacios. Le sugiero que se adentre en la historia que a Huelva siempre emocionó. Puede acercarse a la librería, tocar los ejemplares que le oferta y escoger, por ejemplo, Poetas de Huelva por la Paz, Omnívoros (de Paco Ruano), Doñana, Kumara (de Alfonsa Acosta), Cuando sangra el cobre (de Alfonso Pedro), son apasionantes maneras de entender la vida a través de los libros que tienen muchas vidas dentro.
Fíjese en cómo se tornan las nubes al atardecer, fíjese en los pájaros que aún no han muerto en la dehesa, fíjese en las correntías del agua y en los soplos de la naturaleza cuando se mueve para traer semillas que germinen o simplemente descansar de la treta de vivir para soñar que es posible un receso.
No olvide que muchos de los otros también desean que usted se sienta feliz este fin de semana.



Ramón Llanes.

LA INSOLENCIA DEL OLVIDO

LA INSOLENCIA DEL OLVIDO

Habíamos olvidado las formas de escribir y los acentos; los números primos y la costumbre de lavarnos las manos antes de comer se olvidaron al poco de aprenderlos; la melancolía de una tarde de lluvia ha dejado de tener vigencia en la memoria. Recordemos, sí, los nombres de los miserables que insertan discordia en la mediación de vivir o recordemos el pacto de agresión de quienes les sacan partido al odio o recordemos que la muerte en África es una lotería; recordemos todo eso, que es ignominia y fracaso, que no duele ni enriquece.
En el tránsito no estaba prevista la amalgama de tonos oscuros del amanecer, la noche antes se había pintado para forjas de claridades y sucumbieron los sueños de quienes querían saltar vallas de esperanza y fueron agua de olvido. Se ahogó la vida, con ella el respeto, con ellos la vergüenza. Y es proceder en una iglesia oficial, de la religión que defiende la existencia, hablar de dios como redentor de males y salvador de causas perdidas y comulgar con la fe y marcharse en paz a los rediles. No dolió la muerte, ya era olvido, insolente olvido incapaz de formar filas de rebeldes para salvar algo, acaso una respiración.
Por qué se entristece este tiempo de ventanas cerradas y ni una luz se cuela por la rendija del proyecto; por qué las rosas ni son rosas ni huelen a dos días después, por qué el adiós a las memorias para bien de los olvidos. Y la injusticia, por qué; y los abusos, por qué; y esta constante dolencia de tripas de tanto desencanto, por qué. Maldito olvido que nos enfila a oscuras conciencias y laxa verdad. Todo esto no era preciso para vivir.

Ramón Llanes

LA ESPERA

LA ESPERA.

Parece un paraíso pequeño, con sol a muchas horas, arboleda abundante, brisa cálida, lluvia dulce, vida y luces color azucena; lo más parecido a un paraíso. El viento es una música grave cuando entra por los montes y aguda cuando se deja silbar por los llanos; la paz es un don continuo sin necesidad de trabajarla, sobran excelencias y no se conoce la mediocridad.
Los ciudadanos conocen la generosidad de la tierra, a la que adoran, no saben de miseria y el reloj es un compañero de estancia que camina al tiempo de todos. Al pequeño paraíso lo circundan dos bellos y caudalosos ríos que ofrecen agua y sosiego.
En este lugar tan parecido a un paraíso alguien sufre por un amor imposible y la larga espera le ha cancerado el alma viviendo en una indeterminada melancolía como si fuera un héroe desterrado. Y en esta noche de luna llena se bebe a solas su ración de veneno y se duerme en la hoja de un poema que anunciaba su dolor.

Ramón Llanes

martes, 14 de marzo de 2017

EL SILENCIO DE LÓPEZ

 
EL SILENCIO DE LÓPEZ


Nos encontramos, López y yo, en una estación de trenes, de esas que recogen veinte viajeros por jornada, cuando apenas habían asomado los primeros reflejos del ...Titanto de diciembre, allá cada cual con la premura de partir; íbamos pocos y en silencio. Ninguno imaginó el deseo de conversación del otro y, sin apenas un saludo, López guiñó su luz para los demás y se echó apasionadamente, creo, al libro. Leía a Espronceda. Me extrañó, López era de ciencias y no habituaba a mear sesera en clásicos; López era rígido, exacto, lógico, pragmático, justo todo lo contrario que Espronceda. Los demás pasajeros de este vagón (dos más), nos entreteníamos en el paisaje recién iluminado de la mañana.
El tren rugía levemente a los raíles en su ritual sin prisas, los frenos sonaban a un compás de alardes y López permanecía quieto como si la velocidad no fuera con él, como si hubiera vacíado su agonía antes de partir. López estaba inmóvil, tosco, sereno, parco en gestos y en movimientos. Su actitud había impuesto al vagón un halo de serenidad, nadie se atrevió a pronunciar palabra y ni acaso, sonrisa. La estancia contenía la severidad de lo trascendente mientras la parsimonia del tren ponía el único resquicio de sonido.
El final del trayecto hizo que volviéramos a la realidad. López cerró a Espronceda, el tren amansó su fiereza, los dos compañeros del vagón trajinaron con bultos y maletas, el día había comenzado a hervir, la estación también hervía de gentío y todo se convirtió de repente en un bullicio deseado. Me acerqué a López para despedirme y poco más que “sobran las palabras”, me dijo.
A López no he vuelto a verlo, el tren no he vuelto a pisarlo pero aún me traigo a la memoria, en días parecidos, esa sensación vivida de caminar en busca de destino, en silencio.


Ramón Llanes. Diciembre 2012.

DE MADERA

 
DE MADERA


Al tacto, la madera posee la sublimidad que a otros elementos falta, tiene además cierto rasgo de seducción, es preciosa a la vista, atesora nudos que son edades o tiempos y cada vuelta es un parto. Crear la efigie desde la madera, moldear el tallo y pisarle los dedos como un recién llegado pisa la arena, acudirle gubia, transparencia de ternura, un gozo descifrado muchos árboles atrás, muchos o tantos como una historia en semen de sensaciones.
De madera el tonel que empresta solaz al sarmiento, de madera estatua de estirpe presidiendo la simbología en el paso del hombre. De madera se hacen las finuras y las fortalezas y las manos se convierten en caricias acariciadas cuando vierten mundo al respeto del tronco y se conjugan en simpatía y sacrilegio, en esa adoración mutua; después o al tiempo, la mirada, la creación completa en una tabla vieja que antes fortaleciera la techumbre de la alcoba. Allí está todo, nada falta al esculpidor que le busca sin apariencia de espeleólogo una tira de felicidad, un momento de heroicidad a la astilla y la secciona de parte a parte aprovechando el hilo con precisión de relojero. Madera en badajo, en aldaba, en cornucopia, en vino, en sorbo de aire próximo al serrín y madera en el fuego, último intento al agrado y penúltima utilidad. Se queda en la vida del tiempo indeleble y cálida.

Ramón Llanes

lunes, 13 de marzo de 2017

CARTA ABIERTA A UN SONÁMBULO

 
CARTA ABIERTA A UN SONÁMBULO

Estimado primo Miguel:

Te habías dejado dormir simulando estar despierto, abriendo reiteradamente los ojos a modo de burla contigo mismo y como si creyeras que por estar dormido tu mundo sería más dulce. Al mismo compás del sueño te levantabas inquieto, administrando la luz de tu mirada y abusando de quienes te sabemos sonámbulo y nunca consentimos despertarte porque -dicen- puede poseerte cualquier diablo que impregne en tí un maligno perpetuo que te vuelva loco de remate. Nadie quiere despertarte cuando te paseas desnudo por la casa, por el jardín y cuando vas de la cocina al pozo con mágica facilidad y cuando te cruzas por la escalera con el hueco del zaguán y ni te inmutas de miedo.
El día nueve cumpliste cuarenta y dos años, estás sin descendencia, te haces a la holganza con la misma frialdad que al sueño y nos pides el pan, el vino y la despensa; te enmascaras de pérfido e inútil, te arrastras sin mesura y cuando el mundo se te pone en contra, te duermes, para volver a tu buen estado de realeza. Nunca recuerdas lo sucedido ni admites haberte enterado. El martes, quizá al alba, cuando ibas de mudanza en mudanza como cuidando los rosales, sin hacerlo, la cocina explotó de pronto porque se te olvidó apagar el fuego y tu café ocasionó no pocos destrozos en toda la casa. Tú eras un indolente absurdamente enfrascado en una bola ascética, ajeno a la vida. Te recuerdo que en ocasiones has dejado abierta la bañera hasta correr el agua piso abajo; has encendido todas las luces cuando todos dormían; has puesto la música a todo volumen en cada amanecer que se te antojara; has encendido la chimenea en pleno agosto a la hora de la siesta.
En fin, primo Miguel, que nosotros dejamos de ser problema cuando dormimos y tú eres y serás eternamente un problema, tanto en el despertar como en la dormida; con tal panorama, la familia acordó anoche, despertarte la próxima vez, a cualquier precio. Te escribo esta carta más como una advertencia que como una amenaza aunque tampoco me solivianta en exceso si como tal te lo tomas.
Indolente primo Miguel, no vuelvas a dormirte, ¡maldita sea! y si lo haces, entérate bien, serás ansiosamente despertado a bombo y platillo y luego allá tú con el diablo.
Con todo cariño, tu primo Juan.


Ramón Llanes 19 enero 2013