ENTRE HORAS, ENTRE VÍAS
ENTRE HORAS, ENTRE
VÍAS.
En memoria de los
mártires del once de marzo de 2004
No estaba el reloj en su sitio
agónico,
tocaban las horas como siempre
en su lecho usual en la vía oxidada de la vida
procurando registros de
encuentros.
Entre horas las miradas tibias de
marzo
se refugiaban en el andén,
corrían por las vísceras ajenas
al complot
de los sátrapas.
Ellos se quedaron en el minutero
del tren
dormidos a la fuerza
sin emitir el comunicado de la
muerte;
ellos perdieron, ellos perdieron,
perdieron el grito acusador
que hubieran emitido contra los
malvados
que aún se pasean de vida en vida
desmemoriados e indignos.
Mientras, el olor a reproche no
es capaz
de salpicar las conciencias de
los verdugos,
no ha llegado al estómago
político
del hombre causante;
el hedor no gana esta batalla a
los miserables
que urdieron su causa en una
guerra
y trajeron al andén once
la muerte como consecuencia
y la nada como capricho.
Ellos perdieron su voz y su
empeño,
estos, a cambio, ganaron
prestigio
y nosotros continuamos insomnes
en la tierra del miedo, sin poder
ni agallas.
Ramón Llanes
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