LA OBLIGADA NECESIDAD DEL SILENCIO
La perdida voz,
la bomba, el sacrílego oficiante, la mudez,
que callen obligados por el mandato legal de la prudencia,
por el bien de la lesa humanidad tan pervertida;
que calle el mundo un rato, unas horas, un día,
un siglo, una eternidad;
que los Parlamentos se atrevan a convivir en silencio,
sin un gesto altivo, sin una ironía,
que luzcan la verdad con la boca cerrada,
que las sociedades les impidan el mal uso de la palabra,
que el aire les expulse hacia ellos la rabia de sus gritos,
que con la eliminación de lo bullanguero reine, viva,
acuda la paz de los asientos, la del tajo, la paz de los zagales,
la paz tan extrañada, la ida paz a los solsticios más oscuros,
que se premie la paz ordenada en los equilibrios de la vida.
Haya una obligada necesidad del silencio
en cada formulario y en cada solicitud humana.
En esta imitación de existencia fracasó la palabra.
Ramón Llanes
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