RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 30 de abril de 2025

ORDENANDO EL ARMARIO

 ORDENANDO EL ARMARIO

Los huecos del armario olían a recuerdos y las ropas tenían el mismo color que los recuerdos, ese color ambiguo entre ocre y gris plisado, con suficiente perfume incrustado en la urdimbre hasta hacerlas perfectamente guardadas; las perchas se mantenían en la inmunidad, siempre se salvaban de las pérdidas, siempre se apegaban al barrote blanco que las cobijaba y las aguantaba todos los tiempos necesarios. El armario se fue convirtiendo, con la necesidad, en un cuaderno con páginas colgadas donde se podía leer la vida.
A los armarios también les llega su tren de partida para divagar sin rumbo por las extremidades de los sueños, unas veces con el equipaje a cuestas y otras -las menos- con lo puesto; desde el armario al infinito solo hay un tramo de pequeñeces y los viajes parecen siempre los mismos, como si solo se moviera el pensamiento y nunca la memoria. Ayer, tarde de agosto, diera en casa por cambiar las arrugas de las mangas y ponerlas al orden izquierdo para que las camisas gozaran de distinto espacio, teniendo para ello que desocupar sitios, tirar las prendas en más desuso y refrescar con ellas el pozo de las emociones. Allí estaba el traje de vivir, cada corbata de andar por las esperanzas, cada pantalón hecho al molde del cuerpo, cada mancha o retazo de mancha que quedara como intérprete de las andanzas; allí podían buscarse madrugadas, besos, canciones, desengaños, amores, signos, el armario es también un murmullo del pasado con alma quieta.
Al terminar de colocar de nuevo y de otra manera las cosas del armario se vino a la punta de la lengua la primera palabra o la penúltima pasión y los hondos altillos apretujaron otra vez los mismos recuerdos, dando a entender quizá que los cambios de lugar traen a la evocación la mística del sentimiento y la consignación de otro orden pero jamás impiden que se borren los estigmas, las brechas, la resignación y los recuerdos que tan cuidados permanecen con lealtad en el misterio del armario.
Ramón Llanes.
Puede ser una imagen de iluminación, desagüe, interiores y texto que dice "Hogar, extensión del abrazo, amor de artesanía, pasión sin fugas, hogar, sublimidad del deseo."
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EL ANDÉVALO

 EL ANDÉVALO

No es necesario estrenar tiempo para reconocer los registros estéticos que ofrece El Andévalo en casi todas sus expresiones, los tiempos son una circunstancia más para la sorpresa, siempre está patente la posibilidad como buen refugio para internarse en los sabores, los olores y los colores que esa tierra aparentemente ocre pone a disposición de interpretaciones y vivencias de sus habitantes y de sus adeptos. Todo es posible en su belleza, cualquier correntía o cualquier manifestación de folclore se identifican con un extenso y singular promontorio de causas para concluir en admiración.
El Andévalo circunda gran parte de nuestra provincia y la dota de curiosidad, de energía positiva, de ecos de la industrialización pasada y de una especial singularidad que promueven una atención única para nativos y extraños. La riqueza gastronómica tiene sus asentadas bases, los guisos, los derivados de cerdo y cordero, las exquisitas ensaladas y la buena repostería hacen que el paladar esté siempre satisfecho. La orografía presenta significados páramos que unas veces quieren aparentar altura y otras simular llanuras y despiertas solanas; la exclusiva carencia de rigidez le premia con rutas adecuadas para pasearlas en su luminosidad y cercanía, los escasos recursos hidráulicos saben tintarlo de amalgama, merced al color fuerte que la prominencia de minerales le tributa; los encinares viejos y los siglos en el alma rodean sus costados con prendas de valor.
Su definición podría encerrarse en su versatilidad en la belleza y su capacidad de afectación. Es una tierra muy amada, muy perseguida para los tantos ratos que el cante invita, para el disfrute de la festera forma de sobrevivir en buena complicidad con las excelencias del ámbito. El Andévalo es un enorme cofre de verdades guardadas y se encarga de custodiar con ahínco sus tesoros para librarlos de contaminación y legarlos con perfecta identidad y facultades a los herederos de tan rico caudal. Estar en El Andévalo constituye una delicia inaudita, andarlo supone un deleite, conocerlo es más que una obligación, convivirlo inyecta espiritualidad y amarlo es una máxima vital.
Ramón Llanes
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martes, 29 de abril de 2025

LA VIDA POR AQUÍ

 

LA VIDA POR AQUÍ

 

Era de mañana aun y la vida ya estaba rebelde, los focos, las farolas, las luces del salón y hasta las luciérnagas se apagaron con una protesta real, como demandando afectos, ¡qué sabrán las claridades de afectos!; me pareció una metáfora encontrar al amigo poeta Juan Cobos Wilkins sentado a la sombra cálida de la fuente que el jardín de Casa Colón custodia como si fuera una fuente; me senté y hablamos del apagón un rato y de cómo subir los dieciséis pisos que debía superar para llegar al pestillo de su puerta, de cómo podría hacerse de cuatro en cuatro, un descanso, un poquito de agua, otros cuatro más, así hasta su cercano infinito, que allí le esperaban sus nubes de compañía. Nos dio por intentar comprar el pan pero la entrada de cristal solo se accionaba por el resorte eléctrico y no tuvimos el éxito de conseguirlo, nos separamos sin una despedida ni un susto pensando en quienes se quedaran encerrados en los ascensores y decidimos simular que la vida por aquí es así de amable incluso sin luz artificial. Y te pregunto, amigo Juan, si te fue gloriosa o perversa la subida, con un abrazo.

 

                Ramón Llanes. 29.4.2025.

lunes, 28 de abril de 2025

TIEMPO DE JAMUGAS

 TIEMPO DE JAMUGAS

Vuelve la memoria al lugar donde se pusieran los primeros pasos casi una vida atrás, ermita de San Benito, -a medio entenderla de templarios o clausuras-, a donde no castigan los ojos la intemperie del tiempo y vuelan imaginaciones sueltas de sanbeniteros viejos que allá dejaran, -quizá-, polainas, cabestros, estribos y folías; décadas de alquimias y dulceros, de sinceridades y reglas; décadas también de pregones escritos en los soportales místicos, hacienda de las piedras y majadas, hervores de cacerolas en espera del hambre que ha de llegar inquieta desde los campos erizados y cerreños. Las parvas aún por recoger allá abajo, los horizontes largos y preciosos, las jamugas altas como amuletos de devociones y la sosegada paz de la danza. Vista adelante imaginando las acrobacias de los mayordomos para llegar al fondo de la emoción con toda la fe puesta, sin perderse un sonido, un eco, una esperanza.
Rllanes.
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