RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 22 de julio de 2025

QUÉ SERÁ PROGRESAR

 QUÉ SERÁ PROGRESAR

Progresar debe ser una entelequia, una incógnita indescifrable o la asignatura pendiente del mundo; nadie tiene las ideas claras sobre el asunto porque no para todos progresar es la misma cosa; unos entienden el progreso como la colocación de farolas y jardines, los del partido contrario lo entienden como apagar las luces, otro grupo lo entiende como vestir bien y comer poco, los del partido gremial solo piensan en progreso para defender sus propios intereses, los futboleros creen que progreso es un gol de su equipo; y luego están los otros, los que no aceptan el progreso ni se apuran ni se asustan ni se callan, esos que dan la lata por darla, simplemente por molestar a los demás, van en contra de todas las corrientes e incluso por pura soberbia van en contra de sí mismos (es un extraño juego pero ellos no alcanzan más y solo les importa que suene y se comente); otros se posicionan en discutir del todo de todo, de la claridad de las ideas, del color del florero, del precio de las calabazas, de lo que otros digan para tener motivo de contradicción. Si el aire no aguantara las palabras malsonantes ni las mentiras y las devolviera convertidas en piedras se hubiera acabado el circo pero el aire y el papel son meros esclavos de la estulticia de los otros y aguantan lo que se les eche, por desgracia.
Por si no lo entendió permítame comentarle que al digno arte de progresar le impide su fácil desarrollo la funesta manera de politiquear.
Ramón Llanes

AZAHAR EN EL ASFALTO

 AZAHAR EN EL ASFALTO

Un día de primavera
Solo que existe un límite también para el asfalto, un límite azul que disimula una estancia cerrada, el límite del diezmo; el sitio está dedicado al vehículo y también el pago, nunca para su custodia, siempre por ocupación del espacio; el propietario abona su cuota y el azul le protege, como si de un manto celestial se tratara, el azul le protege.
Esa zona azul, llamada protectora, está primaveralmente distinguida por naranjos y estos a su vez cuajados de azahar y en castigo a mi olvido de ayer cuando no pagué el diezmo necesario, me sorprendió el agente con su multa de rigor y empeño y el naranjo, ajeno a este proceder pero atento a mí, me puso flores de azahar encima del manto metalizado verde de mi coche, dejándome un mensaje sensual ininteligible para el agente y para el asfalto.
Ramón Llanes

lunes, 21 de julio de 2025

PASIÓN

 PASIÓN

He aquí un vocablo que presenta varios estudios y discursos. El Diccionario define pasión como acción de padecer y refiere de sinónimo el sufrimiento, alude por antonomasia a la pasión de Jesucristo y como un acto de evidente dolor para quien lo padece. Se trata de una perturbación o afecto desordenado del ánimo, un trance de rechazo y aversión. Sin embargo pasión es también una inclinación activa de predilección, adoración, ardor y fuego de una persona hacia otra suponiendo la constatación de emociones y frenesí de manera arrebatadora e impulsiva. Es una misma palabra que expresa un concepto de sufrimiento y otro de placer, algo que puede parecer un defecto lingüístico y es un valor favorable en la riqueza de la diversidad que el castellano aporta. Si atendemos a sus antónimos que son indolencia, frialdad, indiferencia, tal vez podríamos añadir alguna luz más a esta amable dicotomía de nuestra lengua. Ahí queda.
Ramón Llanes. 22.7.2025

DERECHOS INNEGOCIABLES

 DERECHOS INNEGOCIABLES

Ordeno los derechos con la jerarquía de su grandeza, les asigno el etiquetado de importancia y les pronuncio el respeto con todas las mayúsculas; a nadie es permitido destruir o desbrozar los derechos innegociables que son el eje central de las causas y el bienestar del ser humano. El derecho a la vida, a la seguridad a la vida que cada cual tiene inscrito, en todos los términos de despliegue de dispositivos que incidan en su garantía, en todos los conceptos que sean adecuados para conseguirlo, es un indeleble deber imposible de eludir en democracia para quienes ostentan el deber de su protección.
El cuidado de la vida desde su inicio, a todos los ciudadanos, en todos los momentos, tiene que constituir un principio inalienable para que su dedicación desprenda objetivos cumplidos de mejora de la calidad de la vida física de cada individuo. El derecho a la vida no entra en estas escalas a los efectos de competir, es el derecho por excelencia.
Esta opción ha dejado de entenderse en los últimos tiempos y emanan desde los poderes públicos actitudes de conspiración contra quienes ejercen el servicio al cuidado de la vida y contra los elementos materiales que les son complementarios e imprescindibles para tal servicio, con sobredosis de deslealtad y vulneración a los principios constitucionalmente consagrados. No puedo dar mi consentimiento a discordias que acaben con la vida de alguien en guerras políticas deshumanizadas.
Rllanes

domingo, 20 de julio de 2025

TE ESCRIBO

 

TE ESCRIBO

 

Te  escribo en flamenco,

en nota de endecasílabo con música de guajira,

en una octava alta de fandango al viento,

en soledad perenne

que deja los latidos

 de infinitos sentimientos,

te escribo en do menor de alegría

con arpegios de sonanta

y pulso de bulería

o te escribo si tú quieres

en la tristeza del alma

 contándote mi verdad

con unos versos sacados

del armario de mi adentro

con dosis de soleá,

te escribo, amor, y te canto

mi estrofa de libertad

con vidalitas soñadas

en el fondo de mi mar.

Te escribo, amor,

como si fuéramos

a librarnos de la guerra

de esta cruda realidad.

 

 

 

Ramón Llanes

BAILEMOS

 BAILEMOS

El baile ha comenzado. Los asistentes visten de un riguroso blanco, las paredes son altas, transparentes y con preciosas cortinas, la orquesta tiene un director de agrado.
La vida ha comenzado. Hay un hilo sin límite que une unas historias con otras hasta llegar a un punto de extensión inusitada, todo atado a un sueño. Han entrado en la vida de aquí -en esta de pintores excelentes y humanos en general con altos grados de inteligencia-, gentes de otra gleba, de la de arriba, que no conocen cómo se enmienda un entuerto ni de qué color son las miserias y han empezado a romper sueños, a callar la música y a imponer una melodía de palacio ininteligible para estos soñadores.
Y el baile se volvió un caos de trampas que los sonrientes y soberbios poderosos de la gleba alta pusieron en las escaleras, en las puertas y en los asientos; aquello enloqueció, y era la vida más que un baile de tristes, se confundía la vida con el baile, el baile con el paisaje, la trampa con la vida, se confundían ellos que creían pertenecer a la solución y chocaban con el problema hasta que el baile y la vida acabaron siendo miles de problemas para los asistentes al salón. A su pesar, estamos bailando.
Rllanes

sábado, 19 de julio de 2025

HISTORIAS DEL VENTORRO

 

HISTORIAS DEL VENTORRO

 

Había una gaita colgada, siempre lo recuerdo, una gaita encima de una foto antigua de la virgen, quizá de finales de cualquier siglo; Alonso lo conservaba todo como lo dejara su padre y antes su abuelo, el ventorro no tenía nombre, solo un eucalipto grande en la puerta, un pozo con brocal de laja, un cubo de zinc, unas “estreores” y un banco de madera de encina, todo eso en una especie de jardíncillo o patio con horno al lado, luego la entrada, un saloncete misericordioso, unas mesas con astillas crónicas, poco más de cuatro sillas de enea, un suelo de tierra y una imagen grande de la Peña con dos velas en una hornacina al fondo a la derecha; acá, a la izquierda, el mostrador y acaso encima dos gaseosas y una botella de vino además del aguardiente; eso era el ventorro, pura efigie del Andévalo profundo, a media legua de la ermita en dirección al sur, hacia los campos bartolinos ya de menos jaral y de terreno más arenoso.

Por allí era obligado el paso de los peregrinos y necesaria la parada, nunca faltaría un gallo para las menudencias del hambre si se terciara echarle humo a la anafe y tueros a la chimenea; Alonso y Sampedro eran justos los propios para remendar el cansancio con sustancias de buen agrado y mucha “alicantina” en la mejoranza de la conversación, para eso estaban allí día y noche, dulcificando la vida y calmando al tiempo, entretenidos en resolver las emociones que se fueran produciendo, como dos ermitaños más a medio camino entre El Cerro del Águila y todo lo demás del horizonte.

Y allí me contó Sampedro que conoció a Alonso un martes de Peña después de haber cumplido sus ritos devocionales con la Madre y dirigirse hacia sus lejanías; allí sentó una noche su disposición, se hizo a la silla y durmió sin dormirse atenta a los cantes de gente de los alrededores que cubrían de tal manera un caminar que a oración también pudiera parecerse. Y fue cómo Sampedro se fijó en la ternura de Alonso, en sus modales y en sus sosiegos y se quiso enamorar de pronto como si lo hubiera estado buscando en todos los sitios; y hubo de encontrarlo en el ventorro una noche aun con olores a súplicas y a mayordomos nuevos, a poco más de media legua del sagrado lugar y que por mor del destino y del amor se quedó con él en la soledad del suelo de tierra y se hizo a la costumbre de alegrar peregrinos y vivir en la plena satisfacción de sentirse otra. Y así llevan como cincuenta o más años, que ni ellos lo saben.

Pasó mucho tiempo y ahora mismo dudo, mi memoria es deficitaria en algunos recuerdos pero lo de la imagen de la Peña en la hornacina no me permito olvidarlo.

 

 

        Ramón Llanes. (Para La Balsita)