NADA
Nos sorprendió la NADA en la escalera
con las garras de las miserias en las manos,
con el estornudo doliente
era la NADA un cuarto frío despierto
mientras la mujer dormía,
rompió también la poca paz
con un grito idiota
y desaparecieron los universos creados,
las luces antiguas,
las aguas templadas,
desaparecieron las caricias, los besos,
las furias extravagantes, los útiles bohemios,
los códigos del amor,
desaparecieron las pasiones
en la escalera que ocupaba la hostil NADA,
el pasillo alto de la vida
que ocupaban los rotos mordiscos de la NADA
desapareció del espacio
y quedó el horizonte como un dios sin nombre
en un color oscuro,
parecido a la trasera de la luz,
orgulloso de ser la NADA,
prescrito, impuesto, eterno, zafio y cruel,
como un dios sin nombre
avalando el reino nuevo de la NADA.
Y desaparecieron todas las sonrisas.
Ramón Llanes.
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