RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

viernes, 29 de noviembre de 2019

HOY TE DIRÉ

HOY TE DIRÉ



Hoy te diré compadre, amigo, colega, amor, bienvenido, amable, auténtico, deseable, interno, sensato, imprescindible.
Te diré amiga, madre, tierra, mecedora, pasión, mina, consoladora, amada, indiscutible, fascinante, deseada, auténtica.
Y te diré todo cuanto no te dije, lo que nunca pudimos completar, lo que se me quedó en el alma. Te diré que nos seguimos necesitando, que no es tarde para seguir siendo complementos, te diré que nada ha cambiado nuestro sentido de la libertad para tenernos. Te diré que hoy no acaba el tiempo que nos debemos, que hoy empieza el tiempo que nos merecemos.
Hoy te diré que no existe el fracaso para nosotros, que existe el éxito porque nos sabemos imprescindibles. Con un beso.


Ramón Llanes. 

FANDANGO. DIGO ESTÍO


jueves, 28 de noviembre de 2019

CONSEJOS PARA ARREGLAR EL MUNDO


CONSEJOS PARA ARREGLAR EL MUNDO

Se nos ocurrió de pronto, sin precisar de un proyecto, un análisis, un presupuesto y sin la contratación de asesores. Estábamos en el asueto de la bodega en el primer afilado de los labios con la majestuosidad del sabor a vino, -razón de más como para elucubrar sobre los asuntos transcendentales de la vida- cuando cada cual fue poniendo hilos en la madeja hasta hacerla con capacidad de sostener, desde nuestras manos de la creída solvencia, el ensamblaje general de este galgo mundo que se mueve más que los precios y que nos trae de cabeza a pesar de su carita de buena persona y de sus paisajes y de sus monumentos. Pues eso, que a cada cual le salió del alma un suspiro reparador y fuimos poniendo las fichas en su sitio, los hombres en sus puestos de trabajo con sus sueldos acorde con su importancia, pusimos a los niños en sus colegios públicos, admitimos a todo cuanto ser mostrara afecto por la idea –sin excluir a los pobres ni a los homosexuales ni a las lesbianas ni a los mendigos ni a las prostitutas ni a los banqueros- y fuimos designando cometidos. Quedó claro que nadie debía ser un aprovechado y que todos tendrían una facultad decisiva para intervenir en los cambios que se consideraran necesarios para la mejora de la convivencia.
Y en el tiempo que se tarda en degustar cuatro aceitunas y un par de manzanillas, entre media docena de conversantes adeptos a las formas pacíficas y limpias de entender la vida, le dimos la vuelta a todos los problemas, planificamos –sin necesidad de insultos ni descalificaciones- el orden adecuado para que hasta los más anárquicos pudieran sentirse cómodos y hasta los más pesimistas  supieran encontrar cuotas de felicidad suficientes como para apuntarse a esta nueva sociedad. Apenas acabada la tertulia nos dio por mirar la estructura del nuevo sistema de mundo y nos gustó y partimos hacia el hogar con las justas copas, la satisfacción del deber cumplido y una sonrisa de lado a lado.


Ramón Llanes

CON ROSAS DE MIEL LOS REZOS


                                   CON ROSAS DE MIEL, LOS REZOS



            Las rosas de miel no huelen a milagro ni a santurronería, ni a divinidades; las rosas de miel huelen a tierra y a campo, a poyos y a perolas, a bestias y a frituras; las rosas de miel huelen a Peña. Y Peña huele a milagro y a misterio, a liturgia y a devociones y también a herraduras y a balsitas  y a cales nuevas y a primaveras. Peña huele a trigal y a pastoreo.
            Así blonda un rezo la  solícita Puebla que anega con olores de Peña todos los olores que en miles de tiempos se vienen a la memoria. Nadie  dirá que le falta evocación para hacerse al olor de Peña  y nadie dirá que le sobra tiempo que al tiempo ! cualquiera le echa un galgo!, que anda despavorido y escaso por estos andurriales en épocas de gabachas y mayordomías.
            A veces el encuentro es una casualidad y el  olvido costumbre de andancio, los silencios ni se oyen, la búsqueda se extiende a los doblados y se vive a merced de la prisa porque la consigna del deber ampara y supera las búsquedas y los olvidos si ha de tratarse de Peña. Aquí, unívoca advocación más  divina que terrenal que engloba las ensoñaciones y los caminos, las peticiones del ciclo, las misas de los primeros domingos de mes, las comidas de los pobres, la casa de fondo, el pozo de la ermita, el olor a gleba mística y a padrón de hermanos que acudirán desde las sendas más lejanas para comer al pie de la Madre en aquella algodonía de peñascos donde se hace más fuerte el olor a tradición  y a rosas con miel.
            Y el rezo convierte el lugar en santería y los labios mastican peticiones de éxtasis poco después de las rosas amieladas que trajeran a casa “ de parte de los mayordomos”. Afuera corre un entretenimiento en ajetreos pero nunca la prisa vence a la tradición y las cosas irán bien hechas para cumplirla. Nada faltará en la jamuga ni en el caballo ni a los trajes; menesteres de ida y vuelta compondrán los ritos de primavera aprisionada a los toques de danzaores, a tamboril, a coplas de piedad, a súplicas, a lágrimas, a calle Serpa  y a cadenas.
            Antes de llegar, recolección de los olores en los lebrillos de barro, luego las rosas de miel, siempre compuestas y dulzonas; y detrás el sabor a rezos y los gustos a Peña.

Ramón Llanes.

martes, 26 de noviembre de 2019

37. LUZ Y VIDA


37.


Fijemos en una luz la vida,
de qué color se sueña,
de qué se alimenta.
Luz y vida
se vuelven apariencia,
se acaban llamando a la muerte
y se apestan de dolor.
Y al amanecer se caen
de soberbia en el reproche.


Ramón Llanes. (de MEMORIA DEL PRÓDIGO)

lunes, 25 de noviembre de 2019

AÚN


AÚN.


No has de preocupar tu alma
aún no desconecto los sueños,
Aún está la vida
poniendo cara azul a los contrastes,
criando merengues,
haciendo melojas,
aún intacto el amor
que no se ha perdido en la locura
de esta tempestad, que no es olvido.
Aún el pensamiento sin lástima ni rencor.
Aún el hombre que te diera
está ardiente por darse.
Aún el poeta en estos versos
y en la puerta de tu espera
presenciando el recuerdo con ojos calmos.
Aún el propósito de todos los hombres
que se crean dentro de este envoltorio de tierra
requieren la gloriosa santidad de un beso.


Ramón Llanes.

OTRA VEZ


OTRA VEZ


Pequemos otra vez,
rompiendo la farola del campo,
esa bandeja grande que, en forma de plata aseada,
se mueve colgada
por los llanos y los esmeriles,
se aniña, se empobrece, se disloca.
Luna se llama también
tu pensamiento.


Ramón Llanes. (de MEMORIA DEL PRÓDIGO)

domingo, 24 de noviembre de 2019

QUIÉN


QUIÉN



Quién hundirse en los filones oscuros,
acariciar con hambre sus estrías,
regenerar amor a las galerías
y buscar en la mina los futuros.

Quién morder con el ácido del agua,
enturbiarse los ojos de osadías,
quitar freno a las máquinas tardías
y hacer rugir los motores al alba.

O quién para ser mineral y vida
enterrarse en secretos del olvido
morder toda piedra hasta la herida,

sudar con sangre todo lo vivido
entender cómo se gana la partida
y transmitir que nada se ha perdido.


Rllanes.

MAGIA EN VILLANUEVA DE LAS CRUCES


MAGIA EN VILLANUEVA DE LAS CRUCES

Se trataba de eso, de reunir gente en torno a algo, si pudiera ser en torno a otras gentes, mejor; si pudiera ser en días tranquilos, mejor; si pudiera ser para hablar de lo nuestro, mucho mejor; si además se pudiera enseñar aquello importante que forma parte de nuestra identidad, mejor también; si se pudieran llenar los huecos de un pueblo poniendo en más valor todas las joyas que cada cual tiene, mucho mejor; si se pudiera rendir un culto exagerado a las costumbres, a los dulces, a las coplas, a los seres humanos, muchísimo mejor; si además de todo esto se consiguiera implicar a todos los ciudadanos, sería el colmo, sería magia.
Pues así fue cómo en Villanueva de Las Cruces resultaron de productivas y emocionales las décimas Jornadas del Patrimonio de El Andévalo durante este fin de semana de noviembre, con todos los ingredientes necesarios para que al cabo del tiempo podamos estar ensalzando el compromiso de los andevaleños con la idea de buscar las fórmulas para conseguir un mundo mejor, que en estos días se lograra en Las Cruces con el máximo honor. Para observadores en general lo vivido en estas jornadas ha sido una clase magistral de connivencia dada a todo el orbe por unas personas que destacan por ser sencillamente humildes que saben reunirse para aprender, reírse o cantar, así de simple. El Andévalo estará siempre en deuda sentimental con los cruceños por saber dar tanto en tan poco tiempo y hacerlo con la mayor de las delicadezas y la más infinita entrega.
Al final de las ponencias cantaron las mujeres tonás antiguas rescatadas de abuelas y baúles y sonaron a gloria las guitarras, cantaron también los hombres recordando expresiones y fandangos y cantó orgullosa la vida. ¡Qué fácil es ser feliz en El Andévalo¡.

Ramón Llanes. 24.11.19

sábado, 23 de noviembre de 2019

LA BANDERA DEL TIEMPO

LA BANDERA DEL VIENTO


He llegado a echarle al viento la culpa de todo, de lo que pasó, de lo que pasa y de lo que aún no ha pasado. El viento, tiene, irremisiblemente, en mi memoria, la culpa de todo. Para no cebarme en exceso con él busqué otras opciones con tal de aligerarle la culpa y dejarle gruñiendo en cualquier meridiano al socaire del mar bravío, pero allende mi bondad no encontré causa de salvarle. Me propuse indagar en la historia de los pueblos, convencido de encontrar una sorpresa que me condujera a concederle otra benevolencia pero todos los pueblos le habían quitado el nombre a la “calle del viento” por lo terco que fuera, por lo maltrecho que dejara los campos y las luces, y, desde siglos, ningún pueblo de preciada categoría conserva calle de tal nombre, a su pesar.
Hice mi viaje virtual por los faros del mundo y en todos había dejado el viento su llaga perenne, su plaga de dolor; aún amedrentado, en los picos de las montañas más altas, las crestas se urdían en las huellas de vendavales continuos, imprevisibles y devastadores. En mi viaje, floté las viejas aguas marinas que circundan la tierra hermosa donde habito y el mástil más alto de los barcos varados por la nostalgia llevaban indemne en su memoria la bandera del viento y, desde entonces, me produce respeto todo trajín de aire a quien solo atrevo recriminar su indolencia.

Ramón Llanes.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

MAYORES

MAYORES


         Desde donde disminuyen las fuerzas, se oscurecen los horizontes, se detiene la memoria y se liberan los sueños, desde ese lugar llamado miedo comienzan las incertidumbres del ser humano que la alcanza, la alta edad, la vejez, la ancianidad, el tiempo del insomnio y de holgada debilidad. El cuerpo se hace un extraño en cada hueco, las miserias se alimentan de otras miserias y los caminos siempre son muy largos, imposiblemente largos.
         La sociedad, sin embargo, requiere de los mayores la misma agilidad, la atención completa; se exigen más cuotas elevadas de autonomía personal, -para evitar la obligación de un esmero cotidiano en su cuidado-, que de sabiduría y experiencia. Estas han dejado de ser patrimonio del pensamiento, nada de esta visión de alcance pasado tiene vigencia; la sociedad cree que han cambiado las fórmulas, que han evolucionado en el sentido contrario que proponen los mayores y son consideradas alternancias caducas, sin valor. La razón determina el equívoco pero el consejo ya no importa, se hizo al revés, se llegó a otro error de apreciación.
         Tal y como intuimos en este estado de tanta rareza en el bienestar social, los viejos son una carga, una inutilidad, una especie de desecho que solo sirve para molestar la evolución. ¡Qué insolencia!. “Quienes no caminan pierden el derecho a tener meta”, podría ser el slogan falaz de los partidarios del exterminio psíquico de todo elemento considerado de “chatarra social”.
         En estos discursos “sobrenaturales” de iluminados intelectuales de la ineptitud existe un campo enorme de presumidos que han conseguido ser chatarra social incluso sin haber alcanzado la edad y se creen primos de un dios prepotente para permitirse vulnerar los principios naturales con la misma desfachatez que gastan en necedades el tiempo de los demás y las consignas de la razón. Y el mundo se ha parado por desconsideración con el alma.



         Ramón Llanes 

DE PALESTINA

DE PALESTINA


            A nuestro occidental mundo nos llegan algunas de las ignominias que suceden en Palestina merced a la intransigente actitud de Israel. Es un problema eterno, nunca se han entendido y nunca querrán entenderse; los tiempos no parecen acercar posturas y solo consiguen alterar más y más las posiciones entre unos y otros. Aquí, los pocos versados en el conflicto, no conocemos la génesis del problema a fondo como para opinar de una manera erudita pero nos encienden las noticias con la sangre que día a día se derrama, nos ponen en un alerta de miedo para que nos pronunciemos sobre esta guerra crónica. Nosotros no sabemos qué hacer, no sabemos por dónde empezar, desconocemos la liturgia de esta verdad; solo nos presentan masacres y atropellos de los más elementales derechos humanos.
            Desde esta cima de mediano bienestar no somos ni medio capaces de comprender a quienes sufren ni combatir a quienes ostentan la fuerza represora. Y nos preguntamos con la frecuencia de los telediarios cuáles son nuestras tareas, a dónde debemos acudir para ayudar a un final utópico de este malestar que tanto muerto entierra; y nos queman en las manos las respuestas lógicas porque solo avanzamos algo en producir solidaridad olvidando, quizá por impotencia, la primigenia razón de tan horrendo fiasco, poco criminalizado, poco denunciado, poco atendido, poco asumido. Recorre un miedo pegajoso las conciencias mercadistas de los poderes de los países y la implicación se aleja por momentos del horror y ocupan la mirada en cualquier simpleza que haga desaparecer el golpe del deber.
            Algo más podríamos hacer desde esta privilegiada nube, algo desde las organizaciones internacionales para la solución jurídica del asunto, algo más desde las iglesias que tanto pecho sacan y que en tantos rezos mienten y algo más desde las sociedades organizadas a través de no sé qué medios legales. Algo, algo para desmantelar ese odio, para interesar una medianía de cordura -si es esto lo que falta- o algo de imposición que impida la música del terror constante en el aire de Palestina. Alguna solución habrá que no sea la destrucción. Que se olviden de las vacaciones y se queden encerrados hasta que encuentren el remedio, quienes para tutelar nuestra vida, se enriquecen.



            Ramón Llanes

lunes, 18 de noviembre de 2019

SABER VIVIR

SABER VIVIR


            El eterno dilema del saber vivir con todas sus alegaciones, atenuantes y consecuencias, a pesar de la evolución, sigue centrándose en dos premisas que parecen las más identificativas con la cuestión. Aún no entendemos si vive mejor aquel que nada aprendió para nada hacer o aquel otro que mucho aprendió para hacerlo todo. La distancia exacta entre la virtud y la dejación o entre la frescura y la hiperactividad o entre la ocupación total del día y el más evidente rechazo por la tarea, el trabajo y la ocupación. Complicada elección
            La vida de los demás es un punto de encuentro en las conversaciones y cotilleos y suele salir como esa cuota de envidia que cada cual lleva dentro sin querer y que cada cual soporta con cierto ingenio. En un mundo de pícaros como el nuestro siempre fue aplaudida la imaginación utilizada para el engaño, -entiéndase como burla de norma convencional o ética-, y siempre se alimentó la figura del vago que a pesar de no conocérsele ocupación se codeaba con ambientes de cierto poderío social o económico y se le calificaba como buen artífice del buen vivir. Acostarse tarde o nunca y levantarse nunca o tarde, eran los requisitos necesarios para ocupar sillón de “joputa qué bien vive”.
            Este modelo de tipo fue motivo de estudio y de ejemplarización ante la sociedad y sobre todo ante los niños que se ocupaban de comprender a quién deberían imitar para alcanzar una vida mejor. El espejo tiene muchas caras, dependiendo de quien se mire, y contraria a esa tipología existía y existe otra que se asienta en una responsabilidad constante, preocupación general por el saber y el hacer y una disposición a alcanzar cotas importantes en la sociedad hasta obtener beneficios que le permitan ser más y tener mucho para desarrollar su vida acorde con un bienestar para los suyos logrado a base de esfuerzo. A este ciertamente se le admira y también a veces se le tacha de “agonía”, por su exceso de interés y su tanta pérdida de tiempo recaudando comodidad sin saber disfrutarla.
            Son dos caras distintas que pululan por nuestro panorama y sobre las cuales nos cuesta pronunciarnos con absoluta objetividad por miedo a desacertar. El trabajo quizá no dignifique al hombre como tanto se acuñó en el siglo pasado pero es verdad que colabora al bienestar; quizá una entrega sobrada a la tarea de alcanzar metas parezca incorrecta fórmula para vivir y quizá una pasmosa despreocupación por mejorarse y mejorar su entorno parezca también reprochable socialmente, así que la cuestión, ya expuesta, se deja en el aire libre de cada voluntad a fin de que cada una de ellas tome guarida donde sea mejor acogida sin olvidar que el afecto hacia una u otra posición determinará evolución para adelante o para atrás de la sociedad que formamos. ¿O no?.



            Ramón Llanes 

sábado, 16 de noviembre de 2019

AFECTOS SOBRE LIBROS


AFECTOS SOBRE LIBROS


Alguien inventó el libro, se quedó tan pancho pero en realidad estaba metiéndonos en un auténtico lío, quizá el mayor lío de la historia porque a partir de entonces en todas partes del mundo se acogió la idea y empezaron a celebrarse cada año ferias y fiestas dedicadas al libro. Y entonces se puso de moda leer y los libros se convirtieron en formas amables para pasar las horas de soledad y los lectores copiaron las conversaciones y los asuntos que se describían en los libros y a estos les dio por pensar en crear libros y en admirar a quienes escribían libros y se hicieron bibliotecas para guardar los libros y para que la vida tuviera un alma llena de libros donde poder abrirlos, olerlos y leerlos. Y el mundo se fue haciendo grande y culto y los ciudadanos adquirieron conocimientos a través de los libros y los niños supieron imaginar a través de los libros y los hombres enfermos se curaron por lo aprendido en los libros y se creó la filosofía y se crearon las artes y a través de estas creaciones provenientes de los libros los habitantes comenzaron a ser felices y a tener aspiraciones y a luchar por la dignidad y por la verdad.
Quien inventara un día cualquiera un cualquier libro cambió la vida, desobedeciendo los cánones de la naturaleza y convirtiéndose en un dios inmenso que creó la mente y el pensamiento hasta un infinito inaccesible e insondable, creó el hombre un mundo en muchos mundos a través de la compostura de los libros. Y de él nacieron las cosas y los espacios y la voluntad y el amor y las esperanzas. No ha bastado, el hombre tan dios que creara los libros tiene pendiente crear libros nuevos que resuelvan los conflictos, las desigualdades, la pobreza y los odios y será entonces cuando la sabiduría se imponga a la soberbia y cuando la bondad se imponga al poder y cuando la felicidad no sea cuestión de cuenta corriente ni de acción de mando y se haga costumbre cotidiana entre los humanos. Y los libros serán cuadernos de apuntes de cuotas de amor como la mejor custodiada verdad.


Ramón Llanes.

viernes, 15 de noviembre de 2019

ENTENDIENDO AL OCASO

ENTENDIENDO AL OCASO


         De esos atardeceres sometidos a un tiempo surgen los límpidos ocasos, de esos que remedian no se sabe cuántas locuras. Mirábamos el sol correr por las llanuras de la mar, aterido de cansancio, sin prisa ni ganas de llegada, sin agonía escrita ni parsimonia flemática; mirábamos las últimas tendencias de la tarde, eran miradas de culto que no emitían más que sorpresas de admiración por tanta belleza y mirábamos los minúsculos riscos de la playa defenderse de la primera oscuridad y hasta nos mirábamos nosotros desde el placer.
         Acontece el ocaso diversificado en la teoría de la naturaleza, corresponde marcharse y poner un punto y seguido al ciclo, ha sido un día, han sido horas de tarea preciada calentando esferas húmedas, criptas barrocas de iglesias solitarias, ha dejado en el suelo los alimentos para el espíritu. El sol, que es la luz al por mayor, no simula tanta riqueza, la extiende y la regala.
         Aún en el prodigar de la dormida, los reflejos mimarán las crestas altas de los árboles, de los edificios altos, de los altos pensamientos, hasta darles las cuantas perlas que son necesarias para la prolongación de los efectos de la luz a pesar del ocaso. Ni nosotros ni la tierra entendemos al ocaso.
         Creeremos que cada pérdida de la luz habrá de ser un sufrimiento o que no debería tener fecha de caducidad esta vigencia. Mas la noche no entorpece la vida, que la hace a otro antojo, que la remansa y la descansa, que la divierte en tono negro y luces inventadas. Esta historia de emblemas de universo acapara una atención plácida, de plácidos humanos que se han puesto a mirar y mirarse en la emoción de un precioso ocaso.



         Ramón Llanes 

DEL AMOR Y OTRAS OSADÍAS


DEL AMOR Y OTRAS OSADÍAS


            Para no desviar la mirada que la insignificancia del destino deja en el sitio justo, para buscar esa extraña sensación que rompe los huesos, ¿será original quien no ama?, la ruta del deseo está escrita en el primer cuaderno de la vida; dicen que las motivaciones se suceden en el entorno del camino; a quién amar, a quién entregarle un sentimiento nuevo para que no sea entendido. La prenda no es la virginidad, es el propio sentimiento que se ha guardado con pulcritud de sagrario para cuando se hubiere de solear y se encontrare destinatario perfecto capaz de compartirlo; será más íntimo el sentimiento.
            Del amor hablamos en la trena y en el campo, del amor son la palabra y el verso y las muchas verdades y la soledad; del amor es la osadía de vivir con hambre amorosamente desnudo en el golpeo de la lluvia y del amor la locura, todo cuanto arranca la valentía del entendimiento para perseguir o estar con la persona amada. Del amor son las utopías y el alpinismo, el orgullo y la insensatez.  Qué haremos los gremios incivilizados si en el alimento del cotidiano vivir se desprecia el amor y las sopas son solo sopas que sorprenden en el primer calentón y después se enfrían por la incontinencia. A qué estarán predestinados los seres que han creado mil formas de amarse, en qué mundo cabrán los desechados de la orgía sensual que produce la emoción de vivir en apareamiento.
            A estos perplejos consignatarios de placeres les minará de inconsciencia el predictor de amores y acabarán por huir calle abajo del mundo con la sola intención de desaparecer de algo tan inútil como su casualidad de saberse inocuo para amar, para ser exageradamente amado. No será posible mientras la pasión tenga protagonismo en este teatro fugaz llamado vida, no será posible que los humanos renuncien a tal sublimidad cuando pende tanto bienestar sin  más osadía que la entrega, sin otra joya que una mirada.


            Ramón Llanes. 

jueves, 14 de noviembre de 2019

EL BAILE DE LOS JUEVES

EL BAILE DE LOS JUEVES


       Las tardes de los jueves enmiendan los estremecimientos de quienes han superado la edad de enamorarse. La orquesta insinúa un clamor de música y el gremio de soledades se junta en un vaivén de medio esperanza soñando con bailar para la vida aquello que aún queda de fuerza y ensoñación en las mismas entrañas. Se cree plenamente mujer y viene a buscar la mano ardiente de una compañía. O se cree hombre en plenitud y se acerca para bucear en unos ojos calmos un consuelo que evite su solitario mundo de rutina.
       Una vez allí, -las tardes de los jueves-, el baile se encarga de empequeñecer la timidez y agrandar las necesidades, y los hombres sacan la luz de su querencia, se atavían del valor perdido e invitan al abrazo a quien al otro lado del salón espera sonriente su llegada. La palabra les devuelve al mundo real, se cruzan el mirar limpio, se aniñan los modos y comienzan a restregarse los pies por las baldosas oscuras del hogar de mayores que acoge esta cálida concurrencia con la capacidad puesta en el ambiente.
       La música suena inquebrantable, como un aviso, hasta que las citas se ajustan para el próximo jueves y las manos comienzan a rozarse en una liturgia de novedad, la primera vez, con los nervios puestos, con el pudor notándose, con la inquietud de los años mozos y con el malabarismo de la entrega susurrando cada pensamiento.
       Los transeúntes que discurren anónimos por la calle botica ya no extrañan que los mayores quieran volver a querer para librarse de todas las soledades y para saberse merecedores de generar atracción y se quedan perplejos de la ternura que irradia el baile de los jueves.



       Ramón Llanes

DE LO HUMANO

DE LO HUMANO

         Es arriesgarse a escribir del temple en la calle treinta y dos de la manzana este del barrio nostálgico de una ciudad vieja, con ojos en el puente que indica el paso del río, los nubarrones en el sitio de siempre cortándose intencionadamente la luz a la hora más fría del día más frío, costando una inmensidad poder calentarse la única cacerola de la subsistencia, quedando helados los niños en el salón sin cortinas y lleno de miedos. No hay luz en casa, vinieron a desarmarla, se llevaron el calor y dejaron más miedo, se quemaron de indiferencias, cerraron las puertas para que no entrara el frío que ya vivía allí y tropezaron también con el hambre de enero en aquel almacén de cuerpos inanimados por la dureza de la insolidaridad.
            Es arriesgarse a escribir de la falta de sangre de cero negativo en un hospital del barrio nuevo, aquel que se divisa cuando se cruza la rotonda de la escultura de un militar condecorado, un sitio donde se padece la multiplicidad del dolor que se quema y contagia de dentro hacia fuera como una cascada de fuego, allí mismo, en ese hospital donde tantos sueños se quedaron, donde no han cortado la luz porque falta sangre de cero negativo y esperan que llegue un compromiso con urgencia.
            Es arriesgarse a escribir que avisan, mientras, en los plasmas, que la vida se pone cada día más fácil, que es una realidad encontrar un hueco en cualquier hueco, que se acabó el deshonor en el salario y se acabó la tristeza en los hogares. Y avisan que, pronto, por esta condición de progreso, por este estado de gracia venido a más, por tanta dulcificación en el entorno, por las penas pasadas, por la voluntad de los gerifaltes, anuncian a capricho convocatoria de elecciones para sorprender al enemigo -que es el ciudadano-, para concederse un nuevo baño de multitudes a los victoriosos, para asegurar las ejecuciones, para que se pueda cortar la luz sin riesgo jurídico, para que siga faltando sangre y medicamento de hepatitis, para que la sociedad apruebe las conductas y para que todas las cosas tengan un soporte de justificación suficiente como para evitar una manifestación, una protesta, una demanda, una cárcel o la barbarie.


            Ramón Llanes

miércoles, 13 de noviembre de 2019

EL TIEMPO

EL  TIEMPO.

Escribiré de los cedros, del álamo triste,
del arroyo; escribiré vistiéndome de hoja, un pasajero
a ningún lugar conocido,
ese agnóstico de mil esperanzas
que pretendía nubes imposibles;
escribiré cuando no haya balsa de agua en el horizonte,
cuando odien al pájaro
que hizo nidos en el árbol,
me iré
con los colores del crepúsculo
a la sombra de la espera,
como el sol, toda la noche,
como la luna, tantos días,
como la piedra a la erosión, como el tiempo
sin mandato,
me iré
cuando intuya que nadie me aguarda
que a nadie he de esperar;
y los pasillos de la sombra escribirán cartas
con lápices de ojeras
y las sandalias del viaje serán cuadernos amarillos
y las bestias harán mis musas
y el poema será un roto abierto de manchas de aceite
y no habrá estación que despida
ni guardián de los relojes, ni sereno amaestrado,
me iré
a donde quiero
el recalmón de tiempo que caliente
las promesas, a donde el pregonero traiga
las voces del agua
en sacos de esperanzas,
a donde me escriban y me llamen, me iré,
escondido de los besos,
a donde me engañen y me ultrajen,
a donde la luz tenga otro “no importa que me ciegues”,
a donde sea capaz de no pensarte
y me haga rey del olvido,
a donde estemos, el tiempo y yo
escribiendo sin prisas, versos tristes.




                        R.Llanes.  

COLUMPIARSE O VIVIR


COLUMPIARSE O VIVIR


Denota indigencia.
Escribo, escasamente de vivir,
la pared de atrás
es la delantera, no tiene puertas, no enseña
el número de la calle,
se saluda a la desolación
cuando el columpio cambia sus colores
por óxido. Ni flores ni ortigas
solo el resplandor de un sol caído,
solo una ráfaga de aire
que se columpia en la vida aquella
que por suerte no es la mía
y se parece.
Contar los placeres ahora es impropio,
más impropio resaltarlos,
más impropio volverlos a vivir.
Conforme al estado
valga un vaivén de columpio
imaginando que la luz se encendió
y huele de nuevo a nosotros.


Ramón Llanes.

jueves, 7 de noviembre de 2019

PROGRAMAS

PROGRAMAS


Quizá solo un amanecer,
un crepúsculo rojo en una tarde de mar,
un soneto de Góngora, un cuadro de Velázquez, ...
una noche de amor, un paseo con la persona amada,
un viaje por el universo, una cascada,
el nacimiento de una flor, una foto desde las nubes,
un beso, un abrazo, quizá solo una manzana o una sonrisa,
quizá solo un recuerdo, una conversación,
quizá solo estos momentos pueden ser más bellos que un programa electoral,
lo demás son simulacros de belleza
pero nunca igualables a la estética del programa,
a su bien cuidada forma,
a sus párrafos escritos con letras de buen molde,
a su portada en cuatricomía,
a sus frases señaladas en color fuerte para ser retenidas por el lector,
a sus énfasis en el proyecto,
nada puede ser comparado con la magnificencia de un programa.



Ramón Llanes.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

ROMANCE DE LA FREGONA PERDIDA

ROMANCE DE LA FREGONA PERDIDA

                Adiós limpia compañera, adiós a este mundo incauto que desoyera tus quejas y las mías en tantas mañanas de agónico menester. Hemos llorado juntas los tantos agobios del tiempo, yo de mi espalda quejándome y tú con tu palo dolorida, ambas inyectadas a una misión imprescindible que a los demás pareciera inocua. Ambas, compañera, sin poder sentar ni culo ni cabeza, sin alimentar nuestros sueños, sin estremecernos juntas por una emoción. Ay, fregona amiga, cuántos desfiles a solas imaginando pasarelas de postín, por aquellos pasillos de baldosas blancas sintiéndonos reinas del glamour; cuántos secretos míos se han llevado tus esporas flotantes; cuánto de soledad nos dimos en la oscura ración del día con el único aliento del silencio y cuántas veces te canté las coplas de mi vida contando siempre con tu inquebrantable prudencia.
                Ahora que el tiempo te ha partido el alma, dejas en el hogar la pelusilla del honor y la alegría de nuestra convivencia y sabrás perdonarme que nunca me gustaras y que nunca te pusiera en lugar de privilegio; ya sabes, son las costumbres de esta sociedad, la fregona no puede convivir con los zapatos ni con la ropa ni con los niños, estabas en lo más escondido como elemento menor, descuidada y en un lugar desaliñado; nunca tuviste un halago, nunca una promesa, jamás una ternura. Y ahora que te has ido se me caen las lágrimas y te echo de menos no solo en el armario del lavadero sino también en mis esquemas. Ahora sé más de tu necesidad.
                Adiós compañera, no mires hacia atrás, no te entretengas en recordarme, no me guardes rencor y vete a la nada de las fregonas a contar tus desencantos. Si te reencarnas que sea en un paisaje, en una joya o en una canción. Si vuelves que sea para conseguir más acomodo y muchas atenciones. Y cuando tengas para ti la mínima posibilidad de recordar tu estancia en estos suburbios, admite que cumpliste con tu deber con el cuidado exquisito que te habían exigido y no hagas caso de tu falta de sueños, los humanos también andamos así pero lo disimulamos a base de soberbia.


                Ramón Llanes. 

QUE NOS AMAMOS


martes, 5 de noviembre de 2019

MINA


ROMANCE DE LA FREGONA PERDIDA

ROMANCE DE LA FREGONA PERDIDA

                Adiós limpia compañera, adiós a este mundo incauto que desoyera tus quejas y las mías en tantas mañanas de agónico menester. Hemos llorado juntas los tantos agobios del tiempo, yo de mi espalda quejándome y tú con tu palo dolorida, ambas inyectadas a una misión imprescindible que a los demás pareciera inocua. Ambas, compañera, sin poder sentar ni culo ni cabeza, sin alimentar nuestros sueños, sin estremecernos juntas por una emoción. Ay, fregona amiga, cuántos desfiles a solas imaginando pasarelas de postín, por aquellos pasillos de baldosas blancas sintiéndonos reinas del glamour; cuántos secretos míos se han llevado tus esporas flotantes; cuánto de soledad nos dimos en la oscura ración del día con el único aliento del silencio y cuántas veces te canté las coplas de mi vida contando siempre con tu inquebrantable prudencia.
                Ahora que el tiempo te ha partido el alma, dejas en el hogar la pelusilla del honor y la alegría de nuestra convivencia y sabrás perdonarme que nunca me gustaras y que nunca te pusiera en lugar de privilegio; ya sabes, son las costumbres de esta sociedad, la fregona no puede convivir con los zapatos ni con la ropa ni con los niños, estabas en lo más escondido como elemento menor, descuidada y en un lugar desaliñado; nunca tuviste un halago, nunca una promesa, jamás una ternura. Y ahora que te has ido se me caen las lágrimas y te echo de menos no solo en el armario del lavadero sino también en mis esquemas. Ahora sé más de tu necesidad.
                Adiós compañera, no mires hacia atrás, no te entretengas en recordarme, no me guardes rencor y vete a la nada de las fregonas a contar tus desencantos. Si te reencarnas que sea en un paisaje, en una joya o en una canción. Si vuelves que sea para conseguir más acomodo y muchas atenciones. Y cuando tengas para ti la mínima posibilidad de recordar tu estancia en estos suburbios, admite que cumpliste con tu deber con el cuidado exquisito que te habían exigido y no hagas caso de tu falta de sueños, los humanos también andamos así pero lo disimulamos a base de soberbia.


                Ramón Llanes

lunes, 4 de noviembre de 2019

LA ESCLAVITUD DEL BIENESTAR

LA ESCLAVITUD DEL BIENESTAR



            Quizá todos los seres vivos sean propensos a la búsqueda del bienestar; el árbol indaga para llegar a tener el sol y el agua necesarios, el pájaro vuela perfeccionando su instinto para llegar a tener un nido perfecto y procrear sin dificultad, el ser humano no es distinto, siempre se encara con la vida en la persecución de la felicidad y mucho mejor si esta se acompaña de un estado de bienestar óptimo, según la adaptación de cada cual a su medio social y económico. El bienestar se convierte en una ambición de los seres vivos.
            Es sin embargo notoria la diferencia entre los humanos y los animales o las plantas; mientras estos dedican a la búsqueda solo una parte de su tiempo, los humanos se aprestan con común vehemencia a estar sorteando obstáculos durante todo el ciclo de su existencia. Se ha convenido en llamarle la esclavitud del bienestar por el énfasis tan desmesurado que se emplea para alcanzar lo pretendido. Parece el bienestar una llegada más que un medio y la psicosis por conseguirlo no disimula que los seres humanos son esclavos de esa meta, hipotecan su filosofía, sus métodos y su propia dignidad como contraprestación a “tener” algo más y en algunos casos a “ser” algo más. El juego irrazonable acaba con la misión aunque lo conseguido sea nimio o escaso, siempre habrá excusas para acreditar las dificultades, traducidas en enfermedad, poca suerte o las consabidas culpas al sistema; nunca es poca inteligencia el factor de riesgo que no se supo vencer. No tiene importancia, la vida está concebida en esta radicalización y es imposible salirse de la onda que impone trabajarlo todo para llegar a tener riquezas que sean bienestar; quizá la felicidad no sea un fin premeditado sino añadido.
            Es un método de actual de incivismo, muy reciclado, admitido e incluso halagado desde todos los sistemas. No es importante -ahora- conocer de otro ser humano sus preferencias sobre pintura, su opinión sobre el amor, su discurso sobre los pilares de la cultura occidental o sus ideas sobre la libertad, viste mucho más -y está en pleno uso- preguntar por el coche que tiene o por sus pertenencias, su capital, sus bienes, su cargo, etc, para hacerse una opinión de la persona que tiene delante o desea conocer. No es una denuncia porque sea una mala praxis, es una denuncia porque es una auténtica locura de esta civilización con pocos resortes de valor.


            Ramón Llanes.