DALE LA VUELTA A LA
TORTILLA
En un anuncio
publicitario hecho por actores, cantantes, futbolistas y algunos
otros personajes del mundillo del éxito, aconsejan, como actitud
perentoria, que le demos la vuelta a la tortilla. El mensaje parece
impersonal pero no lo es, se escenifica en un talante distendido y
abierto, va dirigido a un mundo determinado o a las personas que se
mueven en ese determinado mundo, está fraguado en un contexto alegre
y fácil de entender y resuelve transmitir, a través de una bella
metáfora, un descontento general por la situación mundana que nos
aprieta los sesos y nos quiebra todos los sentidos y nos mal alimenta
y nos mal cuida y nos desasiste y nos olvida, para que los menos
famosos, los sin éxito, los perdidos, los solitarios y los
desaprensivos, todos los demás de la lista, sepan -sepamos- que
estos de arriba poseen la misma sensibilidad y también están hasta
las trabillas de tanto enjuague y de tanta miserable burla.
“Dale la vuelta a la
tortilla” insinúa una completa necesidad de cambio, de probar la
otra parte, de limpiar los socavones y de ponerle a la continuación
de la historia un sostén más, un derecho mejor, una idea más pura.
No es la frase que ha puesto un partido para intenta ganar las
elecciones o puede que sea el slogan de una campaña tendente a
lograr el poder pero ya en las últimas escamas de los huesos, cuando
se nadó tanto a contracorriente y en tantas esquinas se sufrieron
sustos e incomodidades, ahora qué importa probar cómo sabe la otra
parte de la tortilla. Aunque la tortilla la encontremos falta se sal,
qué habremos perdido, qué peor que haber estado sin tortilla, que
haber sido coetáneos de un terremoto que dejó anegada la dignidad
de palos rotos y miserias, qué puede haber detrás de la tortilla
que sea peor que un desahucio, un salario mermado, una muerte por
hepatitis o una plaza repleta de seres con hambre.
Volver la tortilla será
un acto reflejo con su dosis de sorpresa, su entusiasmo, su fantasía
y todo el placer que supone el descubrimiento de lo inaccesible y lo
prohibitivo; será escavar en nuevas partes de la tierra, tener la
opción de vivir un momento importante y participar activamente en
él, de ponerle pasión a la tortilla y comerla con la mejor voluntad
a sabiendas que fue producto de un sueño meditado y colectivo. Si
sale mal con volver a intentarlo mil veces escribiremos mejores
renglones para la historia que estos de ahora tan anodinos y
funestos. Digo yo.
Ramón Llanes. 2.2.2015. en DIGITALEXTREMADURA.COM
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