EL HONOR DEL MAYORDOMO
En el contexto religioso
de la Romería de Piedras Albas se consagra, con la requerida
humildad, el honor del Mayordomo. En el contexto social también
tiene aprecio tal consideración llegando a ocupar gran parte del
deber que la familia proyecta en su vida y procura cumplir, la mayor
de las veces como testimonio de lealtad a la tradición y a los
antepasados y otras como verdadero acto de fe y solidaridad. Todas
las formas de llegar a alcanzar la dicha de tocar el Pendón se
descifran y se consolidan en el honor que tamaña misión produce.
El citado honor es
semilla de una extensa excusa para las emociones y estas se suceden
en los planos personal, afectivo, humano, religioso o devocional como
para merecer un tratado amplio y minucioso que dejaría al
descubierto un mundo íntimo al cual resultaría imposible acceder
sin la autorización o confesión de cada individuo que lo hubiera
vivido. El honor no se presenta en soledad, viene precedido de
compromisos, requiere una entrega inmaculada y perenne, determina un
comportamiento de ética e integridad moral que puede alcanzar no
solo el tiempo de su vigencia sino toda una vida. El protocolo o
ritual de la posesión del Pendón no se acaba, permanece, y su
distinción genera atención a una verdad dogmática como modelo de
actitud que impone la misma pertenencia al credo. Es Piedras Albas la
referencia que concreta todo lo religioso y todo lo humano, es el
comienzo de esa identidad castillejera y almendrera que califica a
quienes se sienten atraídos o profesan estos principios.
Que el ser humano
necesita de estímulos para la supervivencia y que estos son
ingredientes para el alcance de la felicidad parece cuestión muy
probada a la que se han dedicado muchos estudios y se han llegado a
muchas conclusiones que así lo aseveran, no obstante sería
conveniente indagar más en las consecuencias que producen la
pertenencia a una Hermandad y la elevación espiritual que se
consigue con ser Mayordomo de ella. Una simple observación conduce a
admitir la mejor capacidad de los seres para entender, entenderse,
colaborar, compartir, participar y solidarizarse cuando han colgado
de su sentimiento el honor de la representación de su Hermandad y
han trabajado por los demás, a veces hasta la extenuación, solo por
conservar el respeto al lugar donde viven, a la espiritualidad
personal o al mantenimiento y enriquecimiento de la devoción a la
Virgen de Piedras Albas como primigenia guía de valor personal y
colectivo.
Publicado en la Revista de Pascuas de Piedras Albas 2015
Ramón Llanes. 8.2.2015.
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