HEMOS PERDIDO EL
COMPÁS
La
vida, -otrora-, ambientada con acuíferos renacientes de bienestar amable,
diseñada con el ritmo natural de la mercadería, cuando se compraba, se vendía,
se trabajaba, se ganaba, se pagaba, se iba, se venía, se cantaba, se podía, se
soñaba, se amaba, cuando la vida era lo más parecido a un pueblo grande o a una ciudad organizada, cuando todos nos
curábamos a tiempo, cuando nadie se quedaba sin beca de estudios, cuando se respiraba
sin miedo a tener que abonar un tributo por ello, cuando existía confianza en
la justicia, en el estado, en las instituciones, en los políticos, cuando nadie
se preocupaba de trincar lo de todos, cuando las ideologías no eran dogmas,
cuando no estábamos gobernados por dictaduras económicas, cuando los trenes
llegaban a su hora y los ancianos tenían asegurado su pequeño futuro, cuando la
realeza tutelaba y cuidaba de sus “súbditos”, cuando las leyes no infringían
castigos y solo servían para mejor entenderse los ciudadanos, cuando la ética
reinaba, cuando todo eso, este tablao llamado España tenía su compás, vivía en
perfecta armonía con el compás general del resto de los estados, alcanzaba
aceptables notas de felicidad y marchaba con dignidad por el mundo sin que
otros nos tacharan de incultos, corruptos, deudores e irresponsables; ahora no
es así, ahora somos una cosa indefinida, una caja rota, un instrumento
desafinado, un coro mal dirigido porque, definitivamente, hemos perdido el compás
imprescindible de la vida sin asegurar que cualquier tiempo pasado fuera mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario