La tragedia tiene un sabor ácido, el dolor es ácido, la muerte muy ácida para todos, la miseria es ácida. A veces también el debate es ácido, cuando se olvida la razón y se pinta la cara del color que a cada cual conviene. Es ácido el debate si se utiliza sin límites; la estrategia exenta de ética y moderación, si se maltrata la libertad del pensamiento, si se emplea sin disciplina, sin norma. Después de la tragedia nunca la calma, viene el debate político, lo más ácido; llega el displacer de quienes aguantamos. Día a día se barrunta pesadez de debate, a pesar del dolor que inunda la esfera de nuestro universo llegan confrontación, reproches, insultos, perrerías entre unos y otros. Y nosotros sufriendo en el desván, sin importarles.
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