CON ROSAS DE MIEL, LOS REZOS
Con amor, a todos los puebleños de la vida.
Las rosas de miel no huelen a milagro ni a santurronería, ni a liturgias; las rosas de miel huelen a tierra y a campo, a poyos y a perolas, a bestias y a frituras; las rosas de miel huelen a Peña. Y Peña huele a milagro y a misterio, a liturgia y a devociones y también a herraduras y a balsitas y a cales nuevas y a primaveras. Peña huele a trigal y a pastoreo.
Y el rezo convierte el lugar en santería y los labios mastican peticiones de éxtasis poco después de las rosas amieladas que trajeran a casa “ de parte de los mayordomos”.Afuera corre un entretenimiento en ajetreos pero nunca la prisa vence a la tradición y las cosas irán bien hechas para cumplirla.Nada faltará en la jamuga, ni en el caballo, ni a los trajes; menesteres de ida y vuelta compondrán los ritos de primavera aprisionada a los toques de danzaores, a tamboril, a coplas de piedad, a súplicas, a lágrimas, a calle Serpa y a cadenas.
Antes de llegar, recolección de los olores en los lebrillos de barro, luego las rosas de miel, compuestas y dulzonas, y detrás el sabor a rezos y los gustos a Peña.
Ramón Llanes. Abril 2020.
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