DEVOCIONES Y OBLIGACIONES
Estas elecciones han
coincidido con la celebración de gran número de comuniones por esta
baja ladera de la baja Andalucía que nos sirve de cauce de vida. En
conversación aparte nos preguntábamos la influencia de una sobre
las otras sin tener una idea común bien contrastada que nos hubiera
podido dar la clave a nuestro diálogo. Apenas cerrarse los colegios
electorales, casi al mismo tiempo de la finalización de los convites
y festejos propios de la liturgia de tan importante sacramento,
indican las noticias que la participación de los onubenses en las
urnas ha sido mínima, con unos registros que rozan niveles
alarmantes.
Sobre ello escribirán
mañana los diarios analizando todos los elementos sociológicos de
influencia, hasta dar cifras comparativas y niveles de abstención
mostrando las causas que han provocado la escasa participación
ciudadana en las urnas. Quizá a pocos analistas se les ocurrirá
proponer conclusiones que culpen a los cultos devocionales de tan
rácano resultado e incluso puede que nadie lo considere de valor de
alteración y pondrán énfasis en la apatía, la desgana social, la
desafectación del ciudadano con la política o acaso también la
poca importancia que pueda tener Europa en nuestra ciudad. O miles de
opciones más que barajarán para acabar su trabajo -los analistas-
con la mejor cuota de acierto para atender adecuadamente el dogma de
las estadísticas.
Tampoco considerarán de
interés la opinión íntima de los electores. No admitirán los
estudios las posiciones personales tendentes al rechazo a todo
aquello que se encasille en “lo político” ni admitirán que los
gustos a veces están reñidos unos con otros y no se pueden
compatibilizar estos con la obligación que impone el derecho al
voto. Quienes andan metidos en órganos de representación o son
familiares de algunos de ellos, prestan una especial atención a los
comicios pero el resto de los humanos no está interesado en
renunciar a sus aficiones primarias para acercarse a depositar su
opinión a sabiendas del mal uso que hasta el momento se le ha dado.
El domingo gran parte de
la plebe dedicó su tiempo a llenar iglesias y ponerle consideración
a los actos de familia, a la comida junto al niño, a los regalos, a
la conversación con el compadre y a menesteres de este sutil
bienestar que llega al alma, olvidando a conciencia cuánto ganarán
en Bruselas los elegidos.
Ramón Llanes.
Publicado en diariodehuelva.com
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