EN MEMORIA DE
MANUEL PEÑA MONTERDE ZAMORANO
Me será
imposible imaginar hoy al bueno de Manuel Peña con su quejío
apagado, no podré urdirle la voz para dejarla por aquí porque está
impresa en las esquinas a modo de fandango. Su voz es un encuentro
consigo mismo, es una letanía de vida que creó en su ámbito
generosos de la mina y fraguó en la dolencia y la lealtad. Manuel
Peña se ha desentendido de nosotros y nos ha conseguido un luto
blanco como su pelo, su aguardiente, su paciencia, su espera; un
luto blanco de fortaleza como la ductilidad de su cante que
inventara solo para él y le diera una cadencia tan exquisitamente
original y pura.
Los hombres
que saben calcular los silencios y gestionar la observación siempre
tienen adelantado varios trechos sobre los demás, tienen un dogma
aprendido; así fue este hombre que se duerme ahora sin recelos ni
agonías y se tumba a esperar el momento propio para endilgar a la
tierra otro y otro y otro fandango de su postín sempiterno, ochenta
y un años más.
Es todo el
deseo de tu Tharsis querido que la calidez de la tierra te acompañe
en tu esperanza y en tu paz.
Ramón
Llanes 28.10.2014.
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