Mayorga Pérez, Manuel.
Nerva.
LA SIRENA
Estoy delante de una bocamina,
antiguas voces parecen escaparse de sus galerías.
No puedo evitar estremecerme, oír como si estuvieran sucediendo
los estruendos de los barrenos y la sirena
que coincidía con el cambio de relevo
y hacía que La Cañadilla y Marqués de Nerva
fuesen por unos minutos un hervidero de personas.
En mi memoria existe aquella sirena con otro aullido
que todos los que la oían descifraban su maldito mensaje.
Su pitido hablaba de llantos y luto
cuando el tono macabro navegaba por encima de los tejados.
En una galería, un barreno traicionero se había cobrado su tributo.
Las almas de la Cuenca Minera que, sin información precisa,
se lanzaban hacia el Fielato.
¡Que no sea mi hijo, ni mi hermano, ni mi marido, ni mi padre...!
Minutos que parecen horas hacen de la espera un infierno.
Necesitan los nombres y apellidos
para que la mayor parte dejase de llorar
y otras comenzasen a servir de "paño de lágrimas".
Abajo, a trescientos metros, en la galería veintiocho,
un rictus de rebeldía contenida se graba en los enjutos rostros
que comentan sin euforia: hoy nos hemos salvados.
A cielo abierto también queda el grito ahogado
por los imperativos de los que todo lo dominan.
y la coletilla otras muchas veces: hoy nos hemos librado, a ver mañana.
Más tarde, en casinos y zampuzos, a la vez que la media botella iba perdiendo
su contenido, se aceleraban los gritos hasta la extenuación.
Ahora entiendo que..., fueron condenados a una muerte
tan mísera como la paga.
De la Antología HUELVA ES VERSO.
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