CLASES DE PENSAR
Si de nuevo fuere costumbre la soledad, el pensamiento, la palabra;
como armas, como útiles de vivir, lienzo donde se plasmaran además colores de
emocionantes sentimientos y al caer en los ojos se expresaran y se compartieran;
ideas para dejar quizá la vida, acciones para alcanzar quizá los sueños. De
nuevo la intimidad, con acento de luz, la creación, el ser vivo en estado puro,
lo imaginado.
Impartirán en la academia clases de pensar para los listos que se
apunten, para quienes escriban su sobrenombre con esperanza, para quienes
aludan al conocimiento en su interés. Otra vez el golpe que arrasa la
mediocridad y corta viento áspero convirtiendo zumo de ademanes, de formas, de
identidad. Ni existencia de trastos, poca rabia, salud a las templanzas, al
concierto y a las revelaciones. Irán a la academia desecho de políticos,
tardíos eclesiastas y toreros sin taleguilla; asumirán el programa,
pertenecerán al elenco de los escogidos en el lugar donde no se echan los
leones a la arena ni el artista es un mito.
Las clases de pensar serán para mirarnos la sombra, apretar los
dientes, ensimismarse, rectificar, adormecer o engullir errores. Para cuando,
de nuevo, sea costumbre iniciar el contacto con la vida, evitados nosotros de
prácticas endógenas y la palabra herede al pensamiento. Y la conclusión admita
apuntes.
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