EL
TREN DE LAS DISCORDIAS
Estamos en
el raíl equivocado -te refiero con cierta pulsación agónica-,
hemos elegido un tren, solo un tren, con sus vías, sus estaciones,
sus rituales, su vida; un tren para ir y venir de alguna parte de
Huelva a otra parte de Huelva, un tren para llegar a sitios, para
despejar horizontes, para conocer el Andévalo y la Sierra, un tren
humilde que transita a una velocidad inferior a la velocidad de la
luz (para no asustar) pero que es un tren que transporta ilusiones y
mercancías desde hace más de un siglo por esta geografía nuestra
tan necesitada de movimiento. Por aquí le tenemos un cariño
especial a esta línea Huelva-Zafra que han convertido los “sabios”
en línea Huelva-Jabugo, acortando el trayecto porque los niveles de
rentabilidad son negativos.
Estos
“sabios” del poder y la cuchara, no entienden de trenes, no
saben de consignas, de horarios, de sueños, no entienden de
necesidades ni saben cómo son los paisajes que la ventanilla te
ofrece pero un día discutieron entre ellos, como lobos de distinta
manada, y se juraron venganza. Si tú me nananananienas yo te cierro
la línea Huelva-Zafra. Y el otro le dijo: pues como me cierres la
línea yo te sususususneo la bububucanata. Y así hasta diez o mil
insensateces de este tipo, hasta que la línea se empezó, primero a
olvidar y luego a disminuir y pronto a anular, como si de un tachón
en una página mal escrita se tratara.
Y nosotros
que creíamos estar en la estación término en el ajetreo de
equipajes y despedidas, con la soltura y el orgullo de parar en
Belmonte, Calañas, Repilado y Zafra, que creíamos gozar por derecho
de este tren que colmaba casi todas nuestras esperanzas, nosotros,
ahora, comprendemos que estamos en la vía equivocada. Nos hacen
cuentas para que lloremos, nos cuentan lástimas para que lloremos
más y nos dejan con la boca abierta, sorprendidos por nuestra
desgracia y sin un vagón a mano para estallarlo en cualquier idea.
No hemos
perdido, no somos los responsables de los desatinos, somos los
usuarios imprescindibles que vindican la parada de las insolencias de
quienes se creen “primos de dios” y mandan sin remilgos y meten
las narizotas donde no les importa. Es nuestro tren, es nuestra senda
amada para llegar a todas las partes y caminar por las estrías
preciosas de nuestra provincia montados en el tren útil y romántico
que tan bien nos conoce. Y a tí, político de turno o de guardia
o de retén, no se te ocurra tocar siquiera una traviesa del
trayecto, por mucho poder que tengas, porque eso nos pertenece y a
nadie consentiremos que lo destruya.
RAMÓN
LLANES 3.4.2013. Publicado el 5.4.2013 en huelvabuenasnoticias.com
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