Adiós limpia compañera, adiós a este mundo incauto que
desoyera tus quejas y las mías en tantas mañanas de agónico menester. Hemos
llorado juntas los tantos agobios del tiempo, yo de mi espalda quejándome y tú
con tu palo dolorida, ambas inyectadas a una misión imprescindible que a los
demás pareciera inocua. Ambas, compañera, sin poder sentar ni culo ni cabeza,
sin alimentar nuestros sueños, sin estremecernos juntas por una emoción. Ay,
fregona amiga, cuántos desfiles a solas imaginando pasarelas de postín, por
aquellos pasillos de baldosas blancas sintiéndonos reinas del glamour; cuántos
secretos míos se han llevado tus esporas flotantes; cuánto de soledad nos dimos
en la oscura ración del día con el único aliento del silencio y cuántas veces te
canté las coplas de mi vida contando siempre con tu inquebrantable
prudencia.
Ahora que el tiempo te ha partido el alma,
dejas en el hogar la pelusilla del honor y la alegría de nuestra convivencia y
sabrás perdonarme que nunca me gustaras y que nunca te pusiera en lugar de
privilegio; ya sabes, son las costumbres de esta sociedad, la fregona no puede
convivir con los zapatos ni con la ropa ni con los niños, estabas en lo más
escondido como elemento menor, descuidada y en un lugar desaliñado; nunca
tuviste un halago, nunca una promesa, jamás una ternura. Y ahora que te has ido
se me caen las lágrimas y te echo de menos no solo en el armario del lavadero
sino también en mis esquemas. Ahora sé más de tu necesidad.
Adiós compañera, no mires hacia atrás, no te
entretengas en recordarme, no me guardes rencor y vete a la nada de las fregonas
a contar tus desencantos. Si te reencarnas que sea en un paisaje, en una joya o
en una canción. Si vuelves que sea para conseguir más acomodo y muchas
atenciones. Y cuando tengas para ti la mínima posibilidad de recordar tu
estancia en estos suburbios, admite que cumpliste con tu deber con el cuidado
exquisito que te habían exigido y no hagas caso de tu falta de sueños, los
humanos también andamos así pero lo disimulamos a base de
soberbia.
Ramón Llanes. 1.12.2014. en digitalextremadura.com
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