VERDADES PROHIBIDAS
El diálogo no preside la
confrontación actual de los llamados líderes políticos, gustan de enfrascarse
en ironías, descalificaciones, insultos y grescas. Todo ello para no descubrir
la verdad, para huir del debate honesto y recrearse en una polémica insulsa y
falsa sin capacidad para producir compromisos. La verdad se mantiene escondida
e inalterable, ni los que ostentan el poder explican la manipulación en las
cifras del paro, el aumento de la deuda pública, los sueldos inmensos de los
exmandatarios, los por qué de los recortes en algunas comunidades y no en
otras, las causas de la corrupción, etc, limitándose a emitir sonidos guturales
ininteligibles para crear confusión y nunca transparencia; ni los aspirantes al
poder explican sus proyectos, sus metas, su ideología.
Nos va mal, nunca nos fue peor que
ahora, nunca nos sentimos tan desasistidos por el estado ni tuvimos tan poca
importancia en el engranaje del bienestar; hemos caído a un vacío roto desde
donde nos costará más de una generación tomar impulsos y lograr el ímpetu
necesario. La sociedad no oferta confort, se acostumbró a ofrecer saldos y
humilla constantemente al individuo. Esto en nada se parece a la felicidad.
Como culminación al fiasco ahora nos
vuelven a meter en la vereda de una nueva elección para promocionar el cambio
–dicen-. Todos predican un cambio de todo, incluso los que no cambiaron un
ápice y así nos tememos que lo único que cambiarán será la hora a finales de
marzo, solo la hora. Qué habremos hecho nosotros para merecer esto, que
maldición nos persigue, qué otras trampas nos reserva el medio. A ocupar la voz
en desahogos dirán que nos dedicamos quienes solicitamos respeto y musitarán a
modo de mofa que nadie alterará la devoción a su propio ombligo y su apego al
buen vivir, desconfiando de cualquier grito foráneo que nada entiende de
política ni de comodidad. Y nosotros aplaudiremos apasionadamente sus mentiras,
de nuevo.
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