DESDE
ABAJO.
Hablábamos en la ventana de la culpa del tiempo para
dirimir nuestras tristezas, de la insolencia del tiempo, acaso del
envejecimiento del tiempo; decíamos que, desde abajo, no se tiene una buena
óptica, incluso que nos faltan datos que solemos perder al apretar el botón. No
creo que desde más arriba aumente la capacidad de observación o el valor para
discernir. Pero sí, en la calle, (la cornisa más baja) de esta ceremonia de
adyacentes acólitos de la vida, nosotros, actores de todas las comedias y
muertos también en todas las tragedias, nosotros, nos insolamos por el calor que aprieta creyendo que se trata
de una violencia más de las que tienen derecho adquirido; o la otra, que seamos
de un país donde se permite el pitido al jefe del estado, a la bandera, al
himno y a quien caiga y se encumbra al extranjero que marca un gol. No es
válida ni ética esta especie de conspiración para continuar viviendo
medianamente en democracia, la importancia del respeto a las reglas del juego y
a las personas limitan la consabida y cacareada libertad de expresión que
siempre se usa cuando quien la invoca comete estropicio.
Y como aquello, la continuidad de esa disimulada
violencia muy de moda en las celebraciones de los éxitos de los equipos de
fútbol, donde cada cual tiene bula ancha para romper lo que le venga en gana o lanzar
improperios a diestro (que el siniestro no insulta), para que parezca más
feliz. Al otro lado, el tiempo; y en medio, todo el arsenal de despropósitos
que los de pacotilla traen a la escena, sin encararse con la verdad y haciendo
méritos para alcanzar mayor grado de vulgaridad- dicho sea con afán
exclusivamente despectivo-.
Decíamos que la perspectiva era idónea para seguir
valorando nuestras cosas con el tufillo de aquí abajo, tienen tanta magia que hasta
parecen de ficción.
Ramón Llanes 2.6.2015.
EN DIARIODEHUELVA.ES
No hay comentarios:
Publicar un comentario