"Secuencias del más
adentro" es un libro lleno de música, amasado con y rebosante
de música, que es uno de los reconocimientos más destacados que
pueden hacerse como crítica a un poemario. Ramón LLanes ya viene
demostrando en toda su obra que es especialista en componer sinfonías
engarzando palabras, de tal manera que la lectura de los poemas y los
relatos se convierte en un discurrir entre armonías y melodías
compuestas con el lenguaje. Y hay que advertir, para el simple
curioso, que es un arte muy depurado escribir así, conseguir decir
lo que se quiere con cadencias precisas, tañendo el aulos
de Euterpe desde las palabras. Al poeta le brotan, de sus
manantiales del más adentro, unos veneros caudalosos de música,
como podrán comprobar cuando lo lean. Esta es una de las
conclusiones más sobresalientes y hermosas: que este libro es
música. Y otra es su luminosidad. Es un libro luminoso, alejado de
las bolsas de sombras que tan frecuentemente se adhieren al ánimo de
los poetas cuando cantan a excelencias muertas, y la mina de Tharsis
lo es. Aporte de luminosidad para un manto estéril.
Partiendo de la clave
interior de quien se siente marcado por la mina, el autor sale,
entra, entra y sale, una vez y otra..., desde lo trascendente a lo
cotidiano, desde lo íntimo al exterior, de la mirada global al
detalle más minúsculo..., en una confesión general marcada por el
pálpito del hombre libre y por unos ojos pertrechados de
generosidad.
Hay mucho amor -y muy bien
expuesto- en este libro... Es una obra mineral sin aristas, modelada
por la calidez del enamorado y por la experiencia que da el haber
vivido mucho. Y es una obra construida desde los sentidos...
El poema "Recuerdos"
es, desde muy pronto (el número 18 apenas), una declaración de
intenciones con la figura del minero en primer plano, desde sus
objetos hasta la metáfora del patetismo de este oficio. Paisanaje
descarnado... Pero lacrado como un juramento, con el compromiso de no
olvidar lo que la mina fue y los mineros eran. La memoria,
ejerciendo aquí un tributo hermoso, un "no os olvidaremos"
a quienes tanto contribuyeron a construir la identidad colectiva de
su pueblo.
Leí éste y leí también,
en la presentación del libro en el Ateneo de Sevilla, "Los
libros". Cuando me topé con este poema, escrito desde la
memoria de nuestra juventud compartida -la de Ramón y la mía- en
los mismos escenarios geográficos, existenciales y de vocación, me
sentí solidario compañero de viaje y cómplice suyo por entre sus
versos, porque describe las mismas fortalezas emocionales que vivimos
tantos chicos de nuestra generación: ¡no pudieron con nosotros, los
niños, por más que nos ocultaran la voz de los poetas!. Así fue
cómo sucedió, que los descubrimos y los leímos y nos alumbraron
caminos. Es oportuno recordar a las generaciones más jóvenes,
cuando las nuestras viven ya de recordar cómo conseguimos las
libertades, que los poetas que quisieron escatimarnos y que nosotros
tuvimos que encontrar entre ocultaciones y censuras, "nos
enseñaron a pensar y a defender pensamientos y a luchar por los
sueños" de esas libertades. Esos poetas y sus obras están
incorporados a nuestra manera de ser: nos educaron los ojos para
mirar y sus versos cincelaron muchas de nuestras actitudes y
creencias.
La indumentaria espiritual
de este libro está compuesta por los paisajes del alma del autor,
por un poso que se descubre aflorando repleto de nombres, personas y
sugerencias . Aquí está registrado todo el universo -humano y
humanista- de Ramón Llanes. Quien quiera saber cómo es, qué
inquietudes tiene, a qué le canta, qué le duele, qué riquezas
inmateriales atesora, cómo mira, cuánto ama este minero de raiz...
que lea "Secuencias del más adentro", su obra -a mi
parecer- más redonda, de más cochura y más autobiográfica.
Con epicentro emocional en
Tharsis, el pueblo (la mina) que le vio nacer y que conformó su
personalidad, esta obra se extiende, sin embargo, mucho más allá
de las latitudes cercanas para acabar dibujando una dimensión
completa del hombre. Es un recorrido ecuménico por sus verdades y
sus actitudes a través de los versos, relatos y reflexiones que nos
presenta.
Y es la obra de un poeta
andevaleño, que describe, propone, sentencia o dirige nuestra mirada
desde el poso riquísimo y vivencial del hombre del Andévalo.
Cuanto dice y cómo lo dice está definiendo la cultura de amalgama
del andevaleño. He aquí una invitación a conocer esta tierra de
entrañas ricas, de piel pobre pero armoniosa. Y seductora desde la
austeridad de sus campos al carácter cálido de sus gentes.
No echen a valor menor lo
de ser poeta andevaleño, que es una manera de ver y de contar
genuina y diferente, sedimento de una cultura que guarda aún las
viejas formas de expresión, la galanura de un lenguaje siempre
exquisito y una identidad incontaminada, crisol de los pueblos que la
habitaron.
El Andévalo, "un
cofrecillo de ternuras"...
Ateneo de Sevilla, 5 de
junio de 2015
MIGUEL ANGEL FERNANDEZ
BORRERO
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