HOMBRE
RICO, HOMBRE POBRE
Al
final del mandato podrán hacerse todas las especulaciones de
capricho o sensatez que quepan en la pantalla y será momento para
que unos critiquen y otros encumbren la gestión realizada, para que
cada cual emita sus juicios de valor y sus enmiendas con respecto a
quienes se ocuparon de regir nuestro estado en el tiempo prevenido
por las leyes. Esta legislatura tiene cercana fecha de caducidad y ya
se comienzan a juzgar sus actitudes.
Mucho
se dirá -desde los adeptos y desde los adversarios-, en una u otra
dirección acaso halagadora, acaso reprochable; cada ciudadano tiene
su modelo en la mente y existen tantos como personas. Se harán
balances, se contrastarán resultados, se observarán las conductas;
se pondrán en liza los valores y desvalores que han formado la
gestión en general y será un debate más puro que cualquier otro
hecho en foros institucionales o parlamentos políticos. La calle se
pronuncia con otros códigos, no se vulnera el principio de
presunción de inocencia ni se juega a cambiar reglas después del
partido; la calle es tímida pero nítida y emitirá un juicio claro
y conciso, que ya circula. Y dice que hace cuatro años teníamos un
estado deficitario pero sus habitantes rozaban los buenos niveles de
felicidad marcados por los protocolos de aceptación que los
determinan. Y dice que, ahora, cuatro años después, hemos alcanzado
las notas más altas de pobreza de toda la historia reciente de
España. Que ahora -dice la calle-, se han superado los mínimos
grados de satisfacción desde tiempos inmemoriales, que la felicidad
no es cualidad sino utopía, que la proliferación de ricos hasta en
un cuarenta por ciento más denota el desamparo en la tutela exigida.
Si la pobreza es un signo negativo y la riqueza un signo positivo, se
evidencia –lo dicen los números además de la calle-, que nuestro
estado de bienestar ha mermado considerablemente en sus cuotas
durante la legislatura que está próxima a fenecer y que sus
gestores no han realizado un trabajo real, justo y honesto en favor
de los propios ciudadanos.
Desconocemos
el slogan para la venidera campaña política del partido que ostenta
el poder pero mucho tendrá que cambiar el telar si pretenden
acercarse con un hilo de vergüenza a quienes tanto empujaron a esta
menguante forma de destruir sonrisas. ¡Pardiez!
Ramón
Llanes. 22 de junio 2015.
EN HUELVAHOY.COM
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