Bajo la lluvia
Naturaleza convulsa, fingiendo un invierno tórrido en abril, se dejó llorar a lágrima abierta por los roquedos y las avenidas hasta sobrar agua y anegar campos solitarios, asfaltos y vergeles; se enfureció por osadía y comenzó a llover y llover sin otro sentido que cumplir con su primigenia ceremonia.
En la mañana viva el chorreón caía con desmayo desde donde siempre pero con más ansiedad y sorprendió a quienes intentaban desunir sueño de realidad y a quienes solo deseaban incorporarse a la dinámica de los quehaceres. Y llovía sin prisas cuando alguien del entorno paseaba con calma bajo la lluvia, con el sonrojo de unos y la creencia de estupidez de todos. Dibujaba en el paisaje urbano una figura atrevida y tierna, se mojaba a conciencia, no aligeraba el paso y reía a quienes le miraban sin llamarle loco.
Pudo ser un aficionado al sosiego o un poeta estremecido que buscara rimas en la adversidad o un enamorado ahíto de sufragios de besos pretendiendo un imposible olvido o una mujer que solicitara la atención debida a sus necesidades o una novia dejada desvestida de sueños en el altar o una prostituta que volviera a casa después de su tarea o un pescador que calculara mal los tiempos o un vigilante que perdiera su hora o un penitente que anunciara la próxima pascua o un borracho avergonzado o simplemente un ser humano cargado de soledad o un hedonista que quisiera sentir el inmenso placer de dejarse mojar en un día cualquiera e insólito por la lluvia frágil; o tú, que me esperabas.
Ramón Llanes. (de SECUENCIAS DEL MÁS ADENTRO)
6.4.14
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