RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 16 de febrero de 2016

A MARIO Y CLAUDIA

 


El amor había hecho otra vez diabluras en el espacio por los embrujos de Granada. Se buscan los ojos hasta destinarlos en un beso ceñido, Mario y Encarnación, en el leguaje de una distancia sorprendente han decidido viajar juntos por la vida, amparados, por si acaso, en los pilares de la raíz amada: Puebla de Guzmán para él, Almocita para ella.
Al mismo tiempo en los contornos de sol abierto, luz de saeta y abrigo del río, Antonio y María se interponen en una canción sin fin que dignifican como ceremonia de amor. Son, aquí, Cantillana y Huelva pechos amamantadores y testigos agradecidos de las promesas.
En aquel abril riguroso, torero y señorial trajo un niño su primor llanto de feria, querido juego de faroles y remolinos para ser llamado Mario Ramón Gómez Rivas, a quien ellos, los creadores, besan con la señal de la mejor bienvenida.
Requiebros de bonanza asoman por Sevilla también en la placidez de marzo para recibir a Claudia Ortiz Salido por quien tocan a gloria las campanas de San Benito.
De la felicidad, a veces íntegra, a veces azotada, aprenden los niños las conductas sabias de los padres. Y han de ser flores de campanilla con ribetes de gabacha y bulerías, las premisas que el río ponga en las manos de cada uno. A Claudia por aquí, por los azahares; a Mario por allá, por las tomilleras de El Andévalo. Se encuentran para entretenerse en el amor que se premian en este doce de octubre de 1996, con la humildad pasional que a ambos identifica.
Para que sean tiernamente felices Claudia y Mario, pequeños dioses de la bondad.

En su boda 12-10-1996.
Ramón Llanes.

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