QUEDARSE O SALIR DEL
INFIERNO ES NEGOCIABLE
Habíamos
dejado de entender la postura dogmática de la condena cuando nos acucia una
fórmula quizá menos limítrofe con la mente para intentar ganar o perder la estancia
en el castigo a través de una legislada negociación. A partir de esta teoría
poco importa el comportamiento interno o externo –acción u omisión- que
sufrague el gasto, lo importante es prever las posibilidades para establecer un
consenso con el maligno, en evitación de la esperada y difícil eternidad donde
aún predominan los fuegos castigadores, y admitir aquellos métodos impuestos en
su mandato, sobornarle el discurso, aplaudirle la rapiña y nunca desmerecerle
el error.
Es
negociable, desde ahora, promocionar la continuación en el peor de los sistemas
solo con dejar de pronunciar al diablo y permanecer en la penitencia otro
tiempo más, hasta que los condenados merezcan esa promesa que se difuminó
merced a los desacuerdos con los vecinos del purgatorio, donde hubiera sido
menos infierno la vida.
Ramón
Llanes. 23 octubre 2016.
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