SON DE LOS HOMBRES
Harán
que gima,
la
pausa ha roto la escalera de color
de
una apuesta,
ellos
se jugaban la vida,
acaso
tú jugabas a esconderte.
Se
nubló de rompeolas
la
tarde, nadie salvó aquel llanto.
Los
sueños miraban despavoridos
a
los lados del fuego,
los
pájaros eran los hombres
cuando
huían;
quedaron,
además, con memoria cruel
en
los bolsillos.
Mas
esta noche volverán a dormir
con
la conciencia tranquila
y
el pulso quieto.
Ramón
Llanes.
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