DIMES
Y DIRETES
Es
la primacía del debate, que para unos suena a razón y para otros a
demagogia, dependiendo de la voz con que se diga y del cristal con
que se mire, son códigos tácitos aceptados. Los tiempos se mueven y
traen primaveras y estíos, tormentas y erupciones, ajetreos y
calmas, los tiempos traen también cursos de electores y elegidos; y
así la vida va teniendo su morbo y su baba, evitando con ello el
desangrado y la apatía o incluso a veces propulsando evoluciones.
Suena
el tambor, se viene acercando, la meta es una urna de cristal que
luego será oscura, los mandados tienen siempre cara de ingenuos,
quienes van a ser nombrados también ponen cara pueril, con los ojos
plácidos y ganas de agradar; la urna se abre y comienza el
conflicto, pudo quedar cerrada, desatenta a los sueños o perdida en
un escombro pero se abrió a la culpa y se le discutió la manera de
la apertura y el color de la llave, los amables convulsionaron el
espacio llenando de displacer el módulo, se fue la ingenuidad; los
dimes tomaron conciencia protagonista, los diretes forzaron el
debate, se deslizó la noche por una oquedad absurda de réplicas,
toda palabra era dogma, aunque viniera del cinismo o la banalidad.
Dio
para tanto el murmullo que los cuerdos ausentes hubieran preferido
mantener cerrada la urna, con su misterio de salvedades o sus
hallazgos. O que hubiera parado la intolerancia el tiempo. Se
imaginarían personas de sal, quietas, con el gesto del último
enfado en los ojos, con la incidencia en el cerebro; todo paralizado,
como en un molde imposible de romper, todo cubierto por el halo
invisible de la insana paz, todo pendiente de un reciclaje de urnas
en próximas civilizaciones.¡Qué otro remedio!.
Ramón
Llanes 14.5.2015 en DIGITALEXTREMADURA.COM
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