POEMAS MATINALES.
Me apetece
disfrazarme de tarde,
esperarte con mirada de
ocaso,
decirte que aún no es
carnaval,
hablarte para que me
reconozcas,
regalarte el libro de
estrellas
que siempre esperabas,
ponerle una joya de
agua a las caricias,
vestirte de compañera
luna
y asustar a la máscara
del universo
con canciones.
R. Llanes
SOLO PIENSO EN TI.
Solo pienso en ti
como si nada ocupara mi
memoria
más allá de tu
efigie,
como si todo fueran
primeras
y últimas veces
bebiéndonos los cuerpos
en la ansiedad que
aprendimos,
como si el vocabulario
tuviera solo dos
palabras,
como si me quedara un
segundo
para verte,
y no es solo verte mi
sustento.
Pienso en ti
como si el tiempo
acabara de empezar
en nuestros ojos,
como si la merced de
vivir
fuera un tren para los
dos,
como si nos
perteneciéramos
desde todos los pasados
pienso en ti.
Y en ti me canso
de ser un concursante
de presente
sin premio de futuro.
R. Llanes
¡AY AMOR!
¡Ay amor!,
te escribo versos para
no decirte que me faltas,
para no dolerte el
pensamiento
la distancia que me
dejan
tan distantes tus
palabras.
Te escribo sin que
sepas
que me arrastro por las
letras de tu nombre
y las letras de tu
nombre
me descalzan
la vergüenza de
perderte
de sobrarte de caricias
y alcanzarte
la migaja que me
enseñas de tu alma.
Te escribo estos versos
nunca escritos en
poemas
pero tan escritos en el
frente de tu cara,
allí donde se juntan
con tu boca
la sonrisa más
graciosa que soñara
y los labios más
sabrosos
que en mis labios se
besaran.
Te escribo para decirte
que el destierro es
veneno que me mata,
que los versos que me
salen son tan tristes
como tristes los
consejos que me hago cada noche
al curarme de la llaga
tan profunda que me
deja
esa herida de tener que
acostumbrarme
a perderme tu mirada.
Te escribo para que
sepas
que han perdido mis
deseos
y ha ganado la
distancia,
y los pasos hacia ti ya
se han perdido
en la pena de alejarte
desde el todo de mi
vida
hasta el frío
desenlace de la nada.
Para decirte, amor, que
hasta he perdido
el valor de mi
constancia
de tanto padecer tanto
silencio,
de tanto andar descalzo
por encima de las aguas
sin una mano que
fingiera ser un ángel
un ángel mismo de la
guarda
y fueras tú que me
seguías
y a todas horas me
llamabas,
porque no por ti la
lejanía
a nosotros tristemente
se acercaba
ni por ti se nos
perdían
los caminos de los
besos
ni las sendas que en
nosotros
vivas como el aire se
quedaban.
Te escribo estos versos
que me hieren,
estos versos que te
mando
escritos en el margen
de una lágrima,
para que sepas
que es a ti a quien me
ordena el sentimiento
que pregunte si me
amas,
y si es así, que te
reserves el sueño de tu vida
y conmigo, donde
quieras, lo compartas.
Es amor
aunque los libros digan
que es distancia.
Es amor
porque te amo
y no se escriben de
otra forma
los secretos que me
dicta la conciencia
y los versos
que se sienten en el
alma.
R. Llanes.
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