TE CONOZCO.
Con mi pura devoción humana
a El Cerro de Andévalo.
a El Cerro de Andévalo.
Yo sé de ti, te he visitado en horas de calor y estío, en tardes
largas de riquezas y acogimiento, en tardes cortas de aguaceros con las
pestañas mojadas, en noches de pregonarios y mañanas de albricias, en
días de música y días de dolor, en momentos de templo, en procesiones
sanbeniteras, en muchos ratos de folías y poleos junto al paisaje de los
pagos claros del Andévalo, en fechas señaladas en nuestros únicos
almanaques porque alguien estaba en mayordomía u otro alguien me dejaba
caer su agasajo por el alma, en fiestas de agosto probando la paz hecha
luces de colores y la satisfacción de la convivencia, en minúsculas
conversaciones con hombres que me aportaran en un segundo un mensaje
completo, en mayúsculas conversaciones donde el tiempo era lo de menos
porque la ocasión aquí era premio por tanta emoción, en dulces de turrón
y sombras de eucaliptos.
Te conozco, amado Cerro; te conozco desde mi primera entraña, desde la consistencia de tu paisaje, desde el corazón viejo que me parte la sonrisa de tanto usarla, desde la miel de tus gentes en la serenidad de un abrazo, desde la hornilla que amolda los sabores a nuestro gusto, desde la poética de tu Trinidad, desde la nobleza de toda tu estirpe, desde un rincón que se nubla a otro que se aclara, desde mi intensidad de observador, te conozco.
Te pretendo en la golosina que eres para mí cuando soy niño en tu aire especial que me aquieta, te pretendo en el pestiño, en un aviso general consagrado al sentimiento, en un salto atrás del tiempo, en la onírica promiscuidad de mis realidades en este lar, en mi acto por venir, te pretendo.
Y te amo, Cerro altivo, con la potencia de cada una de mis sístoles, con el fuego que nos transmitimos, con el respeto a las familias de la mujer que me acompaña la vida y con el afecto a ellos, con las carnes abiertas por tanto que me das, te amo.
Ramón Llanes. 3/5/14
Te conozco, amado Cerro; te conozco desde mi primera entraña, desde la consistencia de tu paisaje, desde el corazón viejo que me parte la sonrisa de tanto usarla, desde la miel de tus gentes en la serenidad de un abrazo, desde la hornilla que amolda los sabores a nuestro gusto, desde la poética de tu Trinidad, desde la nobleza de toda tu estirpe, desde un rincón que se nubla a otro que se aclara, desde mi intensidad de observador, te conozco.
Te pretendo en la golosina que eres para mí cuando soy niño en tu aire especial que me aquieta, te pretendo en el pestiño, en un aviso general consagrado al sentimiento, en un salto atrás del tiempo, en la onírica promiscuidad de mis realidades en este lar, en mi acto por venir, te pretendo.
Y te amo, Cerro altivo, con la potencia de cada una de mis sístoles, con el fuego que nos transmitimos, con el respeto a las familias de la mujer que me acompaña la vida y con el afecto a ellos, con las carnes abiertas por tanto que me das, te amo.
Ramón Llanes. 3/5/14
No hay comentarios:
Publicar un comentario