LA FASCINACIÓN DEL FRACASO
El éxito es ranciamente poderoso, aguerrido, dulce e infiel. El éxito conviene y otorga no pocas sensaciones de felicidad, es meta para muchos de los individuos que componen la escala social.El éxito gusta , da placer. El fracaso tiende a perturbar los esquemas más consolidados tanto en la familia como en la empresa o en la propia sociedad.El fracaso asquea, repugna y en el mayor de los casos produce dolor e infelicidad. El fracaso es uno de los claros antónimos del éxito.
Disimular que nos movemos entre estas dos opciones, no como únicas, nos convierte en cretinos o simplemente mentirosos, porque la luz y la sombra pueden sorprendernos al más mínimo descuido, los deseos siempre acaparan el bienestar, lo buscan desesperadamente, queman su vida por conseguirlo.Parece lo más lógico, somos de una especie cómoda, excesivamente atada al fácil vivir. Nadie alardea de remedos de fracasos, todos alguna vez nos hemos encumbrado a un cénit inexistente o fugaz. Pero el éxito agota, te pesa, te tumba y acaba machacándote. El fracaso , por el contrario, es bálsamo para un nuevo comienzo, levantarse, aprender, estudiar a conciencia los métodos para el inicio de la nueva aventura.
El fracaso forma parte de la vida de todos, es común a los ricos y a los pobres aunque unos lo sufran más que otros, es costumbre de cada día como lo son vestirse, comer, andar o respirar. A él vamos sin remedio en un intento de no aprender sus consecuencias pero es irremediable su tránsito si nos sometemos al alcance del SER o del TENER, los instrumentos de cada cual permiten diversidad de cálculos, la causa es distinta, idéntico el fin.
Bordear las arenas de un habitual compañero llamado fracaso conlleva un predicamento de valentía honrosamente humana también que solo llega a privilegiados que alcanzan a comprender la fascinación del fracaso. En los actuales diagnósticos de la psicología aparece con una frecuencia muy importante contra el hastío, el tedio o el propio exceso de éxito. Increíble pero cierto.
Quien no haya tenido un fracaso en su vida ( cosa altamente improbable) jamás entenderá la verdadera capacidad de sí mismo para autoimpulsarse, autovalorarse y relanzarse cada vez a misiones más complejas con la facilidad que deja la experiencia. Pero ni éxito ni fracaso han de constituirse en metas definitivas para los inconformistas o los rebeldes, han de ser simples propuestas en el calendario de la lucha constante por la perfección del hombre y de la especie.
Ramón Llanes
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