BALADA DE LA UTOPÍA
Es hora de desafinar
una trompeta en la luna,
llenar el
pozo de risas y de columpio el enfado,
de una luz a
la polilla a una verdad en la duda,
es hora de emocionar
al diablo perdonado,
perderle el
miedo a perder y burlar a la locura,
es hora del
desmorir y el desnacer obligado,
de tocar sin
melodía el tambor de la llanura,
es hora de
devolverle al amor lo desamado.
No es hora de
desventuras
ni
despromesas de amor,
ni despertar
al lirón
de las sábanas
oscuras,
no es hora de
más ternuras
ni de menos
corazón
ni poner
máscara el sol
y antifaz a
la fortuna.
Es hora de desafiar
a infiernos con amarguras
que hieren
con miel la boca de los espermas cansados,
de lumínica
avenida, de peldaños con soltura,
de mediodías
sin trenes y una vida sin soldados,
es hora de
destronar la altivez de la tribuna
y es hora de
descambiar a quien aguanta el sombrajo,
hora de mirar
de pie y levitar con dulzura
antes que
querer prender la libertad por abajo.
Ni de miedos
ni censuras
ni siquiera
del hedor
que a la hora
del perdón
cuerda quite
a la cordura,
cerrojo a la
cerradura
y sequedad al
libón.
No es hora si
la ambición
conduce a la
sepultura.
Es hora de
ti, de mí, de nuestra candidatura
a presidir el
amor como dos enamorados,
de subir a
los abismos desayunando hermosuras,
de bajar a
las estrellas de los suelos azulados,
de quemar con
agua clara el fuego de la laguna,
es hora de
reciclar besos, caricias, abrazos,
discrepar de
la mentira, de las palabras desnudas,
del consejo
sin razón, de la tarde sin ocaso.
No es hora
para morir
ni para pasar
facturas,
para empezar
a vivir
parece hora
oportuna.
Ramón Llanes.
2º premio XXVII LUZ DE TARIFA.
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