BARBERÍA
A mi amigo Diego no le gustan los pueblos sin barberías, “parecen vacíos de conversación -.dice-”; y es cierto que en la últimas décadas se han ido cerrando estos “mentideros” donde se presagiaron el humor, la palabrería y las enseñanzas de los primeros modales en compostura juvenil, donde el aprendizaje de barbero cubría las necesidades como oficio que luego sirviera de mucho en la mili o en la emigración. Curioso que hayan proliferado las peluquerías de señoras y mermado las de caballeros pero así es la diversidad que este rango de globalización nos presenta. Que la barbería es más necesaria que la cárcel quizá lo adviertan los tiempos pero ahora, para hablar, no tenemos a mano el dulce encanto de una barbería con un barbero prosaico, entendido y locuaz que nos cuente la vida.
Ramón Llanes 06.06.2021.
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