RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 18 de abril de 2022

CON ROSAS DE MIEL, LOS REZOS

 

                           CON ROSAS DE MIEL, LOS REZOS

(A Puebla de Guzmán en tiempo de Peña)

 

 

            Las rosas de miel no huelen a milagro ni a santurronería, ni a liturgias; las rosas de miel huelen a tierra y a campo, a poyos y a perolas, a bestias y a frituras; las rosas de miel huelen a Peña. Y Peña huele a milagro y a misterio, a liturgia y a devociones y también a herraduras y a balsitas  y a cales nuevas y a primaveras. Peña huele a trigal y a pastoreo.

            Así blonda un rezo la  solícita Puebla que anega con olores de Peña todos los olores que en miles de “ peñas” se vienen a la memoria. Nadie  dirá que le falta evocación para hacerse al olor de Peña  y nadie dirá que le sobra tiempo que al tiempo ! cualquiera le echa un galgo!, que anda despavorido y escaso por estos andurriales en épocas de gabachas y mayordomías.

            A veces el encuentro es una casualidad y el  olvido costumbre de andancio, los silencios ni se oyen, la búsqueda se extiende a los doblados y se vive a merced de la prisa porque la consigna del deber ampara y supera las búsquedas y los olvidos si ha de tratarse de Peña. Aquí, unívoca advocación más  divina que terrenal que engloba las ensoñaciones y los caminos, las peticiones del ciclo, las misas de los primeros domingos de mes, las comidas de los pobres, la casa de fondo, el pozo de la ermita, el olor a gleba mística y a padrón de hermanos que acudirán desde las sendas más lejanas para comer al pie de la Madre en aquella algodonía de peñascos donde se hace más fuerte el olor a tradición  y a rosas con miel.

            Y el rezo convierte el lugar en santería y los labios mastican peticiones de éxtasis poco después de las rosas amieladas que trajeran a casa “ de parte de los mayordomos”. Afuera corre un entretenimiento en ajetreos pero nunca la prisa vence a la tradición y las cosas irán bien hechas para cumplirla. Nada faltará en la jamuga, ni en el caballo, ni a los trajes; menesteres de ida y vuelta compondrán los ritos de primavera aprisionada a los toques de danzaores, a tamboril, a coplas de piedad, a súplicas, a lágrimas, a calle Serpa  y a cadenas.

            Antes de llegar, recolección de los olores en los lebrillos de barro, luego las rosas de miel, siempre compuestas y dulzonas; y detrás el sabor a rezos y los gustos a Peña.

 

      

                                                                              Ramón Llanes.

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