ADVERSARIOS O ENEMIGOS
No siempre
los adversarios son enemigos, más bien casi nunca los adversarios
son enemigos entre sí. Adversarios podemos ser todos en cualquier
momento de nuestras vidas, ciertamente también podemos ser enemigos,
pero es más fácil ser adversarios, no lleva el componente de
enemistad, odio o repulsa, como entre enemigos. He vivido lo justo
para ver cómo los adversarios en el deporte se abrazan, se
intercambian halagos, jamás llegan a los insultos o las
descalificaciones, está muy mal visto. En el campo de los negocios
también los adversarios se respetan e incluso en muchas ocasiones se
alaban. De hecho sus corporaciones sirven para tutelarse mutuamente y
para programar estímulos, consignas y horizontes organizadamente.
Existe también esta armonía entre escritores, periodistas,
arquitectos, médicos, albañiles, etc, pero carecen de ella los
políticos y no sé por qué. Es obvio que ellos también forman
parte de la misma sociedad, sin embargo son enemigos y bien que lo
recalcan y bien que lo cacarean.
Es
imposible oir un comentario positivo de un político respecto de otro
de distinta formación, es muy habitual oirles en descalificaciones,
reproches, insultos. Luego se aprietan la mano como si nada y a
nosotros nos da para pensar que una de las dos actitudes es falsa. Si
son adversarios no cabe la enemistad, si son enemigos no caben los
disimulos ni los abrazos.
Desde
nuestra óptica notamos la hipocresía y es un motivo general de
rechazo para quienes la ejercen; es mejor comportarse como un enemigo
que como un falso adversario A la institución de la vida colectiva
hemos de dotarla -ya de una vez- de transparencia, no por agradar
sino por ética y por vergüenza. Los demás que pululamos alrededor
de esta lámpara no conspiramos unos contra otros. Los insectos que
merodean por la oscuridad de la política son la deshonrosa excepción
y habrá que corregirlo, es nuestra exigencia.
Ramón
Llanes. publicado en digitalextremadura.com. 27.5.2013
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