PASIONES
DE LA TIERRA NUESTRA
Escribo porque abril se cerró con cantos en el más singular sitio
del Cerro del Águila donde la Peña atrajo peregrinos, donde las
gabachas subieron su ejercicio de tradición en estribos de
eternidad. Y fue pasión de costumbres entendidas, vividas, sin
consumirse por las horas ni los siglos, pasiones íntimas y pasiones
colectivas. El caballo, como pasión; la liturgia, el orden, los
mayordomos, la comida de pobres, todos los signos que han sorteado
sin arañazos el paso de los tiempos son pasiones que presiden el
insigne cortejo de los hombres que se desmenuzan de emociones ante un
altar, ante una Virgen Peña a la que creen y a la que suplican en la
ayuda; son pasiones el paisaje y la convivencia, el pendón y el
manto, la subida y la llegada; es pasión saberse en un cielo egregio
y libre de atmósfera funesta, es todo una pasión que realza, sin
pretensión de altivez, el estado emocional de los humanos puebleños
que se apuntan al nacer.
Escribo
del ardor y de la suculencia que mayo trae para reforzar nuestras
pasiones y enaltecernos las ganas de vivir, cuando se abre la
promiscuidad primaveral de un Andévalo sencillo y comienzan las
jamugueras de San Benito a lucir encantos y los lanzaores bailan
folías y la comitiva se enciende en El Cerro para salir con estas
pasiones a los campos y alcanzar premios o luces o quizá solo para
ponerle rezos al santo y olvidar que abajo de aquella ermita es otra
vida y recordar que siempre son pasiones, el caldo en su punto, el
mulo en su fuerza, el prioste en su misión, el sonido del tamboril
como banda sonora del aire, los cánticos en sus momentos de oración
y la perpetuidad de las reglas del santo que son la disciplina que
sostienen la ética de la Romería.
Escribo
de estas pasiones de la tierra nuestra que tan cercanas inundan las
cortes de nuestros deseos, imprimen calor y descubren la parte de
admiración que llevamos para sitios así, para sorprendernos desde
los ojos hasta las entretelas del alma. De todo esto escribo para
ejercer de muñidor de El Andévalo y propagar sus excelencias,
misterios, ritos, sentimientos y paisajes; y para pronunciar la
penúltima convocatoria a la función de San Benito en los días
cuatro a seis de este mayo suculento que en la ermita espera.
Ramón
Llanes. 1.5.2013. publicado en huelvabuenasnoticias.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario