CONSIDERACIONES
PARA DESPUÉS DE LA DERROTA
Cuando se
nos haya consumido esta idiotez de tedio, malhumor y podredumbre ,
nos vendrá del interior un insano hedor a impotencia y una luctuosa
sensación de no haber deseado vivir, que minará durante muchas de
nuestras singladuras la valentía y los pulsos. Cuando seamos célibes
de esta subversión canalla y maldecida se nos habrán podrido las
esperanzas y habremos olvidado conjugar los verbos de futuro.
La derrota
ya está hecha, está forjada en mantos desiguales de dolor que sin
darnos cuenta ha sometido al miedo fatuo todas nuestras gloriosas
utopías por las que habíamos perdido tantos sueños; la derrota es
un tumulto de miserias venidas a más y acumuladas en nuestro
organismo como virus contagioso que apenas deja respirar lo sucinto y
apenas impide atarearse en esperar lo que buenamente llegue. Y es
preciso preparar una custodia de lo que nos falta por perder, evitar
el desgaste total, no transmitir siquiera un desaliento frente a los
invasores.
Nosotros
somos dinastía de afligidos pero poseemos el don ubicuo de estar en
nuestras desolaciones con el nombre grabado en catarsis e
inconformismo. Somos el mejor cuerpo de esta geometría, somos la
democracia aprendida y los no gastados por el tiempo. El tren es
nuestro, también la facultad de su uso; nos queda dignidad
suficiente como para restaurar la evolución en sus comprometidos
términos.
Para
después de la derrota consideraremos las metas y fortificaremos los
muros que la parca nos agrietó; fustas de libros para el nuevo
salvamento; uncias de versos, pliegos de emociones, canciones que
hablen de nosotros, hombres que sean nuestros hombres no aquellos
débiles que no supieron, no aquellos avaros que no quisieron, no
aquellos intrépidos que se dejaron la metralla y se llevaron nuestra
certidumbre. No más miserables en nuestras páginas, nosotros
sabremos escribirnos el futuro.
RAMÓN LLANES . publicado en digitalextremadura.com. 20.5.2013.
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