EN MEMORIA
DE TOMÁS FERNÁNDEZ RAMÍREZ (JIMENILLA)
Amigo
que se va y deja otro hueco sensible lastimado en la profundidad del
sentimiento, amigo hecho a superar desenlaces hostiles a su salud;
amigo, en fin, no merecedor a una llamada tan pronta a ese ignoto
lugar de la inexistencia. Cuando aún fuera fibra completa en
ejercicio de humanidad y tuviera en brete todos sus genios,
confirmaba su carácter valiente y su gran osadía por lo desconocido
sin apenas asomársele el más mínimo gesto de miedo; era, en eso,
admirable.
Los
de antes lo recordaremos en la escuela, en los llanos baldíos de
Tharsis jugando a lo que cayera o en los sitios más difíciles de
las minas retando a las leyes de la naturaleza o dejándose llevar
por su osadía de muchacho. Los amigos que le conocieran ya en Huelva
le recordarán en su bar de Los Tres Reyes, donde cultivara muchas de
sus amistades. Bien de satisfacciones vivimos con él y con su
hermano Antonio en aquel ambiente donde siempre prolongó su
vinculación y apego a su terruño, una de sus más consolidadas
devociones.
No
sabemos quién habrá tenido la culpa de la muerte de Tomás pero a
su mujer y a sus hijos les ha quedado como una queja extraña que aún
no pueden digerir. Con ese humor raro de sus carcajadas y su amor
-también raro- a sus orígenes, ha dejado la vida en un palmo de
tiempo, sin siquiera haber podido abrazar a los suyos. Esté Tomás
acogido por la solvencia de la tierra con nuestra condolencia.
Ramón
Llanes. 9.7.14.
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