54.-
hallazgo
Al huir, los fuegos
seguían al ritmo de la luz,
a las copias negras
de los hombres
se les notaban las
envidias, los impermeables
y las secuelas del
sarampión. Al cenagal
no llegaba agua. El
humo también huía
aire arriba
precipitado de dolor, quizá,
o de miedo a otras
soledades.
Se encontraron las
monedas en la mancha de ausencia
de las escondidas
emociones,
hablaron del futuro,
hablaron conspirando contra el futuro;
las hetairas
permanecían ocupadas en el silencio
con la belleza
impuesta en cada sonrisa,
los muslos
enseñantes, los pechos besados,
la indolencia del
deber por cumplir
y el respingo del
viento en la cristalera.
De pronto se hizo un
impenetrable vacío
a conciencia, de
cuerpo hacia abajo,
sin ser vistos los
ojos,
sin tacto, sin
sentimientos nuevos, sin parpadeo.
Decreció el
encanto.
Ramón Llanes. FÁBULA DEL VACÍO. Editorial Niebla 2015
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