PRIMERA CENA.
Surgió, como no, la primera cena de la
vida
en un burdel lejano con olor a
crisantemos,
coronas de lágrimas, dolor a todo,
risas de agonía, palomas negras,
un barco que se va y lo anuncia,
el último lamento de la vida,
el primer susurro de la muerte,
las dos conspirando, alentándose,
cena de despilfarros para la ocasión
aquel recién robado a la nada,
ni siquiera preocupa llegar
ni ética ni destino, son cómplices,
solo ollas del tedio.
Y en el rincón de la estancia
el fin último presumiendo de paraíso,
sin anestesia.
Ramón Llanes
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