IMPOTENCIA.
Nuestras
vidas están colapsadas de momentos de impotencia. La sentimos cuando
necesitamos la lluvia y no se deja caer, cuando pedimos una cita
médica que nos atrasan, cuando llevamos prisa y nos toca un atasco
de tráfico, cuando alguien cercano contrae una enfermedad y no
encontramos la respuesta de la curación, cuando nos ahogamos en un
asunto económico que no tiene perspectivas de solucionarse, cuando
se nos caen encima todos los mundos por la pérdida de un ser
querido.
Nos
sentimos impotentes, pequeños, inútiles. Nos arrepentimos de no
haber aprendido a ser más sabios, nos castigamos por esa impotencia,
y quisiéramos ser dioses esporádicos para diseñar un milagro en
cada instante.
Nunca, en
tales circunstancias, caemos en la cuenta de nuestra condición
natural, de nuestras limitaciones y de nuestra escasa posibilidad de
recursos extrasensoriales. Pero somos humanos que ya es bastante.
Ramón Llanes.
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