LA ESPERA
Cuando vuelvas, de tu mano
tomaré
la hogaza que apacigüe el
mediodía;
de tu boca gustaré,
cuando regreses,
el gazpacho que apague la
sed y el desconsuelo.
Tú, mermelada agridulce
de naranja
vertida en el aliento de
la espera.
Yo, ajoblanco entre
lágrimas veladas de la siesta.
Allí tú, curtido el
corazón sobre el umbral del viento,
aquí yo, dócil, en el
zócalo del mundo
y nuestros dedos
entretanto,
como nudos de arrozal,
espejos de aceituna que
ondean
la verde y blanca hacia la
miel del reencuentro.
María Fernanda Trujillo.
Sevilla.
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