El ojo de la aguja. Por Juan Bautista Mojarro. (Periódico Viva Huelva 1.3.2017)
RAMÓN LLANES
Para muchos que pretendan escribir del
escritor y poeta Ramón Llanes, de Tharsis,
de donde también me siento emocionalmente,
les diré que no les va a resultar
fácil. Uno conoce a Ramón Llanes desde la
niñez y adolescencia, durante una parte de mi infancia
vivida en esta querida mina. Hechos y vivencias
que me llevaron en aquellas lejanas edades
de tratar al amigo, al poeta, al pensador y creador
en sentires.
Aquellas correrías nocturnas delante del municipal,
huyendo de éste por travesuras de unos
y otros, procurando ocultarnos, o doblando las
esquinas para dejar por detrás al municipal, exhausto,
cansado en su intento de atraparnos. Ya,
en la adolescencia, la conexión con la realidad
del minero, de los problemas de la localidad, las
estampidas de los barrenos, la sufrida explotación
de las galerías con muertes de por medio, la
emigración, etc. Circunstancias en las que la sangre
nos corría por las venas a modo de caudal, de
manera irresistible, eran los tiempos álgidos de
la dictadura, de tal manera que aquellos que
pensábamos de libertades y mejoras, de caminos
con otros horizontes, nos reuníamos por las
noches en un “cuartel”, deshabitado, y hablábamos
sin alzar la voz, pero exponiendo ideas y pareceres,
desde nuestras pequeñeces, tratando de
hallar nuevos espacios, espíritus de libertades,
ajenos a la opresión, con un intento ilusionante
de pretender arreglar a España.
Y es que para hablar o escribir de Ramón Llanes,
no basta solo con la riqueza literaria de su
obra, exquisita, heterogénea, sublime, a golpe
de verso y destellos en horizontes de cúmulos de
piritas. Ramón es entrante en todo lo que signifique
vida, continuación, creatividad para permanencias,
destajo del que nunca sale, porque entiende
que es el comienzo de todos los caminos
que no tienen nunca final. Ramón Llanes acorrala
la palabra, la mima, para luego arroparla y
darle esa acariciante soltura que traslade a todo
viviente su mensaje de libertad en humanidades.
Cuesta su trabajo escribir de Ramón Llanes,
como si tratáramos de subir el cerro más alto de
Tharsis, La Divisa, eólico, desde donde se aprecian
los humos de Huelva cuando no hay bruma,
con las alforjas a las espaldas repletas de ansias
benefactoras, como en un cántico que el poeta
refleja en su obra ‘Tratado de ella’. Su bastión, su
punto de apoyo y guía, Miguela, su esposa.
/Quiero saber que has de venir/como ya estás
en mi sentimiento/al reino del amor de donde yo
procedo/con el color de ayer/beige de vestimenta
y piel/preciosa como un cielo/ con la cómplice
sonrisa que me saciará mi sed/por tanta ausencia
luego./¡Ay! ¡Cuánto de ti alegra mis adentros
/ ¡Y cuánto de ti se muere por consolarme solo
con deseos!/
Sí, Ramón Llanes, poeta en humanidades,
gracias por tu palabra tan grande y tan honda en
la presentación de mi última novela, ‘El vaivén
del emigrante’. Ramón Llanes, ¿si el mundo, ese
tuyo y mío, estuviese en manos de los poetas y
pensadores? Dime, por favor: ¿adonde iría a parar
o esconderse la mentira que ya está veladamente
legalizada?
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