LA INSOLENCIA DEL DOLOR
Sigue siendo abril con estridencias de saetas, la luz fuerte y cálida, mi madre en su último trance de vida y nosotros metidos conscientes en la angustia a sabiendas de un golpe maldito que no sea capaz de aligerar el miedo a perderla. Ella, en su mensaje de calma, a la espera de no sabemos qué sueño; ella, inmóvil y tierna, como siempre, emitiendo su luz a los cuatro hijos que le formamos el escudo de la supervivencia y del máximo sentido del amor. Ella, que es la diosa de nuestro más preciado cielo.
Ramón Llanes 11 abril 2017.
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