EL
RETORNO.
Estoy
hecho a la melancolía
de
tanto cenar tristeza;
convengo
perder la tarde o pararla
o
devolverla. La noche lastima
cuando
no es festín,
cuando
todos se dejaron el recuerdo
en
la sombra, todos ellos, los buscados,
las
ninfas, las ráfagas de aire.
Huele
en la mesa a restos de crisantemos
y
adquieren un color parduzco
las
hortensias, ni se oye la vida.
De
leyes son aquí, digo en el estrado
inquieto
del alma, las alfombras
para
desentumecer los tilos que trepan
por
los nervios y las escamas. No alcanzo
la
hora del retorno, la memoria
me
nombra las letanías del pródigo
y
me tiende tu nombre sin manos,
sin
aviso de llegar. Y se me hace
todo
tan alto y se me olvida tanto
la
distancia que han usurpado tu linde
las
demás pertenencias.
R.Llanes
2.6.07.
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