REFLEXIONES
DE UN PREGONERO.
Era abril
del 87 y el ajetreo de la construcción de la ermita daba las
“boqueás”, a todo se le veía el ansiado final y se propuso
celebrar la primera Romería. En ese inmenso gozo estábamos cuando
se me acercó el amigo Féliz Capilla y me comentó: “amigo Ramón,
digo yo que habrá que decir unas palabrillas antes del inicio de la
Romería y hemos pensado que seas tú quien lo haga”; muy a pesar
de estar cercana la muerte de mi padre, accedí a la petición y el
segundo día de mayo de aquel glorioso año abrimos la fiesta con el
Primer Pregón: “Lo hemos conseguido, amigo Bartolomé, lo hemos
conseguido”, fueron mis primeras palabras. Quizá aún retumban en
el Barrito, quizá aún estén grabadas en los sentimientos de la
mina.
Ahora es
2017 y el tiempo no ha hecho otra cosa que ponerle razón al sueño,
que luego fue proyecto, que luego fue realidad y que hoy tiene esa
condición de haber conseguido llegar a una utopía cuando por aquí
no sabíamos qué era alcanzar tanto. Se tocó la nube más cercana a
las esferas de lo imposible y estuvieron con nosotros la fortaleza,
la unión, la solidaridad, la pasión y la vida. Habíamos
sobrepasado todas las inclemencias y habíamos superado la realidad.
Ya éramos algo más que hombres, mucho más que mujeres, habíamos
llegado otra vez a ser niños. Y todo empezó y se hizo una nueva
forma de vivir y se inventaron las alegrías compartidas y se le
enseñaron los trajes de flamenco al Barrito y se le custodió el
paisaje y se bendijo una ermita para los siglos y se diseñaron,
toldos, cantes, reuniones, rebijitos; se le puso nombre a cada una de
las casetas, se nos permitió emborracharnos entre nosotrros sin
molestar a nadie, pudimos gritar a nuestra patrona, hicimos carteles
que anunciaban esta vida nuestra, aprendimos a bailar y apenas
empezar ya fuimos admirados por los pueblos vecinos que también
vinieron con nosotros a compartir nuestros deleites.
La voluntad
del tiempo ha hecho de nosotros un mundo menor, somos acaso más
sabios pero nos cortaron alas imprescindibles, la muerte se nos llevó
gente importante en nuestra comunidad pero aún así, seguímos la
huella trazada, somos parte de aquella estirpe valiente, tenemos la
libertad y la grandeza para continuar y en ello andamos. Este mismo
acto es prueba de ello.
Pero la
Romería nos aportó algo más que cantes, casetas, trajes de gitana,
sombreros y procesiones; estábamos “esperriaos” y la Romería
nos alimentó la convivencia, nos ayudó a fabricar comunidades
pequeñas formada por nosotros y entre nosotros, nos alentó la
esperanza, nos subió la autoestima y nos comprometió más con la
idea de la colectividad; me comprometo a decir con absoluta certeza-
y es producto de mi observación constante- que ahora somos más
solidarios con nosotros, estamos más unidos, sabemos divertirnos
juntos, nos entendemos mejor, nos tenemos más a mano, somos más
fuertes en lo humano y en lo vecinal, somos capaces de responder y
empujar al unísono, nos reunimos más veces, somos mejores en
dignidad y sobre todo, somos más felices y nos queremos más y
mejor. Gran logro solo conseguido por subir el peldaño de la utopía
de donde nadie nos podrá bajar.
Honor y
brindis por todos mis tharsileños queridos, los pasados, los
presentes y los futuros. Y honor especial a aquellos trece seres
humanos que un día apostaron por este bienestar.
Desde 1987
-y quizá parezca pretencioso- me siento más orgulloso de ser de
Tharsis y de haber contribuido a la felicidad de mi tierra amada.
Ramón
Llanes. 2 abril 2017.
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