PRESENTACIÓN
DE JAVIER SÁNCHEZ DURÁN
CENTRO
SOCIAL BELLAVISTA.
Este hombre que dice: en la gruta del tiempo, varados en el techo,
cuelgan, incontables, los recuerdos como tristes murciélagos, se asoma a la
luz con la consigna eterna que su madre le dejara: “para que tú seas poeta yo dejaré de ser vida” y empezó a ser
amamantado de la química indestructible del amor de aquel simulacro de muerte
que nunca llegara a consolidarse porque siempre se tuvieran apasionadamente
unidos por las ternuras.
Y se hizo poeta en la andanza de los
otoños, entre el viento, allá en la altura del Cortelazor amado, no sé caminar sin él, escribiera con la
armonía de sus fondos comprometidos, con toda su solidaridad y entrega. Se dedicó a enseñar viviendo, a
compartir camino con las lunas pobres, a fomentar los sentimientos entre
quienes no entendían de abrazos, a beber de las concordias en los momentos más
difíciles de la paz; se deshizo de credos impuestos cuando tomó conciencia de
la imposible convivencia del dogma con la utopía. Quiso ser el hombre que ahora
es, no más, con figura semi desbaratada, cuerpo de niño en una chaqueta libre,
humildad en sus gafas y convicción en sus zapatos; recorre el mundo con pelo y versos en la dirección de su
propia rebeldía.
Para estar en la lontananza de la
vida no cree mejor actitud que descreer los mandatos divinos, decrecer en
intolerancias y dislocarse a través de la lírica con sus fundamentos de
convivencia, amor y búsqueda en rincones del universo del ser humano por un
mundo más justo y ético. Si algún día se va, irá su esperma a confín destinado
para pobres, en fosas comunes, con los suyos, con su estirpe de disidentes de
la felonía.
El poeta se hizo inmenso en el
inmenso sustrato de la palabra y se guardó muchos silencios para contarlos
ahora a través de La percepción de la
lluvia porque quizá lloviendo se sienta mejor la bondad de la tierra; besamos y amamos el asfalto más brillante, se
atreve a contar para acercarse al algo que busca; hay que volver al viento es su detalle con la naturaleza de lo
imposible y lo real al mismo tiempo; hay
que entrar en el arroyo, es su mística; al
canto silencioso de los olmos, es su manifiesto. Estaremos
figurándonos ser Javier Sánchez Durán al
leerlo, querremos ser su parte ardiente, su utilidad social, su bondad; nos
uniremos al espíritu comprometido que le ha hecho poeta, hombre, lícito,
sonriente, plácido, amable, locuaz, sabio, acogedor, único…nos enganchará con
su fórmula de vida; léanle también los labios del alma y comprenderán por qué
lo digo.
Ramón Llanes. 23 Enero 2020.
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